Poulidor por fin se viste de amarillo en el Tour con su nieto

Mathieu van der Poel rindió en el Muro de Bretaña un homenaje que entró en la historia del ciclismo

El ciclista neerlandés ganó la etapa y lideró una carrera que su abuelo no logró en 14 participaciones.

Van der Poel, con el maillot amarillo en el podio

Van der Poel, con el maillot amarillo en el podio / AFP

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Levantó el puño y miró hacia el cielo. Cruzó la meta y se puso a llorar, como seguro también estaban su madre y su abuela. Siguió llorando un buen rato detrás del podio, sin poder articular palabras. Eran muchas emociones para Mathieu van der Poel porque no solo se había vestido él de amarillo tras ganar en el Muro de Bretaña. Había puesto la prenda en las espaldas de su abuelo Raymond Poulidor. El nieto había podido conseguir el jersey que nunca pudo llevar Pou-Pou las 14 veces que corrió el Tour entre 1962 y 1976.

Y siguió con la voz entrecortada cuando ya con el maillot amarillo Van der Poel atendió a la prensa: "Es una emoción tremenda y es una pena que él no lo haya podido ver porque le habría encantado". Fue, aún siendo neerlandesa, la segunda victoria francesa porque era lo que deseaba el público local y hasta buena parte de sus compañeros. Hasta Julian Alaphilippe, el líder desplazado, se detuvo a su lado tras cruzar la meta en quinta posición para saludarlo. Era la viva imagen de Poulidor, una deuda que el Tour y el ciclismo tenían con uno de los grandes mitos del pedal y un gesto de su nieto que por sí solo ya entró sin esperar en la historia de este deporte.

"No pude luchar por la victoria en la primera etapa porque con el estrés y la ansiedad me quedé sin fuerzas". Pero hoy, ¡ah hoy! qué distinto ha sido todo. Van der Poel sacó todo su carácter insaciable, una bestia humana sobre una bici que atacaba ya en el primer paso por el Muro de Bretaña, como si lo tuviera todo calculado, para arañar los ocho segundos de bonificación, porque sino no sumaba lo suficiente para superar a Alapahilippe.

Eran solo dos kilómetros, pero quitaban el hipo, sin descanso, una recta interminable. Todos tras Van der Poel y el público refugiado en las vallas, como tenía que ser, no fuera que a algún espectador se le volvieran a cruzar los cables.

Como no se le cruzaron a Tadej Pogacar, siempre vigilando a  Primoz Roglic. Han pasado solo dos etapas y el dúo esloveno ya está instalado en la tercera y cuarta plaza de la general; dos días en los que Enric Mas no ha fallado, dos días de miedo, pero también de emociones y deudas pendientes.

El error de Ineos

Y hasta de situaciones de carrera difíciles de entender como la que realizó ayer el conjunto Ineos antes del ataque definitivo de Van der Poel. Pusieron a todos los ciclistas a tirar del pelotón como si no hubiera día después. Llevaban a Richard Carapaz perfectamente colocado pero se olvidaron de Geraint Thomas quien incomprensiblemente cedió 23 segundos al héroe del día. ¿Era Van der Poel? ¿O había regresado Poulidor? El nieto, a diferencia del abuelo, no figura entre los elegidos para ganar el Tour, aunque Pou Pou no lo lograra nunca. Él está para espectáculos de un día, pero ayer se ganó el cielo y el aplauso del universo ciclista.