Vitor Roque es una bestia

Vitor Roque, nuevo futbolista azulgrana

Vitor Roque, nuevo futbolista azulgrana / FC Barcelona

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco

Llegan las primeras olas de calor y de temperaturas tropicales, y con ellas, una nueva estrella propia de esas latitudes: Vitor Roque. La historia del joven brasileño es la historia de una evolución explosiva, la progresión casi contestataria de un joven que con solo 16 años debutaba como suplente en un Cruzeiro Esporte Clube de Belo horizonte (Brasil) dirigido entonces por el mítico Vanderlei Luxemburgo, y que tras solo 18 minutos tuvo que sacarlo de nuevo del terreno de juego, del todo desfondado, por no haber podido aguantar o saber administrar, la exigencia física del encuentro el día de su presentación entre la élite de su país.

Ese episodio, estoy convencido de que marcó lo que hoy es y representa el joven jugador de la humilde ciudad de Timoteo. Vitor Roque, lejos de quedar afectado, tomó la particular decisión de no volver a verse vencido por la exigencia de este deporte, por el esfuerzo o por la voracidad de la alta competición, y se puso manos a la obra para conseguir combinar la deslumbrante astucia dentro del área para con el gol, con una fortaleza física que también resultara ejemplar y le permitiera poder lidiar con quién fuese, donde fuese y cuando fuese.

Hoy Vitor Roque es para todos los analistas uno de los centro-delanteros más potentes del mundo, no solo combina esa fuerza con su habilidad brasileira, sino que en mucho casos, es precisamente esa fortaleza, energética y rocosa, la que le hace salir airoso de duelos ante rivales aparentemente mucho más corpulentos y de mayor envergadura.

Hoy Vitor Roque es una bestia, dicho desde el máximo respeto y en el sentido más halagador, y aunque mucho se le está comparando con el aún añorado Luis Suárez, un servidor le ve más cosas, muchas más cosas, del mejor Kun Agüero que del astro uruguayo.

Atrás quedaron esos 18 minutos de estupor y agotamiento, atrás quedó ese aviso premonitorio que marcó su realidad de hoy, una realidad energética e incombustible que marcan su presente, un ilusionante presente donde esos 18 minutos quedaron clavados en su amor propio y le transformaron para siempre.

Vitor Roque será ese jugador que gusta a la afición, a su olfato y habilidad, unirá ese sello tan “culer” como es el de la presión alta, el del esfuerzo desmedido, el del hambre desbocado, el de perseguir la bola desde la salida rival en una presión asfixiante, pero asfixiante para quien se ponga enfrente, no para él.

Vamos a disfrutar mucho, y es que nada gusta más a un aficionado que ver a sus jugadores dejando la piel por su escudo, y en ese terreno, señores y señoras… Vitor es una bestia