Vingegaard inicia el sorpasso en la Vuelta

El doble ganador del Tour triunfa en la primera de las tres cimas del Cantábrico y empieza el asalto hacia la victoria final cuando este miércoles llega la cita con el Angliru

Sergi López-Egea

Jonas Vingegaard

 quiere ganar la

Vuelta a España

y no le vale que el triunfo se lo lleve su gregario, por mucho que le duela y por muy buen rollo que tengan el doble ganador del Tour y Sepp Kuss, el líder de la carrera, con un Primoz Roglic

, que siembra muchas más dudas sobre cuál va a ser su papel en el Jumbo.

El conjunto neerlandés, de rebote, decidió abrir la lata de la Vuelta, con la sensación de que parece que no le importa que su estrella danesa dé el sorpasso en la clasificación. Y todo esto a un solo día del gran ascenso al Angliru, la cima más difícil de una ronda española al rojo (o al amarillo) vivo.

Si 

Vingegaard se ha apuntado a la Vuelta

es por un doble objetivo y en ninguna de las dos circunstancias entra la posibilidad de no ganar la prueba cuando física, táctica y ofensivamente sólo demuestra que cada día va a más y que cuando cambia el ritmo, tal como hizo en el Tourmalet, no lo sigue ni su propia sombra.

Ganó en la subida de cabras, con todo el respeto, de Bejes, en la frontera entre Cantabria y Asturias, y pisando el mismo territorio, hacia Fuente Dé, donde Alberto Contador tumbó a Purito Rodríguez para comenzar a ganar la Vuelta de 2012. Y lo hizo con la mano en el corazón, las lágrimas cayendo de los ojos y sin levantar los brazos porque el Jumbo corrió toda la etapa con el alma sobrecogida y con la preocupación en la cabeza, tras conocer una “noticia tremenda”, la que afectaba a su mejor amigo en el equipo y el gregario que Wout van Aert siempre quiere tener a su lado en cualquier carrera. Nathan van Hooydonck, uno de los héroes del Jumbo en el Tour, había sufrido un accidente de tráfico a primera hora de la mañana -las informaciones que llegaban desde Bélgica hablaban de que a consecuencia de un problema cardiaco- y su estado era gravísimo.

El mejor mensaje

No estaban de humor y menos para afrontar la primera de las tres etapas cantábricas de montaña. Van Hooydonck, además, viajaba con su mujer, embarazada de ocho meses, afortunadamente ilesa. La pareja ya perdió en 2021 el bebé que esperaban, un drama. El pinganillo fue el que iluminó el rostro del equipo dominador de la Vuelta. Poco antes de iniciar la subida a Bejes les dieron el mejor mensaje desde la radio del coche: Van Hooydonck estaba fuera de peligro.

Respiró Vingegaard y se animó para empezar a cumplir el doble objetivo con el que se ha apuntado a la Vuelta. Quiere ganarla y comprobar, pensando en el Giro, que es posible conseguir el triunfo de dos grandes rondas en un mismo año. Si triunfa en la Vuelta se quitará un peso de encima y empezará a ver, de cara al futuro, que el doblete Italia-Francia es algo más que una posibilidad.

Cambió el ritmo, el que difícilmente puede seguir Tadej Pogacar en el Tour, y al que nadie responde en la Vuelta, porque él pedalea en otra dimensión. Quedaban 3,8 kilómetros para la cima y cada pedalada que daba Vingegaard iba acompañada de segundos de diferencia. Por detrás nadie se movió y cuando lo hizo Roglic, cuando el Jumbo ya se había enardecido con las buenas nuevas que llegaban desde Bélgica, también comprobó que no corría a la misma velocidad de su compañero danés.

Más de un minuto de ventaja

Fue más de un minuto el que logró Vingegaard en la meta y con la Vuelta abierta en cuanto a saber el nombre del candidato final a la victoria, pero cerrada porque siempre llevará el uniforme del Jumbo.

Vingegaard, después de la victoria, se apoyó sobre el manillar de su bici y estalló, emociones y lloros. “Ha sido el triunfo más emotivo de mi vida porque le quería dedicar la victoria a Nathan, mi mejor amigo, que parece que está mejor. Por eso, sólo quiero disfrutar del momento”. Y ese momento significaba, este martes, no pensar en la dureza que le espera -a él y a todos los corredores- en la ruta hacia el Angliru, donde el infierno empieza a siete kilómetros de la cima, tras el paso previo por el incordio del Cordal.