Coutinho

Biografia Personal

Sus padres dejaron el estado de Bahía, en el nordeste brasileño, para establecerse en Río de Janeiro. Allí nació Philippe, que pasó toda su infancia en la zona norte de la capital carioca, en Rocha, un barrio de clase media baja alejado de la conflictividad social que castiga y desangra las favelas.

la visión de doña didí

La pelota era lo suyo. Jugando en una pista de un edificio residencial, doña Didí, la abuela de un amigo, percató y alertó a la familia Coutinho que Philippinho apuntaba muy buenas maneras. Fue el empujón que faltaba para que, con seis años, lo inscribieran en el Clube dos Sargentos.

En Brasil, desde hace décadas, el ‘futsal’ es el afluente que desembocará en el fútbol de campo. Ocurrió con Ronaldo, en Río de Janeiro, con Ronaldinho, en Porto Alegre, o con Neymar, en la ciudad de Santos. La apuesta por terrenos de juego reducidos y balones de un tamaño acorde a la edad depuran la técnica individual de los más virtuosos.

Su técnico se lo llevó al Madureira, el club que reveló a Evaristo de Macedo el primer crack brasileño que triunfó en el Barça. Allí jugó con el dorsal 14, el que ahora puede llevar en el FC Barcelona.

Su talento llamó la atención del Vasco da Gama, donde ingresaría en 1999 cuando tenía solo 7 años. En uno de las clubes más tradicionales del fútbol brasileño, se percataron rápidamente que el talento de Philippinho estaba muy por encima de la media. Allí había un crack en potencia. “El primer día lloró en el entrenamiento, es normal. La primera semana no fue fácil, ¿alguién se imagina que le hubiera dado la baja? En quince días, Philippinho empezó a mostrar aquello que mejor sabe hacer: dar espectáculo”, explica Robson Tavares, su entrenador.

En 2000, empezó a encantar con el equipo sub-09 que conquistó la ‘Liga Futsal’ de Río de Janeiro. Los socios del tradicional club de la colonia portuguesa de Río se acercaban al pabellón de Sao Januário para ver aquel ‘menino prodígio’. Los dirigentes de la entidad sacaban pecho por un chico que creían que tenía potencial para llegar al nivel de los dos grandes ídolos de la historia del club formados en casa: Roberto Dinamita y Romario.

salto al fútbol

Tenía 11 años cuando hizo el salto al fútbol. Su primer torneo fue en 2003, organizado por el ya desaparecido rotativo ‘Jornal dos Sports’. Jugando de delantero centro fue el artillero y el mejor futbolista de la competición. Empezó a medirse a los acérrimos rivales (Flamengo, Fluminense y Botafogo) y Philippinho, que ya empezaba a ser Coutinho, marcó las diferencias. Fue campeón carioca sub-12 (2004), sub-13 (2005) y sub-14 (2006). Era un ‘9’ nato, definidor, con un estilo preciosista. 

Con 14 años, desde la coordinación de los equipos de base, se tomó una decisión que marcaría su carrera: abandonó la posición de delantero centro, donde estaba triunfando, para convertirse en el ‘10’, o sea, el organizador ofensivo. Y allí, Coutinho ganó aún más visibilidad, explotando su visión de juego y uno de los fundamentos que es su marca registrada: los lanzamientos a portería de media y larga distancia. 

nace una estrella

Que Coutinho sería un astro ya era un secreto a voces. En la sede de la CBF, ya se frotaban las manos. Las televisiones cariocas se percataron que la nueva estrella vascaína llegaría pronto al primer equipo. Y su nombre empezó a llamar la atención de los ‘scoutings’ de los grandes clubes europeos que peinan el mercado.

El Vasco marcó su infancia. Philippinho prácticamente pasaba todo el día en Sao Januário, porque se incorporó a la escuela que el club tiene en sus instalaciones. Después del horario lectivo, compaginaba los entrenamientos de futsal con el fútbol. En 2009, con 17 años, debutaría como profesional. Ya era una realidad.