Yo jugué con la mejor

Aitana Bonmatí

Aitana Bonmatí / SPORT

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco

Cuando el Col.legi Oficial de Infermeres i Infermers de Barcelona contactó conmigo en enero para encargarnos la campaña de este año y empezamos, desde la agencia, a pensar en quién podía protagonizarla, no dudé ni un segundo: Aitana Bonmatí.

Ser publicista significa, también, prever y adelantarse a los referentes sociales y a las tendencias que se crearán de consumo en el futuro, y tuve muy claro que, si elegíamos trabajar con una futbolista, por personalidad, por imagen y por proyección, solo me interesaba Aitana.

Contacté de salida, y a través de Xavi Puig, con su empresa de representación, un equipo joven, simpático y ambicioso que al trasladarme el “caché” de la jugadora (sensiblemente por encima de las posibilidades del presupuesto del colectivo de enfermeras) me hizo dudar de si alcanzaría o no a poder “jugar con ella”.

No desistí, y recuerdo que gravé un mensaje de voz para que se lo hiciesen llegar donde le explicaba de forma íntima y personal el momento de stress post-pandémico de nuestro colectivo profesional y su frágil situación laboral y retributiva, pero también la fuerza, la ambición y la determinación con la que trabajan las enfermeras y el paralelismo que veía con ella, así como la plena convergencia que podíamos conseguir si nos uníamos. La reacción de Aitana fue inmediata, y mostrando una humanidad que ya presentía, se prestó sin titubear a protagonizar nuestra campaña por una cantidad excepcional y muy por debajo de la que cabía suponer.

No la conocí personalmente hasta coincidir con ella en el rodaje en la Ciutat esportiva. Esperaba encontrar una persona tímida y prudente y encontré una persona tímida y prudente, pero también había dado con una mujer con un “ángel” del todo insólito y sorprendente. Aitana goza de un acting singular y único. Aitana te acaricia con la sonrisa y te abraza con la mirada, es fresca, auténtica y gracias a Dios, paciente. Los rodajes son pesados y los publicistas más: Repetimos una y mil veces tomas, corregimos dicciones, demandamos sensaciones interpretativas no siempre fáciles de entender, pero ella, solícita y perfeccionista como yo, no dudó en repetir cuanto hiciese falta para conseguir, tenaz y comprometida, el objetivo deseado.

Detrás de ese aspecto frágil, como inseguro, descubrí que en realidad se ocultaba una bestia. Una profesional como la copa de un pino. Un ser humano mucho más seguro que muchos de los que opinamos sobre ella, y que, en una anécdota impagable y ante mi petición de filmarla dando toques con la cabeza como imagen de recurso, no dudó en soltarme: “Lluís, déjate de cabecitos, al futbol se juega con los pies”

Palabra de Aitana. Palabra de Dios.