Gaudi(r) con Piqué

Gerard ha sido pieza clave en la construcción de la mejor época del Barça y también de la selección española

Las ideas de un entrenador son buenas o malas si los que las ejecutan pueden ver soluciones que ni siquiera tú puedes anticipar

Gerard Piqué, pletórico en su último partido en el Camp Nou

Gerard Piqué, pletórico en su último partido en el Camp Nou

Robert Moreno

Robert Moreno

No soy muy seguidor del arte en general. Me gusta la lectura, el deporte y mi familia. Adoro la ciudad donde nací, aunque su proximidad se convierte en una lejanía injustificable en muchos momentos. Visité la Sagrada Familia el día que cumplía 35 años, y he visitado por primera vez la Casa Batlló con 45 recién cumplidos. 

Tener dos monumentos tan maravillosos tan cerca los vuelve muy accesibles. Y ya sabemos como funcionamos los humanos en general. Las cosas fáciles de conseguir pierden su atractivo. Aun así, este fin de semana pude juntar dos momentos de sublime belleza. La visita a la Casa Batlló, y la primera visita de mi hijo al Camp Nou coincidiendo con la despedida del fútbol de Gerard Piqué. En ambos casos pude vivenciar de nuevo por qué es una pena perder la fascinación de cuando éramos niños o dejar que se apague la pasión por crear, inventar e imaginar. 

La cara de ilusión y emoción de mi hijo a cada paso dentro del estadio fueron envidiables. La admiración que se siente por visitar un estadio lleno de gente despidiendo a uno de sus jugadores más emblemáticos es irrepetible. Las lágrimas que le provocaron el momento de comunión final con todos los barcelonistas despidiéndose juntos de un mito fue emocionante. Me preguntaba, con lágrimas en sus ojos, por qué se retira Piqué y no sabía qué decirle. Un futbolista que desde la excepcionalidad en todo ha sabido trascender al mero hecho de ser uno más de la larga lista de jugadores que pasan por los clubes. 

Nadie es eterno, solo lo que haces se puede convertir en eterno. Alguien diferente en muchos sentidos que nos ha emocionado con su juego. Y como pasaba con Gaudí, a los artistas se les permiten las excentricidades. Creo que Gerard ha sido, es y será alguien poco convencional que ha sido pieza clave en la construcción de la mejor época del Barça, y también de la selección española en mucho tiempo. Como Gaudí en sus creaciones, se ha salido de lo convencional para hacer que el fútbol se parezca a un arte. 

Al igual que el arquitecto, el futbolista no lo puede hacer solo. Necesita de un equipo, un entrenador, un club que conciba el juego con la misma pasión. Y juntos, tratar de llevarlo a que sea algo más que un edificio de viviendas. Que sea la Casa Batlló del Paseo de Gracia de Barcelona. Que todo el mundo gire su cuello al pasar por delante, que nadie logre evitar admirarlo. Aunque no seas amante del arte o el Barça, no puedes evitar mirar y admirar una obra de arte como la de Gaudí y el FC Barcelona de los últimos años, del que ha formado parte Gerard Piqué.

Jugar bien

Gaudí dijo en su momento que “el requisito más importante para que un objeto sea considerado bello es que cumpla con el propósito para el que fue concebido”. Creo que como entrenador se puede buscar el éxito de muchas maneras. En mi caso me mueve la pasión de crear, de ayudar, de generar contextos que ayuden a los jugadores a jugar bien para ganar. Pero, al igual que en el arte, lo que cada uno considera jugar bien es muy relativo. No hay una respuesta válida. Todas las respuestas son posibles. Un entrenador debe hacerse preguntas y encontrar soluciones. Debe ganar partidos. Ese momento sublime que persigues todos los días de la semana en la que preparas un partido y que llega con el pitido final y un resultado a favor. 

Todo eso te mueve a obsesionarte con cada uno de los detalles que crees que puedes controlar. Resulta difícil aceptar que hay cosas que no se pueden controlar. Y al final de cada partido, de cada torneo, ves el resultado. Es como dar pinceladas a un lienzo enorme que no te permite verlo bien hasta que no lo acabas y te alejas unos cuantos metros. Solo entonces, con perspectiva, puedes valorar el resultado. En el proceso de creación te has imaginado un resultado final. Has proyectado en tu mente cómo deberían ser cada uno de los trozos que conforman el lienzo, el juego del equipo. Sabes que hay un estilo que te debe definir, que debes elegir. Pero no siempre tienes todos los materiales a tu alcance. Y, aun así, debes obtener un buen resultado final con el que te sientas identificado. Un resultado final que te acerque a la victoria, pero también a la aceptación de los tuyos. De tus jugadores, de tu club, de tus aficionados.

No hay duda que la sublimación de un estilo como el que ha impuesto el Barça de los últimos años crea tendencia. Un estilo que forma parte de la explicación binaria que se da a las tendencias que existen en el fútbol. O eres ofensivo y por tanto protagonista con el balón. O eres defensivo y por tanto parece que huyas de tener el balón. Los defensores del primer estilo se consideran “los buenos”. Los defensores del segundo estilo son considerados como “los resultadistas”. No buscan la belleza en el juego. Solo aprovecharse de los errores que puede provocar la búsqueda de un estilo ofensivo y arriesgado de los primeros. Creo que explicar el mundo de manera binaria lo reduce a un estado tan artificial que está demasiado alejado de la realidad. Pero también creo que explicar las cosas desde la complejidad nos aleja de la sencillez que estamos preparados para entender. Parte de ese “jugar bien” implica que en los últimos años asistamos a una exageración de un momento del juego que se produce pocas veces durante un partido.

El saque de puerta

La reflexión constante y el análisis del juego es la única manera de crecer y evolucionar. Es lo que trato de hacer con cierta frecuencia. Me pregunto por qué hacemos lo que hacemos. No solo en lo táctico, sino en general en todo lo que rodea a un entrenador. El reinicio del portero desde el saque de puerta es uno de esos momentos que me inquietan y obsesionan. En el discurso del juego de posición es un momento delicado. Pero también parece que es necesario. Y evitarlo te excluye automáticamente de ser uno de “los buenos”. Es un balón parado y, por tanto, permite preparación y posicionamiento controlado casi siempre. Quizás es el balón parado con más riesgo para el equipo que lo lanza. Es el que se produce más cerca de tu portería y el que, ante un error forzado o no, tiene más opciones de convertirse en una oportunidad para el rival. 

Las defensas han evolucionado mucho desde que lo empezó a utilizar el Barça de Pep. Ya no tienen nada que ver. Ahora muchos equipos se posicionan en tu campo con el deseo de que juegues en corto y poderte presionar para recuperar. Es una forma de atacar desde la defensa. Es otra de las señas de identidad del estilo que persiguen equipos como el Barça, la Real Sociedad o el Villarreal. La evolución ha llevado a que se elija entre dos opciones para defenderlo. Dejar un jugador más en la línea defensiva para tener una cobertura, o hacer un marcaje casi individual a todos los jugadores rivales. Lo siguiente que deben decidir las defensas es, una vez que se pone en juego el balón, si saltan a presionar al portero o no. El portero es el que puede generar superioridades a través del juego. Recordemos que son 10 los jugadores de campo para el equipo que defiende, y 11 para el equipo que ataca. 

El hecho de jugar en corto en esta situación tenía mucho sentido cuando lo hizo Guardiola. Ese primer pase en corto permitía al equipo jugar agrupado y avanzar hacia la portería rival con pases sencillos. Actualmente asistimos a un cambio en la tendencia por puro sentido común. Te posicionas para jugar en corto, pero acabas optando por las soluciones en largo. Y es una evolución natural, porque el fútbol es un juego en el que se deben aprovechar los espacios. Es un momento en el que puedes llegar a la portería rival sin encontrarte a 10 jugadores por detrás del balón. Han decidido presionarte y correr riesgos en su retaguardia. Pero… ¿no decíamos que el objetivo originario era salir en corto desde atrás para llega todos juntos a campo rival? ¿No son estas soluciones contradictorias con el estilo? Esa es la realidad.

El contexto

Ese es uno de los mantras que se critican desde las trincheras más acérrimas de un estilo de juego que ya no podrá volver a ser el mismo. Porque las cosas necesitan de contexto. Y el contexto es en parte un rival que también propone cosas. Y ¿no es inteligente aprovechar situaciones de igualdad o mínima inferioridad en zona de ataque? Es verdad que eso te aleja de la esencia originaria por la que Pep empezó a utilizar ese tipo de saques de puerta. Pero los estilos evolucionan. En mi época en el Barça tuve que defender muchas veces internamente que el contexto que proponían los rivales, y tener a los tres mejores jugadores del mundo arriba, justificaban jugar largo o corto para acabar en largo en el saque de puerta. Eso nos hacía largos en algunos momentos y no permitía la presión tras pérdida. Pero también es verdad que nos daba resultado y nos evitaba riesgos innecesarios en algunos partidos. El propio Pep nos jugó al 1 contra 1 en la semifinal de Champions que jugamos contra el Bayern en el Camp Nou. Tras los primeros saques de puerta, decidió colocar jugadores más atrás. Ter Stegen, Luis Suárez y Messi, junto a Neymar, provocaron ese cambio con solo un par de acciones. 

Y eso nos dio una ventaja en inicio que los artistas que teníamos en el campo fueron capaces de aprovechar. Ya era más fácil jugar en corto. Las ideas que tiene un entrenador son buenas o malas si los que deben ejecutarlas tienen las características adecuadas y vida propia para ver soluciones que ni siquiera tú eres capaz de anticipar. Ellos son las pinceladas en el lienzo que solo puedes ver cuando te alejas unos metros.