Rubi, el picapedrero del fútbol total

Rubi inició su carrera como entrenador en el Vilassar de Mar

Rubi inició su carrera como entrenador en el Vilassar de Mar / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El fútbol, para Rubi, “es un espectáculo y la gente debe disfrutar con lo que ve”. Toda una declaración de intenciones expresada en su presentación como técnico del Espanyol, pero, sobre todo, una manera de entender el juego que le ha acompañado durante toda su carrera. El de Vilassar de Mar, población del Maresme a la que llegó con 7 años, ha llegado a la élite gracias, única y exclusivamente, a su pasión casi obsesiva por entrenar, un trabajo que arrancó en 2001 en el club de su pueblo, en el mismo en el que empezó a jugar.

A partir de su primera experiencia, que se alargó dos temporadas, su nombre ha ido siempre asociado al fútbol ofensivo y una metodología de trabajo moderno, casi revolucionario entonces. Pero Rubi no era nadie y, sin padrinos, solo se tenía a él y a su carácter constante, el que le llevó a entrenar a L’Hospitalet, Sabadell, Espanyol B (logrando el ascenso a Segunda B en la primera de las tres campañas que dirigió al filial blanquiazul), Ibiza y Benidorm. El final de su etapa en el club alicantino fue un punto de inflexión porque durante dos años los banquillos le dieron la espalda.

un parón necesario

Las temporadas 2010-11 y 2011 -12 las pasó en blanco y su familia, propietaria de una empresa de turismo, intentó que se uniera al proyecto familiar. Lo hizo durante un breve periodo de tiempo que solo sirvió para convencerse aún más de que lo único que podía dar sentido a su vida era el fútbol. La crisis de los 40 le sorprendió el 1 de enero de 2010 con una carrera estancada, pero no estaba dispuesto a tirar la toalla y aceptó unirse al proyecto del Girona como ojeador y analista, primero, ayudante de Josu Uribe más tarde y, finalmente, desde el 8 de junio de 2012, como máximo responsable técnico del primer equipo. Los de Montilivi habían salvado la categoría con mucho sufrimiento y el presupuesto no invitaba a ser optimista, pero Rubi llevó hasta la cuarta posición a su equipo y jugó el ‘play-off’ de ascenso a Primera (cayó ante el Almería), plantando la semilla que permitió a Pablo Machín acabar el trabajo.

guardiola y tito luchan por él

Aquella temporada permitió a Rubi colar su nombre en la agenda de clubs importantes. Uno de ellos, el Barça. Tito Vilanova, al que le unía una gran amistad, logró convencerle para que se convirtiera en la figura que él había interpretado junto a Pep Guardiola en el mejor Barça de la historia. El de Santpedor, nuevo técnico del Bayern de Munich, también intentó que Rubi se uniera a su proyecto en Alemania, aunque el de Vilassar de Mar eligió el Camp Nou. La enfermedad golpeó de nuevo a Vilanova y su primer año de blaugrana, junto al Tata Martino, no fue lo que había imaginado. Decidió no cumplir los dos años que tenía firmados, pese a que Zubizarreta insistió para que siguiera, para volver a hacer caso de su corazón: tenía mono de banquillo y se marchó al Valladolid junto a Jaume Torras, ya inseparable desde su reencuentro en el Barça. En Pucela jugó la promoción de ascenso a Primera, confirmando que era entrenador de los buenos.

Tras intentar mantener a Levante y Sporting en Primera como sustituto de Alcaraz y Abelardo, respectivamente, el Huesca llamó a su puerta. Los aragoneses subieron a Primera de su mano la pasada temporada, pero, más allá del histórico éxito, lo más destacado es la forma en que lo hicieron. La filosofía que le acompaña, “el fútbol es un espectáculo y la gente debe disfrutar con lo que ve”, se hizo realidad en Huesca acompañada de resultados, los mismos que está logrando en el Espanyol. El fondo y la forma, unidos por Rubi.

convencer, no imponer

“Rubi no impone su idea, convence al jugador de que es el mejor camino posible”, asegura un peso pesado de la estructura deportiva del Espanyol. El de Vilassar de Mar prefiere plantillas cortas en las que todos sus futbolistas estén enchufados y comprometidos con el proyecto de inicio a fin, planifica sesiones de trabajo intensas en las que cada ejercicio tiene un sentido, todo está pensado. Las sesiones de vídeo, específicas para cada jugador, son habituales, pero se reducen a jugadas concretas con las que explicar visualmente qué quiere. Su metodología, ya desde sus inicios en 2001, podría recordar a la de Pep Guardiola si no fuera porque el hoy técnico del Manchester City aún mostraba su talento como futbolista y aquella temporada se unió al Brescia italiano.