El 'clásico' de la alegría

Southgate y Deschamps han enterrado las malas caras de dos selecciones cuyo único destino está grabado a fuego: ganar

Mbappé, el mayor peligro de Inglaterrra

Mbappé, goleador precoz / AFP

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Francia e Inglaterra son candidatas a ganar el Mundial. Pero no lo son por la confección de sus plantillas o por las opciones reales que puedan tener de levantar el cetro más deseado del fútbol. Lo son por historia. Como lo eran en 2018, en 2006, en 2002, en 1990 o en 1966. En cualquier Copa del Mundo, Francia e Inglaterra tienen la obligación de presentar batalla y llegar lo más lejos posible. Caer en octavos es un fracaso. En cuartos, igual. Marcharse para casa en la fase de grupos es una hecatombe que trae consecuencias graves y no clasificarse para la fase final del torneo, como les ha sucedido varias veces, no tiene perdón.

Este sábado, una de las dos se quedará fuera de la carrera por conquistar el trofeo. Una de las dos mirará con recelo a su seleccionador, pese a disponer de un consenso poco usual dentro de sus respectivas federaciones. También se criticará a sus principales estrellas, a la que se entregan las llaves del destino de sus selecciones. Como Kylian Mbappé o Harry Kane. Y se pondrá en duda la baja de los que no han estado. Como Karim Benzema o Tammy Abraham. “Algo habrá pasado con ellos”, se murmullará.

Lo cierto es que Francia entregó gran parte de su éxito –o de su fracaso, lo sabremos en unas horas– a la actuación de Mbappé. “Francia es un equipo con muchos egos, sobre todo el de Kylian”, explica a Sport Dossier el periodista François Miguel Boudet, exredactor de BeIN Sports, Eurosport y So Foot y actualmente en la versión francesa de Flashscore. “Mbappé lo decide casi todo. Tiene un poder muy grande. Cuando quiso jugar con Benzema, Benzema jugó. Ahora quiere jugar con Giroud y está jugando con Giroud”, asegura. La ‘Tortuga’ está desatada. Es el máximo goleador del Mundial, con cinco tantos en cuatro partidos, y lleva dos asistencias, lo que le convierte en el jugador más decisivo del torneo hasta el momento. Una enorme parte del rendimiento francés pertenece a Mbappé, que, según Boudet, es “además de buen futbolista, un animal político. Quiere manejarlo todo. Su rol en Francia es muy importante”. Su influencia, de hecho, sobrepasa incluso las líneas del césped. “Estar a la sombra de Benzema en el Balón de Oro no le gustó mucho. Por eso ahora está encantado de que Benzema no esté con el grupo”, reconoce el periodista.

Sin el Balón de Oro

Pero el asunto Benzema va más allá del propio Mbappé. Sin ir más lejos, Francia ya ganó el Mundial de Rusia sin el atacante del Real Madrid. “Lo ganó sin Benzema y sin un nueve que anotara un solo gol. No le echó de menos y ahora tampoco le echan de menos”, comenta Boudet. Olivier Giroud fue el nueve de esa selección, como lo es ahora. Pero en 2018 no anotó ningún tanto y el combinado francés levantó el título. Exactamente lo mismo que sucedió 20 años antes, en el Mundial que conquistaron en casa. Stéphane Guivarc’h venía de ser el máximo goleador de la Ligue 1 durante dos temporadas consecutivas. 22 goles con el Rennes en la 96-97 y 21 con el Auxerre en la 97-98. Pero llegó el Mundial y no metió ninguno, pese a disputar una buena cantidad de minutos en la fase de grupos y ser titular en los cuartos de final, las semifinales y la final frente a Brasil, en la que perdonó dos claras ocasiones ante Taffarel. Y Francia también ganó, sin ese ariete diferencial, pero con un sólido grupo al que Didier Deschamps tomó como ejemplo para formar y dirigir a su combinado. Deschamps es heredero del pragmatismo de esa Francia que ganó el Mundial en 1998 y la Eurocopa en el 2000. “Bebe de Aimé Jacquet y Roger Lemerre”, explica Goudet. “Hay cosas en la selección francesa que muchos extranjeros se toman a broma y no lo son. Como los ejemplos de Guivarc’h y Giroud. Dos nueves que no marcaron, pero que fueron clave para ganar un Mundial. Guivarc’h fue uno de los primeros delanteros en presionar arriba a la defensa rival. Y Deschamps repitió el modelo con Giroud en 2018”, cuenta el periodista francés.

Para Francia, Deschamps es una leyenda. Como jugador lo ganó todo, pero como entrenador su éxito tampoco es discutible. Llevó al Mónaco a la final de la Champions en 2004 en su primera experiencia en los banquillos. En la segunda, subió a la Juventus de nuevo a la Serie A tras su descenso administrativo por el escándalo del Calciopoli. Y antes de llegar a la selección gala logró, en la temporada 2009-10, que el Olympique de Marsella conquistara la Ligue 1. “Y todo eso no lo hizo con ‘football champagne’, sino con un juego pragmático basado en hacerlo todo bien. Con y sin balón, atacando y defendiendo bien”, dice Boudet, que reproduce la máxima de Deschamps en el campo: “La victoria ante todo”.

Inglaterra y Francia se juegan pasar a semis con sus seleccionadores como referentes

De nuevo, la alegría

Didier Deschamps llegó al banquillo francés tras una época oscura. Con Raymond Domenech como seleccionador, a Francia le costó levantar cabeza. Así como tras caer en las semifinales de México’86 al combinado ‘bleu’ le hizo falta una limpieza de cara y no participar en las ediciones de 1990 y 1994 para acabar triunfando en 1998; hace menos años le tocó pasar por el trauma de una huelga que la llevó a caer eliminada en la fase de grupos de Sudáfrica 2010, para luego levantarse en 2014 con el nombramiento de Deschamps. “Esa huelga fue una vergüenza, una humillación para los franceses, un ridículo que vio el mundo entero”, reconoce el periodista de Flashscore. “Con Deschamps volvió la alegría al grupo y al país”, asegura.

Southgate, durante el Mundial

Southgate, durante el Mundial / AFP

Exactamente lo mismo sucede en Inglaterra. Gareth Southgate lidera la nueva hornada de los ‘Three Lions’ con un carácter muy distinto al de su antecesor, el respetado pero también muy criticado Roy Hodgson, con quien los ingleses volvieron para casa en la fase de grupos de Brasil 2014. En 2018, ya con Southgate en el staff, Inglaterra llegó a semifinales con una mentalidad completamente renovada. “Ha conseguido crear un ambiente más divertido y relajado que el que había anteriormente, que era mucho más agresivo. La presión para los jugadores era muy fuerte, la camiseta pesaba demasiado”, explica para Sport Dossier el periodista del diario Evening Standard Nizaar Kinsella. “Southgate está superando todo eso y cambiando las formas”, dice Kinsella, que compara los métodos de Hodgson y sus predecesores con los del nuevo seleccionador, quien a su juicio ha conseguido un contexto idóneo de trabajo: “Hodgson era un gentleman, pero cuando las cosas iban mal perdía las formas y gritaba a la gente. Southgate no es así, es otro tipo de líder. Los jugadores jóvenes son más inteligentes, quieren que los traten como adultos y no como a niños, como se les trataba en el pasado. Los futbolistas de antes respondían al trato agresivo de ese tipo de entrenadores, pero hoy en el fútbol inglés funciona otro método”.

Para la Football Association, Southgate es el mejor seleccionador posible. Incluso habiendo sufrido la mayor derrota en casa desde 1928 (a manos de Hungría, que le endosó un 0-4 en la Nations League hace exactamente medio año). Aunque eso al técnico le resultase poco trascendente, como recuerda Kinsella: “Los hinchas en Inglaterra se enfadaron, pero creo que a Southgate solo le importan los grandes torneos. Vivirá o morirá por este partido y por este torneo