Xavi Hernández: Disfrutar o sufrir

Xavi  Hernández, en el Barça-Alavés

Xavi Hernández, en el Barça-Alavés / Javier Ferrándiz

Xavi Torres

Xavi Torres

Recuperen ustedes la cara de Xavi Hernández del 8 de noviembre de 2021, el día que fue presentado como entrenador del Barça ante 10.000 aficionados. Es la ilusión hecha hombre, la de un culé que regresa a casa tras seis años de periplo catarí.

Vean también la del 15 de enero de 2023 en Riad después de darle un baño al Real Madrid y levantar la Supercopa, su primer trofeo como técnico azulgrana. El segundo llegó cuatro meses más tarde, el 14 de mayo y en casa del vecino: el Barça ganó la Liga goleando al Espanyol. La cara de Xavi definía perfectamente lo que es la felicidad.

Sin embargo, estas tres fotografías no resumen la trayectoria de Xavi como entrenador. El domingo, tras ganar 2 a 1 al Alavés, apareció en la sala de prensa con mal cuerpo. Un día más. Esta vez habló de los periodistas que, cree él, perturban con sus críticas a los futbolistas más jóvenes y generan un mal ambiente.

Como generalizar no es correcto, nada que objetar desde esta humilde tribuna: él es quien vive ahí dentro y sabe lo que sucede en el vestuario e, incluso más allá de una posible maniobra de distracción, puede que sea cierto que la parte del entorno que corresponde a los periodistas no ofrezca la positividad que a él le gustaría.

Llegados a este punto, uno se pregunta si el hecho de que todas las crónicas periodísticas hablaran hoy de un fútbol maravilloso -aunque la realidad sea la que es- serviría para que el equipo, de repente, cambiara el rumbo y pasara a jugar como espera el barcelonismo.

La función del periodismo es cuestionarlo todo, también el fútbol practicado por el Barça de Xavi. Desde el respeto y sin una crítica más allá de la profesional, fiscalizar el trabajo del entrenador del Barcelona se antoja absolutamente imprescindible para obligarle a dar su mejor versión en cada momento.

Para él y su equipo de colaboradores, la opinión discrepante y constructiva debe suponer un reto diario de exigencia personal para sacar el máximo rendimiento de sus futbolistas porque además, como todo el mundo sabe -sobre todo, Xavi- el Barcelona es un club diferente cuando se habla de fútbol. Y precisamente esa diferencia es la que le convirtió a él en jugador de la Masía, en aspirante a futbolista profesional y, finalmente, en leyenda del club.

Xavi debe delegar en su equipo de trabajo, ejecutivos de la casa y directivos todas las cuestiones que ahora mismo le hacen sufrir y centrarse en disfrutar con lo que más le gusta, el fútbol, el juego, en recuperar las esencias de esa idea que tanto le apasiona pero que no acaba de hacer entender a sus jugadores. Que no pierda el tiempo fuera porque la solución a los problemas del equipo está dentro del maravilloso tesoro del método azulgrana.