El vestuario del Barça, 'picado': "Nos han querido enterrar antes de tiempo..."

Desde el vestuario azulgrana admiten que el agónico triunfo en Sevilla les ha despertado de golpe del coma en el que entraron tras la Supercopa

El duelo copero en Bilbao es ahora un doble o nada: asaltar San Mamés catapultaría la moral de un grupo picado en el orgullo

Xavi se pronuncia sobre el arbitraje del Madrid - Almería: "Va a costar ganar esta liga, ya dije que había cosas que no me cuadraban"

Las palabras de Xavi sobre el polémico arbitraje en el Madrid - Almería / SPORT.es

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Nadie puede morir dos veces. Y a este vestuario, cuerpo técnico incluido, se le ha matado desde la debacle en la final de la Supercopa de España ante el Real Madrid. Hasta este domingo, el grupo vivía medio moribundo anímicamente. Sin embargo, lo vivido en el Benito Villamarín ha servido para despertar del coma a la plantilla del Barça. Picados en el orgullo, fuentes del vestuario admiten que las miradas al suelo de los últimos días son ahora gasolina para rebelarse ante quienes les daban por muertos. "Nos han querido enterrar antes de tiempo", cuentan. 

El humillante KO en Arabia Saudí frente al eterno rival desató la caja de los truenos. Cayó estopa por todos lados. No se libró nadie. Incluso entró en escena el nombre de Thiago Motta como posibile sucesor de Xavi. El entorno del técnico, por cierto, califica de falta de respeto la aparición de dicho rumor. De los jugadores también se dijo de todo e incluso en muchas tertulias se rezaba para que alguien colocara encima de la mesa 80 o 90 'kilos' por pesos pesados como Araujo o Frenkie de Jong.

Xavi lo admitió en público. "El vestuario está tocado", dijo. Con el paso de los días, claro no queda otra que pasar página. Pero fuentes directas del vestuario cuentan a SPORT el decaído ambiente que ha reinado en los últimos días en el vestuario. Los niveles de ilusión rozaban el cero.

El Barça ganó en el Benito Villamarín

El Barça ganó en el Benito Villamarín / VALENTÍ ENRICH

Agonía terapéutica

Pero el fútbol es caprichoso y lo que quizá no daría una contundente victoria por 0-3 sí lo da un agónico triunfo en el último suspiro. Emocionalmente, la montaña rusa vivida en Sevilla sirvió para resucitar a un grupo deprimido. Derrotar con comodidad al elenco de Pellegrini habría sido algo como: "Hoy hemos cumplido pero a ver cuándo damos otra de arena". 

El efecto estimulante del 2-4 en Heliópolis es 10 veces mayor del que habría supuesto un relajado triunfo. Tras ir ganando 0-2, el equipo tuvo que volver a ganar el partido. Y lo hizo en el último suspiro, cuando se veía al borde de oficiosamente abandonar en la carrera por el título.

En el vestuario, la victoria se celebró como si fuera un título. Hubo abrazos por doquier, algún que otro golpe a la pared y, sobre todo, gritos. Muchos gritos. De rabia y orgullo la mayoría de ellos. La plantilla llegaba a Sevilla afectada por las críticas pero también picada por el pobre rendimiento ofrecido en la final de la Supercopa.

Recuperan la cabeza

De alguna forma, en el vestuario creen que, de ganar en Bilbao, este puede ser el punto de inflexión que les haga despegar de cara al tramo decisivo de la temporada. Saben que la batalla de San Mamés será durísima, pero avisan. "¿Y si ganamos al Athletic, qué? Algunos nos han querido enterrar antes de tiempo...", cuentan con un tono que vuelve a desprender la fuerza necesaria para luchar por títulos. Con la mentalidad adecuada puede que los grandes equipos te ganen igualmente, pero sin la cabeza en buen estado seguro que ni siquiera puedes intentar dar la sorpresa. Para más inri, situaciones individuales como las de Ferran, Joao Félix, Lamine o Cubarsí aún añaden más energía positiva.

El grupo asume que, de caer en Bilbao, volverá a la casilla de salida. Pero una de las cosas buenas de haber sido ya descartado por todo es que hay en el entorno quien incluso tenía medio digerido que este Barça no daría alegrías de aquí a junio. Así que, ahora mismo, hay más a ganar que a perder. Porque a un vestuario no se le puede matar dos veces. Más que el miedo a volver a decepcionar, la plantilla del Barça se siente ahora ligera de presión para romper los pronósticos y recordar a quienes tienen prisa por enterrarles que todavía están vivitos y coleando.