Boxeo

'Perico' Fernández perdió por K.O. el combate de la vida

'Perico' Fernández nació en un hospicio y murió en un centro de salud mental

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'Perico' Fernández vivió una gloria efímera en el ring / sport

Carlos R. Galindo

Perdió por K.O. Así de rotundo; sin matices. Perdió por K.O. porque Perico Fernández, un boxeador de la España en blanco y negro, murió este viernes en la más absoluta soledad, en la miseria, víctima del alzhéimer y de la diabetes. Olvidado por todos. Tenía solo 64 años y hacía ya algunos que fue ingresado en el centro neuropsiquátrico Nuestra Señora del Carmen de Garrapinillos (Zaragoza), tutelado por los servicios sociales del Gobierno de Aragón, que se hicieron cargo de él. Apenas sí recibía visitas (Alfredo Evangelista y pocos más...). Murió como su madre, en un sanatorio mental. Solo. 

Perico’ Fernández alcanzó una gran popularidad cuando los combates se retransmitían en directo por TVE y Legrá, Urtain, o Pedro Carrasco eran ídolos a los que el dictador Franco recibía en audiencia para mayor gloria del régimen. Tenía gracia, desparpajo... Era tartamudo y sus ocurrencias provocaban la hilaridad en los programas de José María García, Mercedes Milá, Isabel Tenaille, José María Iñigo, Pedro Ruiz... Detrás de esos chascarrillos, sin embargo, se escondía la enorme tristeza de una persona desgraciada. ‘Perico’ Fernández perdió por K.O. cuando su madre, una prostituta, lo abandonó al nacer en un hospicio zaragozano. Su infancia fue un tormento. Como su vida. 

Grandeza en el ring

Sus únicos instantes de gloria los alcanzó en el ring. En 1973 se proclamó campeón de España de los pesos superligeros, en julio de 1974 campeón de Europa al enviar a la lona a Tony Ortiz y el 21 de septiembre de ese mismo año, campeón del mundo ante Fukuyama en un combate inolvidable, en el que ‘Perico’ aguantó varios asaltos con una costilla rota. A los 22 años, en 1975, en su defensa de la corona mundial, maravilló a los técnicos con una exhibición de baile, clase  y pegada. Ganó por KO a Joao Enrique y se dijo de él  que “Tenía duende”. Lo tenía, en efecto. Pero también, muy poca cabeza. En 1975, en una noche de calor infernal en Bangkok, perdió el título mundial tras abandonar de forma incomprensible en el octavo asalto frente a Muansuring. Su excusa dejó sin habla a los aficionados: “la puta calor”. Fue el principio del fin. Siguió peleando pero ya nada fue lo mismo. Disputó su último combate el 30 de agosto 1987

Tenía 34 años de edad cuando colgó los guantes y se dedicó a la pintura. Recibió muchos elogios pero, de nuevo, las malas amistades le engañaron hasta arruinarle. Tuvo cinco hijos de cuatro mujeres distintas. Ya en la pobreza, llegó a domir en coches y en un burdel. De la caridad de unos pocos amigos. Esa fue su vida. Un permanente K.O.