El futuro de Luis Enrique se tiene que aclarar

Luis Enrique, en rueda de prensa

Luis Enrique, en rueda de prensa / Joan Monfort

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Cuando quedan menos de cinco meses para que termine la temporada, no me puedo creer que Luis Enrique no tenga decidido su futuro. Estamos convencidos de que lo tiene claro aunque no lo diga. Si de verdad duda, no será por la gran plantilla que tiene o por el interés del club en que firme la renovación. No es normal que la dirección deportiva esté negociando las renovaciones de jugadores que acaban contrato el 2018 y 2019 y que el futuro del entrenador que solo tiene contrato hasta el verano de 2017 sea una incógnita. El asturiano ha dicho por activa y por pasiva que de este tema no quiere hablar hasta el mes de abril. Una postura intransigente que el club ha tenido que aceptar a regañadientes aun sabiendo que podía ser el gran perjudicado si al final hay que buscarle sustituto aprisa y corriendo.

Después de dos años y medio en el cargo, de muchos más años en la casa, de conocer como pocos el famoso entorno blaugrana, cuesta entender las razones que justifiquen la postura del técnico asturiano. Nos consta que su entorno más próximo le empuja para que continúe, pero él sigue pensando que un ciclo de tres años en el Camp Nou es suficiente ya que con el tiempo las relaciones con los jugadores se deterioran –como le pasó a Guardiola– y el rendimiento baja. Por dicho motivo pensamos que hoy está más cerca del NO que del SÍ, aunque en el fútbol nada está escrito. 

Mientras el técnico sigue deshojando la margarita, el club está en la obligación de chequear el mercado, analizar posibles opciones, mirar qué entrenadores acaban contrato y qué cláusulas de libertad tienen Klopp, Sampaoli o Valverde. Todo ello sin hacer ruido y confiando en que si la marcha del equipo continúa viento en poca, más fácil será convencerle. Cuanto antes se pronuncie Luis Enrique, más rumores y polémicas se evitarán. 

Villar, atrapado en los juzgados

Vaya por delante que no tengo nada contra Ángel Villar, todo lo contrario, durante mucho tiempo fue un presidente eficaz para el mundo del fútbol y a nivel deportivo durante su mandato La Roja consiguió los mayores éxitos: dos Eurocopas y el Mundial 2010. El problema es que después de ¡29 años! en el cargo se le han agotado las ideas, vive de la poltrona y está enfrentado a medio mundo. A nivel internacional ya le han echado de la FIFA y le han arrinconado en la UEFA. Su época pasó y los amigos de Blatter y Platini están marcados por la corrupción.

Esta semana ha aflorado un escándalo que deja a Villar tocado y quién sabe si también hundido. El Consejo Superior de Deportes ha revelado una irregularidad económica grave en la Federación, unas subvenciones no justificadas. Se han visto obligados a reintegrar 1,5 millones al Consejo al no poder justificar los fines solidarios a que estaba obligada la subvención. Dicho en otras palabras, el año 2010 reciben un dinero para desarrollar cuatro programas deportivos que no efectuaron. Esta apropiación indebida desembocó en una querella que ha dejado a Villar condenado por la ley.

Entre tanto, lleva un año maquinando triquiñuelas para aplazar las elecciones de la Federación Española. Por otro lado, esta semana declaró por otra demanda penal por ayudas ilegales al Recreativo y al Marino de Tenerife. ¿Puede presentarse a la reelección un hombre acusado por la justicia? El sentido común dice que no.