La primera Copa de Europa del Barcelona

Núñez, el presidente del 'cruyffismo' y la primera Copa de Europa

Núñez, el presidente del 'cruyffismo' y la primera Copa de Europa / sport

Jordi Gil

Jordi Gil

El Motín del Hesperia y el posterior fichaje de Johan Cruff como entrenador significaron un punto de inflexión clave en los éxitos deportivos del FC Barcelona. El holandés aglutinó poder y persuadió a Josep Lluís Núñez para realizar una gran inversión para potenciar el equipo a nivel deportivo. Llegó la hora de que el dinero estuviera en el campo y no en el banco, como le gustaba decir a Johan, y Núñez correspondió al entrenador. El resultado fue inmejorable.Llegó la hora de que el dinero estuviera en el campo y no en el banco, como le gustaba decir a Johan, y Núñez correspondió al entrenador. Llegó la primera Copa de Europa (1992) y cuatro Ligas seguidas (de 1991  a 1994) gracias al ‘Dream Team’.

Núñez dio carta blanca a Cruyff para que hiciera una primera purga en el vestuario en 1988, dando 13 bajas y poniendo las primeras piedras del mítico equipo ganador con fichajes de futbolistas, sobre todo nacionales, como Bakero, Txiki Begiristain, Julio Salinas o Eusebio. En total, el presidente accedió a pagar 2.000 millones de pesetas para revolucionar la plantilla con muchos jugadores que la leyenda concede a una recomendación de Javier Clemente.

Tras ganar solo una Recopa y una Copa del Rey entre 1988 y 1990, la nueva era obtuvo ya resultados en la campaña 90-91. Komean había llegado la campaña anterior previo pago de mil millones de pesetas al PSVEindhoven, igual que Laudrup, por el que Núñez dio el visto bueno al pago de 220 millones. En verano del 90 se sumó Stoichkov por 400 millones. El trio de cracks que convirtió al Barça en un equipo de ensueño.

LA tarde de cádiz

La consagración llegó con la Liga ganada de forma amplia en 1991. Pep Guardiola asomó la cabeza en el primer equipo y el Barça obtuvo una renta suficiente para afrontar el final de Liga con tranquilidad. Núñez viajó a falta de cuatro jornadas para el final a Cádiz para presenciar el teórico alirón. El presidente solo se desplazaba en ocasiones excepcionales y aquella, sin duda, era una de ellas. Sin embargo, el Barça sufrió una dura humillación (4-0) con los goles de Pepe Mejías, Quevedo (2) y Dertycia. Para Núñez aún fue peor porque tuvo que soportar en el palco las mofas de los hinchas gaditanos.

El Barça pudo ganar de todos modos ese campeonato gracias a la derrota del Atlético en Atotxa y los culés se echaron a la calle para celebrarlo. Se había roto una hegemonía de la ‘Quinta del Buitre’ de cinco Ligas consecutivas y el recorrido por la basílica de la Mercè y la Plaça Sant Jaume era más que merecido.

El Barça solo necesitó un par de retoques, con Witschge o Nadal, para afrontar una campaña aún mejor, la 1991-92. La Liga no fue un coser y cantar como la anterior. Hubo que esperar al primer milagro de Tenerife. Pero el mejor recuerdo es la Copa de Europa de 1992. Núñez dio un golpe de efecto a pocas horas de viajar a Londres cuando anunció en el programa ‘Gol a Gol’ de Televisió de Catalunya su intención de no presentarse a la reelección. El presidente se derrumbó ante el periodista Lluís Canut y sus lágrimas impactaron al barcelonismo. Más tarde, Núñez confesó que su intención fue liberar al equipo de presión antes de la final de Wembley. Que la prensa hablara de él y dejara al equipo tranquilo.

Fuera por este efecto o por las célebre frase de Johan de “salid y disfrutad”, la realidad es que el 20 de mayo de 1992, en el minuto 112, Ronald Koeman lanzó con violencia una falta al borde del área que entró como un obús en la portería de la Sampdoria. Un tanto que emocionó a los culés por entrar de una vez por todas en la historia de las Copas de Europa.

El amigo Tenerife

La temporada se redondeó con la segunda Liga, la primera con el Tenerife de aliado. Las imágenes de Núñez eufórico en el palco del Camp Nou reflejaron el éxtasis que en aquel momento reinaba en Can Barça.

En el ejercicio siguiente, 92-93, el Tenerife volvió a desatar la locura en el Camp Nou por segundo año consecutivo. Fue una manera de paliar el disgusto que supuso caer en Europa a las primeras de cambio tras una dura derrota frente al CSKAde Moscú en el Estadi.

Cruyff era consciente de que repetir éxitos por cuarta temporada consecutiva requería de un estímulo y éste fue el fichaje de Romario. Núñez alargó las negociaciones, fiel a su estilo de no regalar ni una peseta, y acabó pagando 400 millones al PSV, además de un avalar otros 115 por la disputa de una serie de partidos amistosos. Una fórmula con la que pudo financiar un fichaje que el presidente, de entrada, no veía claro por su alto coste.

Un final doloroso La temporada 93-94 también tuvo un desenlace dramático. Romario cumplió con su promesa de marcar 30 goles, certificados con la victoria ante el Sevilla en la última jornada, y el meta González relevó al Tenerife como héroe deteniendo un penalti a Djukic que evitó la que hubiera sido primera Liga del Deportivo. De la alegría por el cuarto título liguero consecutivo se pasó al más profundo del desencanto en la final de Atenas. El Barça fue vapuleado por el Milan (4-0) en un resultado que fijó un fin de ciclo.

Núñez tuvo que iniciar otra revolución a instancias de Cruyff que ya no tuvo el camino del éxito. Se fueron mitos como Zubizarreta o Laudrup, éste al Madrid, y llegaron futbolistas que bajaron el nivel. El presidente invirtió 865 millones por jugadores como Hagi, Eszurza, Korneyev, José Mari o Escaich que ya no fueron lo mismo.