Alexia: Yo me lo guiso, yo me lo plancho

Alexia premios

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Carme Barceló

Carme Barceló

Como diría el emérito, “me llena de orgullo y satisfacción” comprobar que una de las cabezas con más coronas sea de la de una futbolista del FC Barcelona. También me gusta que, además de ser la reina en el campo, maneje a la perfección el bastión de mando que le otorga su calidad más allá del césped. Referente absoluto, Alexia Putellas respondía con un conciso “2022” en sus redes sociales al impresentable y machista comentario de un periodista radiofónico durante la retransmisión del Betis-Sevilla. Lopetegui vestía de calle, algo poco habitual en él, y el personaje en cuestión apuntó que “muy mal la mujer, que debería tenerle el chándal lavado y planchado”. El traje que le confeccionó Alexia con cuatro cifras -y otras muchas futbolistas- es comparable al que la jugadora le ha hecho a muchas de sus rivales. La catalana se ha llevado un nuevo premio, esta vez el The Best, que pasará a la historia por su mal fondo (incoherencia futbolística) y forma (una gala lenta, con problemas técnicos y a la que sólo asistió en cuerpo y alma Cristiano Ronaldo, al que le premiaron por su trayectoria cuando sigue en activo). La vergüenza de comprobar que en el ‘once estrella’ de la FIFA no estuviera ninguna jugadora del Barça, incluida la mejor del mundo, ni tampoco el entrenador que consiguió un ‘triplete’ es directamente proporcional a la satisfacción de confirmar que el primer equipo femenino azulgrana es un referente mundial a pesar de los estamentos.

El Barça Femení es hoy la bandera que enarbola directiva y afición. Agotar las entradas para el partido de Champions contra el Real Madrid es un hito histórico. Por desgracia, los pasos que dan ellas con las botas puestas, los patea la realidad. Si hace dos días era la apostilla machista de un periodista, hace tres, cien y mil que estas mujeres y tancarmetas otras soportan carros y carretas en su trabajo y en su vida cotidiana. En el caso de las futbolistas, muchos y muchas se llenan la boca con los éxitos, pero en la intimidad hablan de ellas en minúsculas. Esto es así. ¿Qué falta para vestirlas de traje y no plantearse quien se lo ha planchado? ¿Qué necesitan para que nadie se pregunte antes por su sexualidad o su aspecto físico en lugar de sus cualidades como profesional? ¿Qué paso colectivo debemos dar? De momento, Alexia Putellas y sus compañeras se lavan la ropa con la filosofía y el jabón de casa y la lucen como nadie.