Xavi, el último heredero

El técnico sigue el camino iniciado por Cruyff y revisado por Guardiola en el banquillo del Barça

Xavi quiere hacer historia como lo hicieron sus predecesores: ganando con un fútbol inequívoco

Xavi: "Hay una mejora importante desde que llegué"

Xavi cree que el equipo ha mejorado desde su llegada pero asegura que se deben perfeccionar muchas cosas todavía / FCB

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Xavi no ha llegado al Barça a gestionar a diario una plantilla y marcharse a casa con la satisfacción del deber cumplido. Xavi dejó Doha para cumplir un sueño que perseguía desde que, en 2015, colgó las botas de blaugrana: convertirse en el entrenador del “mejor equipo del mundo”, que es como define el egarense a este singular club que, parafraseando a Núñez, da nombre a la ciudad de Barcelona.

Y entrenar al mejor club del mundo supone el mayor reto que Xavi tendrá a lo largo de su carrera porque no se trata solo de un desafío profesional, sino, sobre todo, personal. No está de paso ni quiere, única y exclusivamente, ganar títulos. Es obvio que ese es el último objetivo, pero quiere hacerlo de la misma manera que lo hicieron Cruyff y Guardiola: dejando una huella imborrable. Xavi es el tercer hombre, el heredero.

Un antes y un después

Los puntos de inflexión no se prevén, suceden. Y es el tiempo quien los descubre. El de Cruyff fue la final de Copa de 1990 que se jugó en Mestalla ante la Quinta del Buitre. Todo estaba preparado para el triunfo blanco, pero el Barça ganó 0-2 y Chendo dijo aquello de “la han ganado unos que no son españoles”. El resto es historia. La de Guardiola es difusa porque su proyecto arrancó rápido, pero apunta al 3-1 al Sporting de Portugal en la fase de grupos de la Champions tras tres partidos consecutivos en los que encajaron dos derrotas (Wisla y Numancia) y un empate (Racing).

El antes y el después de Xavi, si bien deberá tener aún continuidad, será la goleada al Atlético el pasado 6 de febrero. Nadie se habría jugado una cena a que, efectivamente, así sería, pero aquel 4-2 fue el punto de inflexión del Barça de Xavi Hernández. Los resultados y el juego posteriores son prueba de ello. También los números. El camino para llegar donde el técnico quiere llegar es aún largo y presentará tramos sin asfaltar, pero algo es evidente. Existe un plan y un propósito, un objetivo en mente: jugar bien, ganar partidos y conquistar títulos. La revolución de Xavi ha empezado.

Abriendo ventanas

El entrenador se estrenó ante el Espanyol el 20 de noviembre y allí arrancó su etapa como jefe del banquillo blaugrana. Con todo por hacer y la temporada empezada. Sin tiempo para preparar nada y en plena vorágine, tocaba picar piedra e invertir horas y horas en análisis, correcciones, trabajo de campo y charlas. Labrar y sembrar para recoger los frutos más adelante. Recuperó viejas normas olvidadas en un cajón, marcó las líneas a seguir en lo que a la disciplina se refiere, nuevas rutinas y obligaciones. Abrió las ventanas para airear la estancia y, prácticamente, empezar de cero. Por lo menos en lo que a su idea de modelo futbolístico se refiere.

Hasta que llegó el que, ahora sabemos, fue un antes y un después: la goleada ante el Atlético. Desde el 0-1 en Vitoria ante el Alavés, el 23 de enero, hasta la visita de los colchoneros, el 6 de febrero, pasaron dos semanas en las que Xavi pudo trabajar con casi toda la plantilla. El parón para compromisos sudamericanos y de la CONCACAF solo afectó a Alves, Araujo y Dest. El resto se quedaron en la Ciutat Esportiva trabajando en lo que fue una especie de pretemporada en todos los sentidos. La labor fue intensa, tanto sobre el césped como repasando vídeos y charlando con los jugadores.

Xavi, entrando en la rueda de prensa

Xavi, entrando en la rueda de prensa / JAVI FERRÁNDIZ

Antes del Atlético, el Barça de Xavi había jugado catorce partidos, de los que ganó seis, empató cuatro y perdió otros cuatro. Desde los colchoneros, el Barça de Xavi ha jugado seis partidos, ganado, cuatro y empatado dos. Ninguna derrota. Pero es en el apartado goleador donde se hace más evidente la transformación. En seis partidos el equipo ha marcado los mismos goles (19) que en los catorce anteriores. Además, ha encajado ocho menos (8 a 18). Los fichajes invernales han dado otro aire al Barça, pero solo el trabajo constante explica la evolución. Xavi es el tercer hombre.