Luis Enrique-Pep: Dos técnicos y un mismo dilema

Luis Enrique y Pep, durante un enfrentamiento

Luis Enrique y Pep, durante un enfrentamiento / sport

Ivan San Antonio

El banquillo del Barça es una de las sillas más codiciadas en el mundo del fútbol. Pero son muy pocos los entrenadores capacitados para ocuparla. Es imprescindible contar con un librillo que se adapte a lo que el culé quiere de su equipo a nivel futbolístico. Pero esa es solo, aunque muy importante, una de las muchas condiciones que se pedirían en una hipotética oferta de trabajo: juego ofensivo, conocimiento de la cantera, fe en el fútbol base, resultados, gestión de grandes estrellas, capacidad innegociable de trabajo, saber lidiar con una presión externa e interna singular... 

Todos esos requisitos hacen de ese trabajo uno de los más exigentes en todos los sentidos. Quizás porque la recompensa, no solo a nivel económico, hace que todo el esfuerzo valga la pena. Pero el banquillo del Barça quema, ganes o pierdas. Quema incluso ganando mucho, incluso convirtiendo al equipo en una máquina de ganar. “No me veo entrenando al Barça muchos años”, anunciaba Pep Guardiola en diciembre de 2010, a mitad de su tercera temporada.

carreras paralelas

Cuando el de Santpedor se hizo con el primer equipo tras convencer en el Barça B de que había entrenador de los buenos, firmó dos temporadas. No quería contratos largos, una opción que valía para el club blaugrana, pero revisable para otras entidades. La razón es que Guardiola, mejor que nadie, sabía, antes de sentarse, lo que significa ocupar el banquillo del Camp Nou. Tanto que, cumplidas las dos primeras temporadas, decidió renovar año a año. Exactamente igual que Luis Enrique. 

El técnico asturiano se comprometió por dos temporadas al aterrizar en el Barça, donde ya había dirigido al filial años atrás y, como Pep, superadas con éxito las dos primeras campañas, tomó la decisión de firmar una más. Una forma inteligente de mantener la tensión a corto plazo, de liberar al club de compromisos contractuales que pueden condicionar la planificación deportiva y, también, de ser dueño de su futuro. De forma exclusiva. Tiene sus ventajas, incluso para el Barça, pero, lógicamente, también algunos inconvenientes.

pendientes del técnico Si las cosas no funcionan, como con Gerardo Martino, adiós, muy buenas y que tengas suerte. El problema, bendito problema, es cuando las cosas, como ocurrió con Guardiola y también ocurre con Luis Enrique, el equipo convence y gana títulos. Muchos títulos.

El Barça, en ese escenario, no es quien lleva la iniciativa porque la continuidad del técnico depende, sobre todo, del propio entrenador. Será el asturiano quien decida su futuro. Eso provoca que la dirección deportiva blaugrana deba tener previstas todas las opciones para no tener que improvisar una solución si Luis Enrique decide acabar su aventura en el Camp Nou. Como pasó también con Pep, si se da esa circunstancia, el asturiano ya ha asegurado que no dirigirá a ningún equipo la próxima temporada. Una prueba más de que el Barça quema, desgasta y vacía a quien lo entrena.