45 años de la gesta de Basilea

El Barça abrió las puertas de Europa al superar al Fortuna Düsseldorf en una final loca resuelta en la prórroga (4-3)

Unanimidad en los héroes de aquella hazaña al reconocer el papel que jugó la afición, que se desplazó masivamente a Suiza para sostener al equipo. Cuando alzaron la vista y vieron la grada, pensaron: “No, hoy no podemos fallar. Hay que ganar sí o sí”

Peligra el amistoso del Barça en Corea del Sur

El Barça homenajeó a los héroes de Basilea en mayo de 2019, antes de un partido contra el Getafe (2-0) en el Camp Nou. De pie, de izquierda a derecha: Tente Sánchez, Albaladejo, Rexach, De la Cruz, Asensi, Costas, Migueli, Artola, Mora y Tarrés. Agachados (mismo orden): Ramos, Manolo, Esteban, Fortes, Lobo Carrasco, Torito Zuviría, Paco Martínez, Olmo, Félix y Àngel Mur

El Barça homenajeó a los héroes de Basilea en mayo de 2019, antes de un partido contra el Getafe (2-0) en el Camp Nou. De pie, de izquierda a derecha: Tente Sánchez, Albaladejo, Rexach, De la Cruz, Asensi, Costas, Migueli, Artola, Mora y Tarrés. Agachados (mismo orden): Ramos, Manolo, Esteban, Fortes, Lobo Carrasco, Torito Zuviría, Paco Martínez, Olmo, Félix y Àngel Mur / Javi Ferrándiz

David Salinas

David Salinas

En el calendario barcelonista hay fechas que permanecerán eternamente ancladas en el tiempo. Una de ellas, el 16 de mayo de 1979. Ese día, del que el pasado jueves se cumplieron 45 años, el FC Barcelona ganó la Recopa de Europa, competición que enfrentaba a los campeones de Copa. Y no fue un triunfo más. Fue la presentación del Barça, en color, en el Viejo Continente después de sus éxitos en blanco y negro en la Copa Latina (1949 y 1952), la Copa de Ferias (1958, 1960 y 1966) y la Finalísima de Ferias (1971).

Fue, también, la primera gran movilización azulgrana —35.000 almas pusieron rumbo a Basilea—, una alegría indescriptible, una sensación de bienestar largamente deseada... “Yo estuve allí”, recuerdan con orgullo quienes se citaron en el estadio St. Jakob para sostener al equipo, dando valor a una gesta que sin el apoyo de la afición no hubiera sido posible.

La final enfrentó al Barça con el equipo alemán del Fortuna Düsseldorf, sonriendo la victoria a las huestes barcelonistas (4-3) tras un partido loco y una prórroga de infarto. Y es que el partido fue un carrusel de emociones. Gol del incombustible Tente Sánchez a los 5 minutos y empate de Thomas Allofs poco después. Luego, jarro de agua fría cuando Rexach desaprovechó un penalti en el minuto 12 —en el momento de ejecutar la pena máxima el talón de su bota pegó en un pequeño hoyo—, pero volvió a adelantarse el equipo de Quimet Rifé por mediación de su capitán, Juan Manuel Asensi, en el minuto 34. Y volvieron a responder los alemanes gracias a una acción de Wolfgang Steel. Se llegó al intermedio con empate a dos. También al final del partido.

En la prórroga el Barça se adelantó por tercera vez merced al acierto de Rexach (en la celebración sufrió un par de rampas y casi no pudo ni levantarse) y, poco después, la serenidad de Krankl, tras una brillante jugada del Lobo Carrasco, fue determinante para empezar a saborear el título. El Fortuna, sin embargo, no bajó los brazos y Steel, nuevamente, superó al meta Artola. Pese al agotamiento y al sufrimiento, el Barça se coronó campeón de la Recopa.

Motivación

El papel de la hinchada barcelonista fue clave y así lo aseguraron los jugadores después del partido. Siempre que los héroes de la final recuerdan esa fecha, apuntan a la ‘marea azulgrana’ que los alentó desde la grada. En el reportaje que hizo ‘Fiebre Maldini’ en ocasión del 30 aniversario de aquella conquista, el Lobo Carrasco lo rememoraba: “El flash primero lo tuvimos cuando salimos a reconocer el césped... Nos mirábamos y decíamos: ‘Esto no se puede escapar de ninguna manera’. Fue el primer gol”. También Charly Rexach tenía fresco ese primer contacto visual y sonoro con la afición: “Hoy no podemos fallar porque, de lo contrario, nos matan. Es que parecía que jugáramos en casa”. Y Tente Sánchez, 45 años después, evoca la misma sensación: “Nuestra afición llenaba prácticamente el aforo del campo. Entonces lo supimos. Teníamos que ganar sí o sí. No había visto nunca un ambiente barcelonista como aquél, ni en el Camp Nou”.

La mayor parte de la afición se desplazó por vía terrestre, especialmente en tren y autocar. El vicepresidente Joan Gaspart elogió la figura de su compañero de junta, Nicolau Casaus, que viajó a Basilea en autocar: “Se consagró como el gran Moisés del barcelonismo. Se metió en el autobús y se pegó la paliza, como muchos otros seguidores. Eso habla de su carisma”. Gaspart también desveló el plan que trazó para motivar al goleador del equipo, el austríaco Hansi Krankl, hundido emocionalmente después de que su mujer, Inge, pocos días antes de la final sufriera un accidente de tráfico en la Diagonal.

Visitó a Inge en la UVI de la clínica Corachán y le pidió que grabara un mensaje para su marido, que Hansi escuchó, entre lágrimas, antes de empezar el partido. “Le dio fuerza para estar en la final”, dijo Gaspart, para hacerle ver “la alegría que le daría a su mujer, que se encontraba luchando entre la vida y la muerte”. El equipo también arropó al delantero para que afrontara la final con motivación y sacara fuerzas en aquellos momentos de gravedad. El gol del austríaco, al final, fue el de la victoria...

Otra de las anécdotas de la final fue la presencia en el palco de autoridades del presidente del Real Madrid, Luis de Carlos, que acudió al partido en calidad de representante de la Federación Española de Fútbol. Incluso bajó a los vestuarios para felicitar a los jugadores del FC Barcelona.

TEMAS