Xavi no es culpable... pero tampoco inocente

Xavi, durante el entrenamiento de hoy

Xavi, durante el entrenamiento de hoy / JAVI FERRÁNDIZ

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Los resultados han puesto a Xavi en la diana. Gajes del oficio, va incluido en el sueldo. No es el culpable directo del mal juego del equipo, pero tampoco es inocente del todo. Por el cargo que ocupa, tiene una parte de responsabilidad importante que debe asumir y no puede eludir. No olvidemos que un entrenador vive sentado en el tiovivo de los resultados, el marcador es su juez inapelable. Triunfos son argumentos a favor, derrotas son críticas.

Si alguien conoce bien el entorno barcelonista es Xavi. Ni le pueden sorprender los elogios generosos cuando gana cuatro partidos seguidos, ni los comentarios insidiosos cuando encadena tres encuentros decepcionantes. Es la grandeza del Barça, para lo bueno y lo malo. Se pasa del blanco al negro como si no hubiera grises. Cuando el factor emocional sube y baja en función del último partido, lo importante es mantener la cabeza fría, confiar en tus capacidades y no dejarte llevar por los estados de ánimo.

El entrenador del Barça tiene que tener la personalidad suficiente para encerrarse en su trabajo y no dejarse influenciar por el entorno. Debe aislarse de la presión de la directiva. No debe preocuparle lo que dice la prensa. Y mucho menos de lo que digan los aficionados o las venenosas redes sociales. Su futuro depende de los títulos y conseguirlos debe ser su objetivo prioritario. Menos obsesionarse por la imagen que quieres dar y mas centrarte en mejorar el rendimiento del equipo en el campo.

Xavi no es la primera víctima de los últimos tropiezos. Los fallos personales en defensa y la falta de acierto en el remate son factores coyunturales que un día salen bien y otro mal. La directiva lo debe entender así y respetar el papel del técnico. Ponerse nerviosos, tensar la cuerda antes de hora o filtrar rumores intencionados, es una vieja táctica que nunca reporta beneficios. La situación económica del club no es la óptima para exigir el máximo ya que la plantilla, aunque mejorada, sigue teniendo limitaciones. Solo hay una fórmula para ganarse el futuro, trabajo, confianza y paciencia.

Querer contentar a todo el mundo es imposible. Xavi tiene que controlar sus declaraciones encontrando un punto de equilibrio entre lo que dice pensando en los aficionados y lo que interpretan los jugadores en el vestuario. Son dos lenguajes incompatibles. Criticar en caliente siempre es peligroso y mas si descubres tus debilidades. En su afán de intentar convencer a los socios, a veces se desnuda en sus declaraciones post partido quedando en evidencia ya que lo que dice no responde a la realidad. Hay problemas que se arreglan antes hablándolos en el vestuario que aireándolos al exterior.