Cambio climático

¿Por qué consumir limones ayuda a luchar contra el cambio climático?

El limonero, el árbol que más CO2 ‘secuestra’: 26,2 kilos al año cada ejemplar

Liomoneros.

Liomoneros. / Pixabay

Ramón Díaz

La lucha contra el cambio climático se ha convertido en uno de los principales retos del ser humano. El futuro del planeta, y por extensión de la especie, está en juego. Un informe sobre la huella de carbono del sector del limón ha revelado que es un eficaz aliado en la lucha contra el calentamiento global, al ser un verdadero sumidero de CO2. El limonero es el cultivo con los mayores valores de fijación de este gases de efecto invernadero de todos los cítricos y el resto de las especies arbóreas.

Los números: cada limonero absorbe 26,2 kilogramos anuales de CO2 atmosférico, así que los casi 14 millones de árboles de esta especie de la cuenca mediterránea española retienen un total del 360.550 toneladas de CO2 al año.

Dado que el sector emite 49.300 toneladas CO2 en el desarrollo de su actividad (18.122 durante el transporte, 19.705 en los almacenes de manipulado y confección y 11.473 en las industrias), la conclusión es que su huella de carbono neta supone una fijación de 311.250 toneladas de CO2 al año. Y que por cada kilo de limones frescos que el consumidor adquiere se retienen 263 gramos de CO2.

La cantidad anual de CO2 que ‘secuestra’ el sector del limón español es el equivalente al que generarían 60.000 personas, incluyendo todas sus actividades y consumos a lo largo de un año. O el que emiten en ese mismo período de tiempo 120.000 coches de gasóleo recorriendo una media de 20.000 kilómetros.

Limones.

Limones. / Pixabay

De todo ello se desprende que el sector del limón contribuye en la lucha contra el cambio climático y ayuda a frenar el avance de la desertificación, tal y como recoge un informe de la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo (Ailimpo).

Prácticas que reducen emisiones

Las elevadas cifras de fijación de CO2 son debidas a las prácticas que los productores están realizando, entre las que en el documento se destacan las siguientes:

–La superficie de cultivo ecológico se ha triplicado en los últimos años en España. Entre 2012 y 2019 se ha pasado de 1.708 a 7.117 hectáreas. El cultivo ecológico contribuye a reducir las emisiones, ya que la fijación neta en las explotaciones ecológicas es superior a las de cultivo convencional (8,23 frente a 7,8 toneladas de CO2 por hectárea y año).

–La trituración e incorporación de los restos de poda supone la disminución de la evaporación del agua del suelo y un aumento de la materia orgánica con el consiguiente incremento del CO2 almacenado en el suelo.

–El 92% de la superficie de limón cuenta con sistemas de riego localizado sin laboreo del suelo, así que no se consumen combustibles fósiles en el acondicionamiento del terreno. Además, el no laboreo conlleva una menor actividad de mineralización de la materia orgánica, lo que favorece la fijación de mayor cantidad de carbono en el suelo.

–La optimización del riego y el uso de técnicas como sondas de humedad, mallas de acolchado para reducir la evaporación o la técnica de ‘riego deficitario controlado’ (redución de las aportaciones totales de agua de riego al cultivo en periodos de baja sensibilidad al déficit hídrico), conlleva una reducción del consumo de agua y por lo tanto, una menor necesidad de energía eléctrica para el riego, reduciendo las emisiones.

–Las inversiones en modernización de maquinaria agrícola han sido muy importantes en los últimos años. En la actualidad las explotaciones cuentan con tractores más modernos y eficientes que consiguen reducir el consumo de combustible y las emisiones de CO2.

Mejora de la huella de carbono

“En los últimos tiempos, surge un nuevo concepto en las relaciones entre proveedores-clientes-consumidores en el sector agroalimentario; la necesidad y exigencia de ser sostenible. Se trata de un nuevo enfoque de trabajo y de relaciones a lo largo de la cadena de suministro”, indica el informe.

“El Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero refleja que el sector agrario en España es responsable del 11,9% del total de las emisiones. Por ello, nuestras empresas deben establecer estrategias de reducción de emisiones; impulsando las energías renovables en detrimento de las fósiles, invirtiendo en I+D+i y trabajando de manera transversal a la comunidad internacional en alcanzar los compromisos mundiales en materia de cambio climático”, añade el texto.

Huella de carbono del sector del limón.

Huella de carbono del sector del limón. / Ailimpo

Así, aunque el sector es netamente fijador de CO2 atmosférico y su huella de carbono es muy favorable, el informe incluye una serie de recomendaciones, que supondrían una mejora de su huella de carbono. Entre ellos:

–Continuar innovando en la eficiencia en el riego.

–Seguir optimizando el uso del agua y los fertilizantes.

–Aumentar la materia orgánica del suelo.

–Fomentar la agricultura ecológica.

–Promover la lucha biológica y biotecnológica.

–Seleccionar proveedores de energía eléctrica de origen renovable.

–Generar energía renovable en las explotaciones.

–Persistir en la modernización de la maquinaria agrícola.

–Renovar las flotas de vehículos con híbridos o eléctricos.

–Formar a los conductores de mercancías en una conducción eficiente.

–Realizar auditorías energéticas y análisis de la huella de carbono.

–Utilizar sistemas de refrigeración que empleen gases que no afecten al calentamiento global

La UE, principal destino del limón español

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en 2019 se cultivaban en España 45.832 hectáreas de limón. De ellas, 7.117 eran de cultivo ecológico (3.729 hectáreas certificadas para poder comercializarse su producción como ecológica y el resto en conversión).

En cuanto a la producción, según los datos de Ailimpo, en la campaña 2019/20 se alcanzaron 1.208.159 toneladas de limones. Durante esa misma temporada se enviaron a la industria un total de 252.167 toneladas de limón, mientras que al mercado en fresco se destinaron 910.468 toneladas.

Limones.

Limones. / Pixabay

En el caso de la fruta con destino a la industria, la fijación neta se sitúa en 237,93 gramos de CO2 por kilo de limón, mientras que en el caso de la fruta cuyo destino es la comercialización en fresco la cifra es de 262,82 gramos de CO2 por kilo de limón.

La menor fijación neta de la fruta cuyo destino es la industria es consecuencia del mayor consumo de energía en el proceso de transformación del limón.

El principal destino del producto fresco fueron los países de la Unión Europea, seguido por el mercado interior y países extracomunitarios.

Ailimpo se fundó en Murcia, en agosto de 1998, convirtiéndose en la primera organización interprofesional española reconocida por la Comisión Europea.

El limón español da trabajo a 20.000 personas y moviliza a 30.000 transportistas en Europa y a cientos de profesionales que lo exportan a América del Norte.

Informe de Ailimpo:

https://www.ailimpo.com/documentos/Huella_de_carbono_del_sector_del_limon_espanol.pdf