Lo del Madrid no tiene ninguna lógica

De Bruyne y Modric

De Bruyne y Modric / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Los culés, desgraciadamente, se han acostumbrado al amargo sabor del fracaso en Europa. Las humillaciones sufridas por el Barça en la Champions (Juventus, Roma, Liverpool, Bayern, PSG...) han convertido esta competición en una auténtica pesadilla para los socios y los aficionados blaugranas. También, por supuesto, para los jugadores, que se han mostrado, año tras año, absolutamente impotentes ante rivales muy superiores. Siete temporadas de desengaños y decepciones. Siete temporadas de fiascos y frustraciones.

El último éxito continental del Barça fue la Champions del tridente. Aquel equipo de Luis Enrique se entregó al poder goleador de Messi, Luis Suárez y Neymar para conquistar el título con una auténtica exhibición ofensiva. A partir de entonces, los culés han ido de desilusión en desilusión hasta la doble desilusión final de esta campaña: eliminados en la fase de grupos de la Champions y eliminados en los cuartos de final de la Europa League. Peor, imposible. Esta terrorífica racha ha coincidido, además, con los grandes éxitos del Madrid, que ha conquistado tres títulos consecutivos. El dolor de los culés se ha multiplicado con esos triunfos. Y la única esperanza de los barcelonistas ha sido, durante todo este tiempo, esperar una derrota de los blancos. Un triste, tristísimo, consuelo. Que, además, pocas veces llega... 

Este martes, los socios y aficionados del Barça habían depositado toda su confianza en el Manchester City de Guardiola. El equipo de Pep parecía el único que estaba en disposición de cortar la racha épica del Madrid en esta Champions. Tras las remontadas ante el PSG y el Chelsea, los blancos se habían envuelto en una pátina de equipo milagro capaz de todo. Con un Benzema salvador. Pero ahí estaba el todopoderoso City para acabar con el Madrid de los prodigios. O eso parecía. Porque aunque el conjunto de Guardiola estuvo a punto de noquear al equipo de Ancelotti, el Madrid acabó saliendo vivo del Etihad Stadium. Increíblemente, pero así fue.

En un loco intercambio de golpes y de goles, los blancos acabaron consiguiendo una valiosísima derrota por la mínima. Cada vez que el Madrid parecía sentenciado (sobre todo tras el 2-0 de los diez primeros minutos), resucitaba. Y al final dejó la eliminatoria absolutamente abierta, pendiente de lo que pueda suceder en el intimidatorio Bernabéu el próximo miércoles. El 4-3 permite al Madrid seguir soñando con otra final. Y con otra Champions. Esto no tiene ninguna lógica...