Opinión

La Masia es una máquina del tiempo

Messi, Xavi e Iniesta marcaron una época

Messi, Xavi e Iniesta, en una foto de archivo / Javi Ferrándiz

La Masia tiene algo especial, algo que no se puede explicar citando los nombres de quienes la idearon, la gestionaron, la hicieron grande y la convirtieron en el referente mundial que es hoy en día. La culminación de la gran obra maestra de la historia blaugrana fue ver, en 2010, a Messi, Iniesta y Xavi copar el podio del Balón de Oro. Aquella imagen vale más que mil palabras, veinticuatro Champions o tres primitivas de seis aciertos porque sirvió para exhibir ante el mundo una singularidad.

El fútbol base blaugrana fue quien entendió, antes y mejor que nadie, que la diferencia la hace el talento. De él ha hecho bandera y ha aprendido a buscarlo, a saber cómo encontrarlo y entender de qué forma extraer todo su potencial. Messi (Rosario), Iniesta (Fuentealbilla) y Xavi (Terrassa) hicieron realidad el sueño de quienes imaginaron el futuro. El Centre de formació Oriol Tort, uno de esos grandes visionarios, ha sido siempre una máquina del tiempo, capaz de mirar al futuro con una simple mirada a quienes hoy forman parte del fútbol base del Barça. Quienes hace cinco años observaban a Lamine Yamal, a Fermín López, a Balde, a Gavi o a Cubarsí disfrutaban de una experiencia única: proyectar en su mente aquello que, potencialmente, podía llegar a ocurrir cuando alcanzara el primer equipo. 

Cinco años después, el futuro ya está aquí y, aunque el camino que ha llevado a este presente se ha alimentado más de necesidad que de convicción, la satisfacción sigue siendo impagable. El Barça se ha visto obligado a subirse al DeLorean de Doc Brown para iniciar un viaje inesperado hacia un mañana que ya es hoy. 

Ver jugar a Cubarsí en San Mamés ante el Athletic o el Nápoles en Montjuïc es tener la sensación de haberse trasladado al futuro, de haberse comido diez años de golpe y sin masticar, pero en tiempo real. Observar la puesta en escena serena y decidida que exhibe en cada acción Lamine Yamal es despertarse después de dormitar durante años. Es imposible no pensar, contemplándoles, en un futuro parecido al que el pasado nos dibujó en 2010. Es tener la sensación de que algo gordo está pasando, de que sí, efectivamente, La Masia lo ha vuelto a hacer porque nunca ha dejado de hacerlo. Admirarles es viajar en el tiempo, hacia atrás y hacia adelante, es una regresión y una proyección, una aventura con final feliz imaginada en su día por quienes la acabaron haciendo realidad y mantenida por quienes cogieron su relevo hasta convertirla en única. La Masia tiene algo especial que no se puede explicar con palabras, como el fútbol de Messi, Iniesta o Xavi. Como el de Fermín, Gavi, Lamine Yamal o Cubarsí.