Historia SPORT

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50 años del 'partido fantasma': cuando la URSS renunció al Mundial en protesta por la dictadura de Pinochet

El 21 de noviembre de 1973, la selección chilena llevó a cabo un simulacro de partido -ante un rival que no se presentó- en un estadio utilizado por los militares como centro de tortura

Chile y la URSS quedaron emparejadas en la repesca por una plaza mundialista: la ida en Moscú (0-0) se jugó pocos días después del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende

Chile y la URSS se enfrentaron por un puesto para el Mundial de 1974

Chile y la URSS se enfrentaron por un puesto para el Mundial de 1974

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Es oficialmente el partido más corto de la historia de la FIFA, si es que se le puede llamar partido a lo que sucedió en la tarde del 21 de noviembre de 1973 en el estadio Nacional de Santiago de Chile.

Ese día, los jugadores de la selección chilena llevaron a cabo un esperpento, "un teatro del absurdo" como lo definió uno de sus jugadores, Carlos Caszely, ex de Espanyol y Levante. Chile jugó ante un rival inexistente: marcó un gol (a puerta vacía, lógicamente) que le sirvió para clasificarse para el Mundial de 1974.

Su rival, la Unión Soviética, no se presentó al partido por un motivo de peso: protestar por el golpe de Estado que Augusto Pinochet había llevado a cabo dos meses antes en Chile, derrocando al gobierno de Salvador Allende para instaurar una dictadura militar que duraría 17 años.

La fase de clasificación para el Mundial de 1974 era muy distinta a la actual: los equipos sudamericanos solo tenían adjudicadas 3,5 plazas. Es decir, tres equipos se clasificaban de manera directa y el cuarto tendría que jugar una repesca ante una selección europea.

Pero Brasil, que había ganado el Mundial anterior, tenía derecho a una plaza fija, por lo que las otras dos plazas y media estaban en juego. Se disputaron tres grupos: el primero lo ganó Uruguay y el segundo, Argentina.

Chile ganó el tercero. Y le tocó jugar la repesca ante la selección de la Unión Soviética.

11 de septiembre de 1973: una fecha fatídica para Chile

Chile había jugado los partidos de su grupo en los meses de abril y mayo de 1973, antes de que Pinochet llevase a cabo su golpe de estado. Los partidos ante la URSS ya estaban programados cuando los militares de Pinochet tomaron el Palacio de La Moneda, sede del gobierno, el 11 de septiembre de 1973. Los partidos se jugarían en Moscú el 26 de septiembre y en Santiago de Chile el 21 de noviembre. En juego, una plaza para el Mundial de Alemania'74.

Todo lo que rodeó a esa repesca, sin duda la más extraña de cuantas se hayan jugado bajo el amparo de la FIFA, estuvo marcado por la política y la controversia. Empezando por el partido de ida: los jugadores chilenos, inquietos por lo que estaba sucediendo en el país (algunos, con familiares desaparecidos o bajo tortura) viajaron a Moscú en condiciones muy complicadas, en el primer avión comercial que salió de Chile tras el golpe de Estado. Tampoco fue fácil obtener los visados.

"Nos dijeron que no hablásemos de la situación del país y que nos centrásemos en nuestra misión, jugar al fútbol", admitió después Leonardo Véliz, uno de los seleccionados chilenos. Antes de viajar a Moscú, el médico de la selección, Elías Jacobo Helo, recibió una amenaza velada. "Cuídate, Elías, porque yo no hago canjes", le dijo Gustavo Leigh, el jefe de la fuerza aérea chilena que había bombardeado La Moneda.

Caszely saluda a Salvador Allende

Caszely saluda a Salvador Allende / EFE

"Fue el partido de los valientes, porque los jugadores tuvieron que pasar muchas vicisitudes para poder jugar en Moscú", recuerda el periodista Axel Pickett, autor de 'El partido de los valientes', que cuenta todos los detalles de ese duelo entre Chile y la URSS.

El partido de ida se disputó en Moscú y acabó sin goles. No fue un partido al uso: las autoridades soviéticas dieron órdenes de no televisar el partido, en teoría para diluir la importancia del choque, en previsión de lo que sucedería poco después, es decir, que la URSS no se presentaría al choque de vuelta y por tanto se quedaría sin Mundial.

Y eso que el soviético era un equipo muy potente: un año antes, en 1972, habia sido subcampeón de la Eurocopa, y contaba con uno de los mejores jugadores del continente, Oleg Blokhin, que sería Balón de Oro en 1975.

Dos días antes de la fecha prevista para el partido de vuelta, a los jugadores chilenos se les informó de que la URSS no se presentaría al partido en Santiago. Pese a ello, la FIFA envía una comisión para ver si las condiciones son aptas para el partido.

Acuden el brasileño Abilio d'Almeida y Helmut Käser, secretario general de la FIFA. Rehúsan hacerlo los otros dos miembros designados, Helmut Riedel, de Alemania Oriental, y Sándor Barcs, húngaro, como recuerda el periodista Alfredo Relaño en su libro '366 historias del fútbol mundial'. Y la comisión decide que a pesar de lo que está sucediendo en Chile, el partido se puede jugar.

Los soviéticos no estaban de acuerdo. "Por consideraciones morales, los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio nacional de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos", expresó la federación sovética días antes del partido de vuelta.

Un centro de tortura

Efectivamente, el estadio nacional de Santiago fue durante aquellos días una cárcel y un centro de torturas. Los cálculos más aproximados apuntan que durante los primeros diez días de dictadura pasaron por el estadio más de 40.000 detenidos. Muchos de ellos no salieron vivos; entre ellos el cantautor Víctor Jara.

Y pese a ello, en uno de sus episodios más bochornosos de su historia, la FIFA decretó que el partido tenía que jugarse. Sin rival, pero tenía que jugarse.

Así que los jugadores de Chile se presentaron al partido perfectamente uniformados. No les resultó fácil. "Había seis jugadores que tenían familiares identificados con el gobierno de Allende. Otros habían presenciado en directo el asalto al Palacio de La Moneda", recuerda Axel Pickett.

Tampoco fue un día fácil para la afición chilena: en un estadio con capacidad para 80.000 espectadores, unos 15.000 acudieron al supuesto partido. Muchos lo hicieron no para ver fútbol, sino para intentar averiguar dónde estaban sus familiares o amigos.

Esperpento y amistoso

Para intentar evitar un escándalo mayor -y para compensar a los seguidores que habían pagado una entrada-, la federación chilena programó un amistoso ante el Santos para ese mismo día.

A la hora señalada, los jugadores de Chile saltan al césped. No hay rival en el otro lado del campo, pero el árbitro decreta el arranque del partido. Los jugadores se pasan el balón entre ellos y el capitán, 'Chamaco' Valdés, marca a puerta vacía.

"Lo que pocos saben es que Valdés había visitado hacía un mes ese mismo estadio, pero para nada relacionado con el fútbol. A comienzos de octubre se entera de que Hugo 'Chueco' Lepe, defensa del Colo Colo, está detenido. [...] Tras días de búsqueda, Valdés encuentra a 'Chueco'. Y ve por dentro los centros de detención, escucha las torturas y las ejecuciones simuladas": el apunte procede de 'Futbolistas de izquierdas', de Quique Peinado.

El árbitro, Rafael Hormazábal, pita el final y la FIFA otorga de manera oficial la victoria a Chile por 2-0. (Poco después se juega en el mismo escenario el amistoso de Chile ante el Santos, que acaba con victoria clara del equipo brasileño, 0-5).

"Fue el teatro del absurdo", dijo Caszley, "ni siquiera entre amigos se juega así; ¡hasta el árbitro era chileno!". 'La tarde más triste del fútbol', titularon algunos medios chilenos.

Chile jugó el Mundial de 1974, pero sin pena ni gloria. Perdió con Alemania Federal, empató con Alemania Oriental y con Australia y quedó fuera en la primera fase.