La discreta bulimia del Caníbal

Marc Márquez, en las puebas de Sepang.

Marc Márquez, en las puebas de Sepang. / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Nunca un mundial había arrancado con tanta expectación. Para que luego digan que sin Rossi esto iba a ser un muermo. La acertada renovación del vigente campeón -Pecco Bagnaia- por dos años más es el marchamo que certifica que parte de nuevo como favorito. Por la Ducati que lleva, sí, pero porque -seamos respetuosos con él- ha ganado los dos últimos títulos.

Me resulta molesto que se ponga en duda la calidad de los pilotos de hoy. La comparación con los del pasado, incluso con los maestros del rodeo de las motos de 2 tiempos, ya no tiene sentido. Esas motos corren mucho, sí. Mucho no: muchísimo. Son estratosféricas y podríamos caer en la trampa de que sólo por eso revientan muchos récords en la actualidad. Que la electrónica ayuda, cierto. Que la aerodinámica lo permite, también. Pero encima de la moto va alguien que debe llevarla, y eso no es nada fácil cuando lo que anda en juego no se recupera volviendo a la primera pantalla del juego.

La grandeza de este campeonato, no obstante, esta con el punto de humanidad con el que arranca. Con el dilema de saber el nivel con el que se desempeñara Márquez con la Ducati. Esa es la Excalibur que hay que sacar del yunque de la duda. No falta quien dice que Marc vuelve a tener problemas con su hombro. No lo sabemos. Si en Italia al de Cervera le denominan “El caníbal” es por algo. Por su insaciable apetito de victoria, por una voracidad sin límites que jamás tiene suficiente con nada.

Su pretemporada con el equipo Gressini hay que interpretarla con precauciones. Marc nunca enseñó muchas cartas habitualmente antes de empezar cualquier campeonato... excepto cuando no ha tenido nada que esconder porque la evidencia era indisimulable.

Ahora, hoy, este es un Márquez distinto. Indudablemente más precavido (la acumulación de sinsabores lo aconseja), más prudente (que no más temeroso), más táctico que instintivo. A la fuerza, probablemente, que la edad y el historial médico dictan.

Tan nuestro, tan SEAT. SEAT Ibiza

Tan nuestro, tan SEAT. SEAT Ibiza / SEAT

Pero hay que seguir confiando en él. Siempre. Si yo fuera uno de sus rivales no me fiaría ni un pelo de él. Y creo que las noches de sus competidores no deben estar exentas de comeduras de olla en un momento como este en el que hay que poner en duda hasta la rumorología sobre su lesión.

Tal vez ni en Catar ni en Portimao veamos “la realidad” de ese Márquez 2.0. Austin, uno de sus feudos favoritos, pero sobre todo Jerez serán como la prueba del 9. El algodón no engaña; sobre todo si es hidrófilo.

Sin embargo, que nadie crea que MM93 ha saciado ya su apetito. Sólo que ha aprendido a disimularlo. Vaya: lo mismo que hago yo con mi dietista, aunque a mi no me cree nadie. O sea, idéntico a lo que nos pasa con Márquez: que su voracidad no tiene límites, pese a que ahora haga ver que no.