Sergio Ramos, con licencia para agredir

Francesc J. Gimeno

Francesc J. Gimeno

Después de 16 temporadas ininterrumpidas en la élite, el central del Real Madrid Sergio Ramos ha dado sobradas muestras de su desmesurada impulsividad y se ha ganado con creces el calificativo de jugador violento. En su historial figuran una amplia lista de ejemplos que confirman su escasa predisposición al juego limpio.

El capitán madridista está acostumbrado a emplearse con excesiva dureza, como volvió a demostrar en el último partido que su equipo disputó ante el Viktoria Pilsen, correspondiente a la cuarta jornada de la fase de grupos de la Champions League, porque los árbitros acostumbran a hacer la vista gorda y no castigan las acciones violentas que protagoniza. La última prueba es su violento codazo a Milan Havel, al que fracturó la nariz. El colegiado ni siquiera le amonestó. Es lo habitual.

Pese a su sucio historial -tiene el récord de amarillas (164) y expulsiones (19) en la Liga española, y el de amonestaciones en la Champions League (38)- Sergio Ramos sigue empleándose con excesiva dureza con los rivales y goza de una evidente impunidad tanto en la Liga Santander como en Europa. Esta misma temporada agradió al colchonero Correa en el derbi con un manotazo y sólo vio la amarilla, o acabó sin amonestaciones frente al Alavés pese a dar una patada con el tacón a Calleri en el minuto 6 y cuatro minutos después soltar el codo ante el mismo jugador. En ninguna de las dos jugadas intervino tampoco el VAR, poniendo así de manifiesto el doble rasero a la hora de valorar las agresiones de Sergio Ramos. Al central del FC Barcelona Lenglet, en cambio, el VAR le expulsó por otro codazo a Pere Pons.

currículum violento

En su currículm violento figuran destacadas las dos sucias acciones que protagonizó en la última final de la Liga de Campeones ante el Liverpool. Lesionó al egipcio Mohamed Salah al agarrarle del brazo y caer sobre él, y posteriormente volvió a agredir con el codo al meta Karius, al que dejó conmocionado en el arranque del segundo tiempo. Paradójicamente, ninguna de esas dos acciones fue castigada por el árbitro.

Sergio Ramos es un habitual en los partes de incidentes de los partidos. Lo conocen bien jugadores como el rojiblanco Lucas Hernández, que en un partido de semifinales de la Champions League en marzo de 2017 recibió un brutal codazo del madridista de forma claramente voluntaria, pero el árbitro dejó impune esa agresión. También ha probado su mala uva el blaugrana Leo Messi. En aquel histórico clásico jugado en el Camp Nou en 2010 que concluyó con un contundente 5-0, el central blanco intentó cazar al argentino por detrás fruto de su impotencia y posteriormente dio un manotazo a su compañero en la selección Carles Puyol.

víctimas

"No fui a hacerle daño", se justificó el defensa sevillano al concluir el partido ante el Viktoria Pilsen tras su agresión a Havel. Curiosamente, a lo largo de su carrera ha enviado a la enfermería a un gran número de rivales. Además de Salah y Karius, en septiembre de 2010 también lesionó de gravedad a Nacho González (Levante). Como consecuencia de su dura entrada, el delantero uruguayo fue baja el resto de la temporada. Y lo mismo le ocurrió al entonces bético Álvaro Vadillo un año después. El joven delantero andaluz abandonó el Santiago Bernabéu con una grave lesión en su rodilla derecha después de un empujón del defensa madridista cuando el balón había salido del terreno de juego en una jugada sin peligro.

En diciembre de 2014 la víctima fue el céltico Gustavo Cabral. Sergio Ramos le pisó el tobillo y le obligó a abandonar el campo en camilla. Finalmente sólo fue un esguince. Y en octubre de 2016 se llevó por delante al milanista Ricardo Montolivo, que se despidió de la temporada por culpa de una lesión en la rodilla derecha.