¿Por qué el Barça respira tranquilo tras el 'no' de Griezmann?

Albert Masnou

Albert Masnou

Fue Robert Fernández quien, hace seis meses, puso sobre aviso al presidente y al entrenador del Barça del cambio de cláusula de Antoine Griezmann. Bajar de 200 a 100 millones de euros convertía al francés en un caramelo porque no había en el marcado un jugador de este nivel a este precio. Robert Fernández quedó apartado de la escena y entraron Josep Maria Bartomeu, Oscar Grau y Pep Segura, quienes se reunerion en varias ocasiones con su hermana Maud, su padre Alain y un abogado de la familia.

El jugador, que había aceptado quedarse en el Atlético un año más para no dejar tirado a un club sancionado por la FIFA, sabía que a final de curso llegaría su oportunidad y la llamada del Barça le debió seducir porque dio el OK. El Barça acabó satisfecho y convencido de que Griezmann estaba encarrilado aunque, quizás, desconocía la facilidad mutante de este jugador. “Es un chico especial porque te dice siempre lo que quieres escuchar, evita siempre el conflicto”, dicen desde el Atlético de Madrid.

Todo se tensionó tras la final de la Europa League en la que marcó dos goles y en el siguiente partido en el Calderón su propia afición le pitó, al igual que había hecho en anteriores encuentros en el Calderón. La grada no le perdonaba la ambigüedad en la que vivía. Es una afición que no admite medias tintas y sus declaraciones, especialmente en Francia, se clavaron como un puñal.

Sin embargo, la repulsa que recibía en el campo se convertía en apoyo en el vestuario por sus compañeros y su entrenador le fue a visitar a su casa de forma inesperada: “Vamos a hablar un poquito me dijo desde el portal de casa”, explicó el propio jugador. La visita vino acompañada de una nueva oferta de renovación de 23 millones de euros netos por temporada, una locura para un club que nunca había podido competir con el Barça ni el Madrid a nivel de salarios. 

La oferta del Atlético

El gesto del Atlético fue clave para volver a hacer cambiar de opinión a Griezmann. El francés, sin embargo, dio un nuevo paso antes de dar el sí definitivo. Llamó al Barcelona, le comunicó la propuesta del Atlético y pidió…¡25 millones de euros! Fue el propio Bartomeu quien frenó cualquier contrapropuesta. No podía poner en riesgo la economía del club porque una cosa era pagar 100 millones y una salario alto, tal y como se le había ofrecido. Y la otra era pagar 100 millones y una salario de 25 millones de euros netos.

Bartomeu hizo números: 50 brutos por temporada por cinco temporadas más los 100 de traspaso sumaba, a grandes rasgos, 350 millones de euros. Bartomeu  se negó. Una cosa es un caramelo y el otro un dardo envenenado. Así es como se interpretó la operación en las últimas semanas en los despachos de Arístides Mayol. Griezmann se había convertido en un problemón.

A nadie le gusta hablar de sus problemas de tesorería. Y al Barça tampoco, pero la realidad es que los ingresos están aumentando a buen ritmo, camino de los 1.000 millones de ingresos que prometió Bartomeu para el 2021, pero también es cierto que el vestuario, “muchas veces acompañado con el beneplácito de la prensa, es un cocodrilo que no tiene final. La  penúltima muestra es el caso de Busquets, que renovó hace poco y ya pide otra mejora”, aseguran desde dentro de la entidad.

El Barça había ofrecido un salario a Griezmann ascendente, cobrando menos en las dos primeras temporadas, y más en las tres últimas. Es el mismo estilo por el que Umiti ha renovado.  

Decíamos que la tensión económica del Barcelona va en aumenta por las recientes renovaciones como es el caso de Messi, Suárez, Umtiti o Piqué, por citar algunos casos. O el gasto en los fichajes de Dembélé o Coutinho que contablemente han sido sufragados por la venta de Neymar.

la masa salarial

Según los parámetros del área económica, la masa salarial del primer equipo debe rondar el 70 por ciento del presupuesto pero, en estos momentos, ya supera el 80%. Nadie puede decirlo públicamente pero la realidad es amenazadora. El riesgo de entrar en pérdidas podría ser real con la incorporación de un salario de 25 millones netos por temporada que pedía Griezmann. Así pues, fue Bartomeu el primero que se volcó en la contratación del francés hace seis meses pero también fue el primero en tener la sangre fría para evitar poner en peligro en club. Entendía que era su responsabilidad como presidente, aunque fuese a costa de las críticas recibidas desde la aparición de La Decisión.

Es evidente que durante esta negociación se han producido muchos errores, como no saber pinchar el globo, y ha acabado provocando también un desgaste entre el club y Piqué o Umtiti, una tensión cuyas consecuencias son estos momentos imprevisibles porque hacía muchos años no se producía un toque de estas características a una parte del vestuario.

La necesidad

“No se si es prioritario pero me gusta mucho”, dijo Leo Messi durante la entrevista a SPORT antes de partir al Mundial. Y este sentir del jugador era compartido por Bartomeu y parte de la secretaría técnica que ve más necesario la incorporación de centrocampistas que de delanteros.

El Barça ha dejado escapar a Griezmann porque no supo convencerle y ni acató sus exigencias económicas. En la trastienda hay un debate de fondo porque los jugadores se han convertido en los propietarios de este circo en el que los clubs tienen un poder reducido. Si se van niños de la cantera porque otro club les ofrece una garantía económica para él y para su familia… ¿Cómo no iba a decidirse Griezmann por una oferta que el Barça no pudo igualar?

más dudas

Y ahora otras preguntas flotan en el aire. ¿Qué hará ahora el club?, ¿Intentará sufragar como la pasada temporada la decepción de la marcha de Neymar (222 millones de euros) gastándose lo ingresado con Coutinho (120) y Dembélé (105)?, ¿O pondrá el freno a esta locura que vive el fútbol de la misma manera que ha hecho el Bayern negándose a pagar estas cantidades?, ¿Cómo reforzará el equipo sin poner en peligro los balances económicos?

El Barça quería Griezmann pero el terremoto que ha supuesto su decisión no ha sido tal de puertas adentro porque “no era el pilar de nuestro proyecto”. El Barça lo quería, pero a un precio razonable. No como una bomba que le podía explotar en las narices si ofrecía 25 millones de euros con el consecuente un efecto boomerang que hubiera provocado en el vestuario. “¿Cuánto hubieran tardado los del segundo grupo de la escala salarial a llamar la puerta?”. Por todo esto, el Barça entiende que la decisión de Griezmann tiene su vertiente positiva. No lo ven como un drama.