Por fin, terreno conquistado

Adama, durante el Barça - Atlético

Adama, durante el Barça - Atlético / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

En la previa, debate estilístico. En el menú degustación, fútbol a la carta. Al fondo, la verdad. El que siente Xavi es el mejor para el Barça y el que siente Simeone es el mejor para el Atleti. De propina, el Barça encontró el partido que necesitaba en el momento que más lo necesitaba. Tercer hombre, extremos abiertos y presión tras pérdida. Lo que se pedía. Lo que se sabe hacer. Un plan de juego reconocible y una puesta en escena más que digna.

Desde que llegó al cargo, Xavi no había ganado por dos goles de diferencia. Eso ya es historia, terreno conquistado. Y desde hacía seis meses, medio año, el Barça no hacía cuatro goles. Eso también es historia. Más terreno conquistado.

La buena noticia para Xavi es que, por más que algún desaprensivo le quiera comparar con Koeman, su equipo juega bastante mejor de lo que decían las viudas mediáticas del holandés. La mala noticia para Xavi es que no volverá a jugar contra lo que queda del Atlético de Madrid en lo que resta de curso. Más terreno conquistado.

Teniendo 9 delanteros en nómina - 8 sanos-, tres de los cuatro goles que se clavaron como estacas en el corazón de Simeone fueron obra de la defensa: Jordi Alba - insisto aunque me quede solo en esto, menos memes y más memoria con este señor-, Ronald Araujo - a renovar cuanto antes-, y Daniel Alves, que tuvo más empuje e ilusión con 38 años que todo el Atlético junto menos Carrasco.

Otra parcela en el zurrón, la de Adama. Criticado por tierra, mar y aire, expuesto como si fuera el suplente de Trincao cuando en realidad nunca lo fue, Traoré supo interpretar qué pide el Barça: frenar o encarar cuando debía, levantar la cabeza, elegir bien sus incursiones y poner la pelota justo donde hace pupa. De sus músculos se ha hablado mucho. De su inteligencia para saber ser extremo, bastante poco. Otra hectárea conquistada, la del relato.

¿Recuerdan que la santa inquisición mediática se llenaba la boca haciendo mofa del “efecto Xavi”? Pues la clasificación no miente: con mil problemas a cuestas, ya está en plaza Champions y aunque el equipo está lejos de lo que debe ser, mejora la herencia recibida. Cuando llegó Xavi, el Barça estaba noveno. Ahora, cuarto. ¿A Canaletes? No, pero se ha mejorado. Otra cosa será luchar por títulos o seguir creciendo hasta final de curso, pero hoy se compite. En juego y en números. Sólo hace falta saber sumar, restar o tener ganas de hacerlo.

Para malestar general de los telepredicadores, la realidad es la que es: pulgada a pulgada, palmo a palmo, el Barça está reconquistando el terreno perdido. Le queda un mundo para ser lo que debe ser y estar donde debe estar, pero el movimiento se demuestra andando. Y al que no le guste, que no mire.