El héroe del ascenso del Oviedo se muda a la oficina: así es la nueva vida de David Fernández

El ex defensa del Oviedo se retira del fútbol: "¿Mi mejor recuerdo? El ascenso en el Carranza, sin duda, y diría lo mismo aunque no hubiera marcado"

David Fernández, del fútbol al empresariado

David Fernández, del fútbol al empresariado / Nacho Azparren

Nacho Azparren

David Fernández era «Iceman», el hombre de hielo, en el vestuario del Real Oviedo. Un hombre frío, una máquina sin apenas fallos sobre el terreno de juego. Hasta que llegó Cádiz. En el Carranza, con el cabezazo que más reproducciones de Youtube acumula entre el oviedismo, David Fernández se metió de lleno en el libro de historia del club azul con el tanto que devolvía al Oviedo al fútbol profesional y dejaba atrás la etapa más gris de su historia. Ahora, a sus 38 años y un sinfín de batallas sobre sus piernas, cuelga las botas y emprende una nueva vida como empresario. Lo hace sin perder de vista al Oviedo. De hecho, el pasado fin de semana estuvo en las gradas del Tartiere para presenciar en vivo el derbi asturiano.

–¿Le ha costado dar el paso y dejarlo?

–Ha sido una decisión meditada. Ya el año pasado me costó irme a Logroño. Y aunque fue una experiencia bonita, en una ciudad en la que se vive muy bien y en un equipo en el que jugué, ya el final de temporada se me hizo largo. Después llegaron algunas ofertas, sobre todo de Primera Federación, pero ninguna me ilusionaba y me dije que en algún momento había que dar el paso.

David Fernández entró pronto en la cantera del Rayo Vallecano, donde fue quemando etapas hasta llegar a ejercitarse con el primer equipo. «Desde el primer día creo que jugué de central. En alguna ocasión, también de medio o lateral, pero siempre me he sentido defensa. Como si sintiera la responsabilidad de defender», dice.

Después le llamó el Atlético de Madrid, tenía 20 años, para jugar en el filial. Linares y Guadalajara fueron sus paradas antes de aterrizar en Oviedo en 2012, con el equipo en Segunda B. Cubrió cinco campañas, indiscutible para todos los entrenadores. He aquí una constante en su carrera: siempre ha sido titular en sus equipos. Siempre. Otras cinco campañas en el Alcorcón y el cierre en el Logroñés terminan de dibujar una carrera trufada de 613 partidos como profesional, 299 en Segunda División.]

–¿Y ahora?

–Ahora estoy en un periodo de aprendizaje en la empresa, en GS Group. Entré como socio hace 3 o 4 años, ahí está Laure, que fue compañero en el Alcor. Cuando jugaba estaba al corriente de la empresa pero ahora estoy en el día a día. Estoy en una fase de conocimiento y aprendiendo. Con mucho movimiento, no es solo estar en la oficina, que también lo agradeces.

–¿Echa de menos el fútbol?

–Pues la verdad es que de momento, no. Jugué un par de pachangas en verano y el otro día con los veteranos del Alcorcón, que acabé y me dolía todo. Pero tenía claro que tenía que dar el paso, que ya era la hora. Si algo echo en falta es la vida en el vestuario, el día a día, el grupo. Eso sí. Pero ya estoy centrado en nuevos retos. Aunque no descarto que en el futuro pueda dedicarme a algo relacionado con el fútbol.

[El fútbol que ahora deja a un lado tiene para él un lugar reservado en Oviedo. Fue en el club en el que más disfrutó y se corona con ese cabezazo a centro de Susaeta que permitió al club azul recuperar su sitio en el profesionalismo. Cada vez que viene a Oviedo, a pesar de su discreción, se cruza con muchos aficionados que le dan las gracias por aquello.]

–Su balance como futbolista.

–Más que bueno. Feliz con cómo se ha dado todo. Quizás hay momentos en lo que podría haber tomado otro camino y elegido otras cosas, pero todo lo que me llevo son experiencias positivas. Siempre he jugado, eso también ayuda. Y apenas he tenido lesiones, salvo alguna rotura de fibras aislada.

–Se la dejo botando: su mejor recuerdo en el fútbol.

–Cádiz, claro. Pero también te digo que aunque no hubiera marcado aquel gol también diría Cádiz. El gol aumenta esa experiencia. De vez en cuando alguien me manda el vídeo de aquel gol porque se cumplen x años. Y me sigue emocionando.

–Marcó solo 9 goles en su carrera y, sin embargo, siempre se le recordará por aquel gol.

–Es curioso, sí. Me acuerdo que Vila y yo teníamos una jugada que uno bloqueaba y el otro entraba al segundo plano. Pero ante el Cádiz no lo hicimos. Ellos defendían en zona, entonces Sergio (Egea), que era muy práctico, nos mandó repartir las zonas y que cada uno entrara a la suya. Y además tenías a Susaeta con ese guante…

–Y el gol.

–Ese recuerdo... No sé cómo explicarlo. Yo no estoy acostumbrado a vivir esas sensaciones en un partido, no soy de celebrar. Seguro que los delanteros tenían pensado esos días cómo celebrar el gol del ascenso, pero yo no. Improvisé.

–¿La anécdota más sorprendente tras ese gol?

–La de la pareja que dijo que le pondría a su hijo el nombre del autor del gol del ascenso. En la celebración en Oviedo me pararon y me lo contaron, ella estaba embarazada. Me dieron las gracias porque si hubiera marcado Dioni… (risas).

–Un par directas para acabar: un entrenador.

–En lo futbolístico, Egea. Era muy buen gestor de vestuario. A veces escucho que cualquiera hubiera subido con aquella plantilla. No estoy de acuerdo. En lo personal, Hierro. Era mi ídolo, me acuerdo que hasta lo dije en el Atleti, en una entrevista, imagínate lo que significaba. Es un diez como persona.

–Un compañero.

–En Oviedo, Diego (Cervero), sin duda. Como compañero, como amigo, pero también porque por su culpa tengo este sentimiento tan bonito por el Oviedo y por la ciudad. Me acuerdo el primer año las charlas que nos daba, veías cómo vivía él el club y te transmitía una barbaridad. De aquellas aún no éramos tan amigos, pero el tío te llegaba.

Además, me gustaría destacar también dos buenos amigos que hice en Alcorcón: Laure y Marco Sangalli.