Blanca Fernández Ochoa: "Hemos perdido a los dos mejores"

Su hermano Paco, muerto; Rienda, lesionada... ¡Menudo mes! El esquí español se queda sin referentes

Blanquita... ¡Qué gran persona! Todavía está conmocionada por la muerte de su hermano, Paco Fernández Ochoa. Le ha dejado un enorme vacío y no lo niega. Pero las desgracias nunca llegan solas. El pasado lunes, María José Rienda, la granadina universal, se lesionó de gravedad en los Estados Unidos y puso su brillante carrera deportiva al borde del precipicio. ¡Menudo mes! "Hemos perdido a los dos mejores", explica visiblemente emocionada la única medallista española en unos Juegos Olímpicos de Invierno -bronce en Albertville'92-. "Se nos ha ido Paquito, que fue un héroe en Sapporo y María José dejará de competir por mucho tiempo porque su lesión es muy grave y veremos cómo se recupera. No es lo mismo 'romperse' con 18 años de edad que con 31", añade. Cada situación en su ámbito, naturalmente, que una cosa es la muerte y otra muy distinta, el mundo de los vivos -aunque estén lesionados-. En ambos casos, el esquí español se ha vuelto del revés. Así son las cosas en un país habituado a vivir de los 'milagros', de los casos aislados, de las genialidades individuales... Ahora, sin 'Paquito', desaparecido para desgracia de su legión de incondicionales -la muerte nunca es bien recibida- y con la granadina a la espera de ser intervenida quirúrgicamente este próximo lunes en los Estados Unidos, no se adivina futuro alguno en el llamado deporte blanco español. El presente sólo es vacío; un pozo sin fondo de oscuridad y de silencio.

Blanca Fernández Ochoa vive días de emociones intensas. A la irreparable muerte de su hermano, une ahora la merma que supone el percance sufrido por su amiga María José Rienda: "Sé que estaba muy ilusionada -explica-. Esta temporada se había preparado a conciencia porque aspiraba a la victoria en la general de la Copa del Mundo en la modalidad de gigante. Tenía unas ganas enormes... La lesión fue un jarro de agua fría, lógicamente. Sé que lo está pasando muy mal". Blanca recordó que el doctor Richard Stedman, que operará a la andaluza el lunes, también la trató a ella en su día: "Son casos diferentes porque yo no llegué a pasar por la mesa de quirófano. Soy muy cabezota y, a pesar de que tenía los ligamentos de mi rodilla izquierda destrozados -el anterior, completamente roto y el posterior, sólo parcialmente-, no me quise operar. Faltaban quince días para que empezara la Copa del Mundo... El dolor que tuve que soportar durante muchos años de competición fue tremendo. Antes de tomar la salida, me veía obligada a realizar estiramientos, abdominales y, al menos una hora de trabajo específico con mi rodilla. El caso de María José es peor, puesto que ella sufre lo que se conoce como 'tríada'. Confío en su total recuperación pero necesitará tener mucha paciencia...".

Tira del hilo de su propia experiencia y añade: "Ahora puedo hacer vida normal... relativamente. ¡Que no se me ocurra esquiar, jugar al tenis, al squash o al paddle, porque entonces lo paso fatal! Todavía competía cuando se me diagnosticó una artrosis de caballo. Un médico me dijo que tenía la rodilla de una mujer de 60 años de edad que hubiera estado fregando escaleras toda la vida. ¡Hasta ese punto...! Me aseguraron que a los 40 años podía acabar en una silla de ruedas y ya ve, aquí estoy con 43 años, tirando para adelante

como puedo...".

Llegados a ese punto, le pregunto por el futuro del esquí español y Blanca sale al paso con agilidad felina: "No estoy muy al día, la verdad... (medita unos segundos). Sé que está Carolina (Ruiz) y poco más. Vi a Roldán -presidente de la Federación Española- en el homenaje a mi hermano, pero apenas hablamos. Lo único que sé es que María José era el único cartucho que nos quedaba y ahora se ha perdido. Paco era el pasado y ella el presente. Ya no tenemos nada". No parece sorprenderse por esa situación. "¿Por qué iba a estarlo? Ya sabemos que el nuestro es un país de escasa tradición alpina. A la gente le gusta esquiar los domingos pero no competir. Es natural; es un deporte muy sacrificado. Si hay cuarenta niños practicando, lo lógico es que salga uno, o ninguno. Si hay cien mil, las posibilidades se multiplican. Está claro que España no es Francia, ni Italia, ni Suiza, ni por supuesto Austria... Gracias al trabajo impecable de alguna gente salió Paco, después yo, Rienda, Carolina... Ese es nuestro nivel y no otro; lo que nos corresponde. Y no hay más".

Le pregunto por su estado personal y por la huella que dejó Paquito en su vida. No hace falta incidir más en el tema. Entra a pecho descubierto: "Lo mejor de todo es el legado de generosidad que nos brindó. Para mí es un héroe; alguien que llegó muy lejos -oro en los Juegos Olímpicos de Sapporo'72- y que nunca dejó de ser accesible, cosa que hoy no pasa con otros deportistas como la mayoría de futbolistas, Fernando Alonso, Rafa Nadal... Es difícil llegar a ellos. En cambio, mi hermano estaba al alcance de cualquier persona que se lo propusiera. Nunca tenía un 'no' por respuesta. Su generosidad era ilimitada y, mire, le diré que por todo eso llevo muy bien su ausencia. Porque Paco sigue a mi lado y me habla. Lo sé, lo noto... Me transmite energía y una gran paz interior. Me ocurre algo parecido con mi padre, que también significó mucho para mí".