Debe tomar decisiones en el vestuario emocionalmente duras para él

Las dudas de Pep Guardiola

Tras zanjar la semifinal contra el Chelsea, Josep Guardiola afronta el asunto más importante para el futuro del club

Juan Manuel Díaz / Javier Miguel

Una vez finiquitados dos de los tres grandes títulos de la temporada y con la final de la Copa del Rey a un mes vista, Josep Guardiola afronta su decisión más importante en cuatro años: seguir al frente del Barça una temporada más o dar por cerrada esta etapa y afrontar nuevos retos. Pep tiene todo a su favor para dar el `sí¿ al presidente Sandro Rosell pero quiere estar seguro de escoger lo mejor para él y para el club.

Es imposible saber qué pasa por la cabeza de Guardiola, más allá de algunas ideas que él mismo ha ido transmitiendo en sus múltiples comparecencias ante la prensa y las pocas cosas que, con cuentagotas, se han ido filtrando en el entorno culé.

Pep siempre ha dicho que seguiría mientras sintiera que sus jugadores aun tienen hambre de títulos. Toda la plantilla, desde Messi hasta Cuenca, pasando por Xavi, Iniesta, Puyol o Valdés, han pedido públicamente la renovación. Pero el entrenador necesitaba una prueba deportiva de este compromiso. La demostración de los últimos meses, encadenando once triunfos en la Liga para acercarse al Real Madrid al mismo tiempo que atendían los frentes de la Copa y la Champions, le han servido como constatación de que sus futbolistas siguen siendo competitivos y quieren más títulos.

Guardiola también dispone de un amplio crédito por parte de la afición que ha coreado su nombre de manera repetida y tras los dos últimos tropiezos frente a Real Madrid y Chelsea vio con satisfacción cómo el Camp Nou entonaba en 'Cant del Barça' y el 'Ser del Barça és, el millor que hi ha'. Por otra parte, como entrenador, implicaría afrontar el reto de volver a llevar al club desde la depresión de la derrota a la senda de los títulos, como ya hizo en el 2008.

Claro, que también hay aspectos que juegan en contra de la continuidad de Guardiola, quien para nada ha demorado su respuesta por mantener una pose sino que durante estos meses ha tenido serias dudas.

Para empezar, si da el paso adelante y renueva, deberá tomar decisiones importantes en el vestuario y que podrían ser emocionalmente difíciles. Cuando llegó al primer equipo asumió la marcha de Ronaldinho y Deco, después la de Eto'o y a continuación la de Ibrahimovic. Eran 'vacas sagradas' pero no eran sus 'pretorianos'. Ahora, en cambio, es necesario afrontar asuntos que afectan a algunos jugadores con un gran peso específico y que le han ayudado en los éxitos de estos cuatro años.

Es necesario fichar un delantero centro y un central; se debe traspasar a algunos jugadores de la 'clase media'; ciertos pesos pesados deben de ir perdiendo protagonismo de manera paulatina en el once inicial y otros deben replantearse seriamente su actitud profesional en algunos detalles que han penalizado su rendimiento. Si se queda, querrá decir que Guardiola está dispuesto a llevar a cabo estos ajustes imprescindibles.

Estos son los aspectos subjetivos, emocionales de la situación. Pero también hay otros criterios más fríos y objetivos que poner en el plato negativo de la balanza. A día de hoy, el Barça de Pep Guardiola suma trece de diecisiete títulos que pueden ser catorce de dieciocho el 25 de mayo. No sólo eso; el 'Pep team' es el único que ha completado el sexteto, y sus títulos y su fútbol, además de marcar una época, llegaron a abrir el debate sobre si se trata del mejor equipo de toda la historia del fútbol.

En estas circunstancias, la razón puede empujarle a hacer las maletas pues resulta difícil adivinar qué se puede hacer para superar estos éxitos. El equipo ha tocado techo y es evidente que resulta imposible mantenerse de forma permanente en la excelencia. Por otra parte, el desgaste personal que supone manejar las peculiaridades de un club como el Barça implica un factor extra pues en muchas ocasiones Pep ha tenido que tirar del carro prácticamente en solitario.

Y finalmente, están la tentación que supone arrancar un proyecto totalmente nuevo en otra gran Liga. A nadie se le escapa que el cartel de Guardiola en Europa es insuperable y que hasta su asesor Josep Maria Orobitg llegan ofertas de futuro. Es sabido que precisamente Roman Abramovich, el propietario del Chelsea, desearía poner sus millones a disposición del técnico catalán. También Silvio Berlusconi estaría encantado con la posibilidad de que aceptara dirigir la caseta del Milan. Y es especialmente atractiva la idea de dirigir la selección de Inglaterra. Opciones que solo estudiaría si decidiera dejar el Camp Nou. La 'Gent blaugrana' cruza los dedos para que no se dé el caso.