Griezmann: de la humillación a la gloria en 10 meses

Si echa la vista atrás, Antoine Griezmann pensará que, en el fútbol, como en todo en esta vida, las cosas pueden cambiar incluso cuando la fe empieza a agotarse. Hace 10 meses, cuando el Atlético visitó el Camp Nou por última vez, el ariete no veía la luz al final del túnel y la dinámica negativa del equipo tampoco ayudaba a que pasara la tormenta. En aquel envite, Setién humilló al delantero dándole entrada en el minuto 90, una decisión que parecía desencadenar una situación límite. Hoy, Griezmann es pieza fundamental en el equipo de Koeman y su entrega, goles y asistencias le han permitido por fin ser feliz en el Barça.

Siempre resulta difícil calibrar qué parte de culpa es individual y qué parte corresponde a la dinámica grupal. Y es que, a diferencia del tenis, la actuación colectiva condiciona para bien y para mal a los jugadores. A pesar de ello, la realidad es que Griezmann no estuvo a la altura la temporada pasada. Sí lo estuvo en términos de actitud, porque no dejó de trabajar a pesar de que no le salían las cosas. Pero si el Barça pagó 120 millones de euros por él fue esperando una versión mucho más decisiva.

Un primer año para olvidar

En 48 partidos, el francés anotó 15 goles y dio cuatro asistencias, unos números discretos e insuficientes para un jugador de su caché. Sin embargo, más que eso, lo preocupante eran las sensaciones que transmitía el ex del Atlético. Cabizbajo, Griezmann parecía un elemento desconectado del ecosistema culé.

Tras reanudarse la Liga después del confinamiento, el galo alternó titularidades y suplencias, aunque se quedó en el banco en dos fechas señaladas: el Barça-Atlético y el Barça-Bayern de Lisboa. Ante su exequipo, Quique Setién le dio entrada en el minuto 90, en una imagen que dejó al propio Simeone con cara de no creer lo que estaba viendo.

Ante tal escenario, los rumores acerca de un posible traspaso cobraron fuerza. Estos, sin embargo, desaparecieron cuando Koeman habló con él y le transmitió total confianza de cara a su proyecto. Griezmann se tenía que dar una segunda oportunidad.

2020 - 2021: un comienzo poco esperanzador

A decir verdad, el comienzo de este curso tampoco fue una maravilla. De hecho, el francés incluso fue suplente en el estreno en Champions y en el primer Clásico -también lo sería después en el segundo-. Un penalti errado ante el Betis y alguna que otra ocasión clara fallada parecían condenar al atacante a un círculo vicioso de dudas. Hasta que explotó, no sin dos previos amagos en la final de la Supercopa, en la que anotó dos goles que al final no sirvieron para conquistar el título, y en la remontada copera en Granada -hizo otro doblete y dio dos asistencias-.

Después del choque ante el cuadro nazarí, 'Grizzi' encadenó un mes y medio sin ver portería, lo que dejaba de nuevo en papel mojado las crónicas que hablaban de su resurrección. Lo que estaba por llegar, entonces sí, era el despegue más firme y creíble del delantero.

Un despegue por fin sólido

Griezmann volvió a marcar ante el Huesca y desde entonces ha anotado siete goles en los últimos nueve partidos: ocho de Liga y la final de Copa en La Cartuja. En las últimas cuatro jornadas, el ex del Atlético sale a gol por encuentro. Sus números sí son ahora excelentes pero lo más positivo es que participa más en el juego y se le ve repleto de confianza. Además, su química con Messi ha dado un salto de calidad en los últimos meses.

Con 19 goles y 12 asistencias en lo que va de curso, Griezmann vive su mejor momento como azulgrana. ¡Como ha cambiado su realidad respecto a la última vez que se enfrentó en el Camp Nou a su exequipo!