Neymar, triste y cabreado

Neymar, dolido y enfurecido

Neymar seguirá en el PSG, al menos, hasta que se vuelva a abrir el mercado en enero / Marta Fernández

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Neymar ficou louco”. O sea, ‘Neymar enloqueció’. Esta es la reacción que tuvo el crack al saber que las negociaciones entre el PSG y el Barcelona habían llegado a un punto muerto e irreversible, y que tendría que permanecer sí o sí en París, como mínimo, hasta el próximo mercado invernal. Recordemos que en verano, Neymar tiene la posibilidad de salir del PSG si un club abona una cantidad cercana a los 170 millones de euros.

Desde el núcleo más próximo al brasileño, se explica que Ney está absolutamente abatido, como nunca antes había ocurrido en su carrera. Aún está incrédulo por la pataleta de la dirección qatarí del PSG, que bloqueó su salida cuando el Barcelona cumplía todos los requisitos pactados: pagaría 150 millones de euros, 20 millones de los cuales abonaría el propio astro, cedería a Dembélé traspasaría a <strong>Rakitic</strong> y a Todibo.

Frustración y rabia

Cuentan a SPORT que el sentimiento del crack es una mezcla de frustración y de rabia, al comprobar que el único objetivo que de verdad tenía y tiene el PSG es escarmentarlo. Solo así se explica que Nasser Al-Khelaifi, siguiendo las órdenes que le llegaron desde Doha, haya tomado una decisión, que no tiene ninguna justificación desde el punto de vista deportivo (el clima que hay en el vestuario del campeón francés es a día de hoy irrespirable) ni tampoco financieramente, ya que el Barcelona alcanzó las exigencias de una operación que rondaba los 200 millones de euros.

Por mucho que el PSG lo catalogara como intransferible, que su contrato no contenga cláusula de rescisión y que la cúpula qatarí muestre abierta animadversión por el Barcelona, Neymar estaba convencido que, en el minuto 90 del último día de mercado, se abriría una grieta en el palacio de cristal donde está retenido hace dos años que le permitiría regresar al Barcelona.

El crack brasileño no se planteaba como un escenario factible, aquel que ha acabado ocurriendo y que ha elegido caprichosamente el fondo soberano qatarí que domina el PSG: el que le obliga a permanecer contra su voluntad en París, al menos hasta el mercado invernal. De aquí viene su contrariedad convertida en un cabreo monumental.

Neymar está atónito. No consigue digerir la postura del PSG. El brasileño considera que ha ido de cara con su actual club y que este ha habido tiempo suficiente para poder materializar su traspaso al destino que deseaba, que no era otro que el Barcelona. Ney sabe que el Barça ha acabado respondiendo a todos los pedidos financieros de los qatarís, lo que aún le crea más frustración.

En mayo, cuando el crack dejó París para incorporarse a la concentración de la Seleçao, para preparar la Copa América, comunicó a todos los estamentos de la entidad que quería irse: se lo dijo a sus compañeros de vestuario, a su entrenador Thomas Tuchel, al entonces director deportivo, el portugués Antero Henrique (y, posteriormente, a su sustituto, su compatriota Leonardo) y a la dirección qatarí. Ney fue diáfano e instó al PSG a sentarse a negociar, pero la única respuesta que recibió fue, semanas después, una bronca pública en la surrealista entrevista que el presidente del club, Nasser Al-Khelaifi, dio a France Football, y la negativa desde Qatar, durante casi tres meses, en entablar una negociación con el Barcelona, que era el único club que había elegido el brasileño.

Decepcionado

Tener que seguir en París es un mazazo para un Neymar que proyectaba relanzar su carrera en Barcelona. Dejar el PSG suponía cerrar una etapa de dos años aciaga, en que no ha logrado los objetivos que se planteó: no ha tenido opción de ganar la Champions, las lesiones lo han menguado y se ha alejado peligrosamente de los finalistas al Balón de Oro. La involución es palpable.

Este está siendo el verano más duro de la vida de Neymar. Primero tuvo que lidiar con una acusación infundada y descabellada de abusos sexuales, por parte de la modelo Najila Trindade, que ha archivado la Policía Civil de Sao Paulo y la Fiscalía.

Paralelamente, sufrió un esguince en el tobillo derecho en un amistoso de la Canarinha con Qatar, que le obligó a observar desde la grada como la Seleçao ganaba la Copa América, como anfitriona.

Y, ahora, ve cómo tendrá que aplazar unos meses, o incluso un año, el relanzamiento de su carrera en el Camp Nou, en un proyecto de carácter familiar en que los suyos estaban dispuestos a establecerse en Barcelona para apoyarlo.