El perfil del que no renegó ni Guardiola

Keita y Guardiola

Keita y Guardiola / AFP

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

El fútbol actual ya no es el de hace diez años, eso ha quedado claro en el Mundial de Qatar y en las últimas temporadas en las que el Barça, el máximo exponente del fútbol de toque y posición que dominó el fútbol durante una década, ha perdido la hegemonía de la que en aquellos tiempos gozó.

No quisiera plantear el debate bajo la fórmula de jugones o resultadistas. Hay términos medios y el fútbol moderno se nutre de lo mejor de ambos conceptos. Me refiero a la idea del deportista completo, de técnica depurada y físico potente.

Durante muchos años ha imperado la convicción de que no se podía ser bueno y correoso a la vez. La década prodigiosa del Barça con Messi, Xavi e Iniesta a la cabeza vino a confirmarlo: los bajitos eran mucho mejores que los altotes y fuertotes. Pues bien, esto ha cambiado y el Barça ha de aceptarlo, procesarlo y adaptarse.

EL CUARTO HOMBRE

Ahora mismo estamos viendo que al Barça ya no le basta con el tiqui-taca. La posesión ya no gana partidos, los nuevos cracks ya tienen algo, o mucho en algunos casos, de atletas. Hoy se requiere calidad e intensidad.

No es por nada, pero Argentina ha sido campeona del mundo con Messi y diez guerreros. Marruecos ha llegado a semifinales con un equipo correoso y duro de pelar. Francia tuvo opciones en la final del Mundial cuando puso a Camavinga en el campo.

También el Madrid tira del propio Camavinga cuando se le tuercen las cosas, por no hablar de Valverde, que dota al equipo de agresividad y recorrido como falso extremo.

Es la teoría del cuarto hombre, algo que en el Barça está mal visto ya que se considera que va contra su ADN. Y así, por no creer en este perfil, no se invierte en primeros espadas y lo que vienen son medias tintas, como Kessié.

Y uno que funcionó, Paulinho, fue traspasado rápidamente. Pero lo trascendente es que el cuarto hombre no va contra la esencia del estilo ni es un atentado al buen gusto culé; no olvidemos que ni el mismísimo Guardiola renegó de él con jugadores como Keita en su Barça o Arturo Vidal, al que fichó para su Bayern. Piénsenlo.

La clave

El fútbol ha evolucionado hacia una mayor intensidad y el Barça ha de adaptarse