El Bernabéu ya pita al Real Madrid

El partido ante el Shakhtar fue la continuación del encuentro ante el Elche. La diferencia es que el Real Madrid jugaba en su estadio, ante una afición que no perdona la mediocridad y que acabó enfadada por la pobreza del juego de su equipo. Los blancos llevaban tres partidos sin ganar en casa y pese al triunfo hubo irritación del respetable, que no traga con la complacencia de un entorno pelota que se centra en las victorias y obvia la pobre imagen futbolística que ofrece el equipo de Ancelotti en sus últimos enfrentamientos.

Un Bernabéu que ya pita al Real Madrid que ha vivido sin presiones durante la pandemia. La ausencia de público le ha dado un margen de tranquilidad que se ha acabado. Lleva seis partidos y ha ido de más a menos de manera peligrosa. Comenzó con dos goleadas (Celta 5-2 y Mallorca 6-1) para quedarse seco contra el Villarreal y Osasuna (0-0) y caer con el Sheriff (1-2). El pírrico triunfo ante el Shakhtar (2-1) enfadó a la afición que no perdonó la pobreza del juego de su equipo.

UN MADRID TIESO E INDOLENTE

Fue un calco del triunfo ante el Elche, del que se silenciaron sus claras las limitaciones. Las dudas de su juego son cada vez más patentes. Es un equipo cuando defiende en campo contrario y otro cuando lo hace en el propio. Sale a por los partidos y cuando se pone en ventaja se acomoda: juega al ritmo del marcador. Ancelotti no es capaz de que el equipo juegue como un bloque. Culpa al calendario que no les da tregua para preparar los partidos y eso se traslada al campo, juegan bien 30 minutos y se defienden el resto con el único plan del contraataque porque están tiesos. Solo la presencia Vinicius y Benzema con Courtois les está salvando y evitando una bronca mayor de la grada.

Dos chispazos de Vinicius, autor de los dos goles al Elche, facilitaron los tantos a placer del francés. Pero el bueno es Karim por marcar los goles 1.000 y 1.001 en la Champions. Parece que es el único equipo que juega cada tres días para justificar la mediocridad de su fútbol. Un victimismo que esconde la falta de confianza de Ancelotti en los suplentes pese a tener 15 reservas para dar aire a los que juegan siempre. Un Madrid indolente con serios problemas estructurales por no apretar en las marcas, y que se aleja de su filosofía de jugar al ataque al proponer el contraataque, que debería ser un recurso y no un estilo de juego.