Ahogar al Barça no es bueno para nadie

El Barça se ha comprado un coche nuevo, uno de los guapos, de los que lucen y obligan a girar el cuello para contemplarlo, pero va a tener problemas para sacarlo a pasear porque quien manda en la carretera le obliga a deshacerse de algunos de los viejos que tiene en el garaje sin usar y cuyo mantenimiento es carísimo. El Barça tiene el dinero para gastarse una millonada en un nuevo vehículo, pero deberá liberarse de viejas carracas para disfrutarlo. Desde cualquier óptica, no tiene ningún sentido.

Nadie en su sano juicio entendería que el Manchester United se gastara 55 millones por un jugador y que la Premier no le permitiera inscribirlo. Ni que la Juventus firmara a alguien por 60 y la Serie A le dijera que no puede jugar. En España todo es distinto. Tener dinero ya no sirve de nada porque las normas que en su día se pusieron entre todos se han convertido en el mayor obstáculo para que LaLiga crezca. Las normas están para cumplirlas, sí, pero los tiempos cambian, las pandemias existen y cuando perjudican de forma tan evidente a la propia empresa, se convierten en absurdas. Ha llegado el momento de cambiarlas. Barça y Real Madrid, sobre todo, son quienes permiten al resto de los clubes ingresar inmensas cantidades de dinero gracias a los derechos de televisión. Sin ellos, LaLiga sería una competición menor, como la portuguesa, de ahí el rechazo a la Superliga. Tiene lógica porque no conviene que vuelen solos.

Pero una cosa es luchar contra una competición cerrada desde la élite y otra muy distinta ahogar a una entidad como el Barça, obligándole a realizar esfuerzos titánicos y a desprenderse de emblemas para la competición como Leo Messi, hoy en Francia, o de jugadores franquicia como Griezmann, que cambió el Camp Nou por el Metropolitano porque Simeone le rescató para la causa. Y todo ello para mantener el privilegio del resto. Es contraproducente, es pan para hoy y hambre para mañana. Es una aberración. El club ya ha demostrado que está en vías de recuperación y convendría entender bien qué significa tener un Barça potente o, por el contrario, debilitado, como ha ocurrido esta temporada. No solo de palabra, sino también con hechos.

¿Por qué el dinero de CVC es bueno para sanear los números del Barça y el de Goldman Sachs, no? ¿Por qué Messi se habría quedado firmando con el primer fondo de inversión, pero no podía hacerlo tras recibir 595 millones del segundo? La respuesta la tiene Tebas, alguien que debería velar más por los clubes que por la institución que preside, paradójicamente creada por los clubes, que le pusieron de presidente.