Santi Carda: "Los títulos van ligados a la calidad de un vestuario y en cómo se aceptan los roles"

El exjugador de hockey patines recuerda en esta entrevista a SPORT sus años dorados y anécdotas como el día que se cruzó con Guardiola o Jordan en las Juegos de Barcelona

"He intentado aplicar en el mundo empresarial lo que aprendí en el deporte", recuerda el director del Grup Cal Blay

Santi Carda, director general de Cal Blay y exjugador de hockey sobre Patines

Santi Carda, director general de Cal Blay y exjugador de hockey sobre Patines / Cal Blay

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Hace años que Santi Carda (55 años, Sant Sadurní d'Anoia) no pisa un parquet calzado con unos patines, pero sigue siendo una leyenda de este deporte. Sus números -seis Copas de Europa y 501 goles con el Igualada y medalla de plata en los Juegos del 92- son los de un jugador irrepetible que puso fin a su carrera con solo 32 años. Incluso en su etapa más brillante, Carda ya era un tipo inquieto que pensaba en el siguiente paso: el Grup Cal Blay, del que es director general y propietario.

¿Cómo recuerdas el día que decides retirarte?

Cuando un deportista decide retirarse no es una cosa de un día. Es porque ha meditado mucho sobre su jubilación, sus proyectos de futuro y su estado físico. Yo me retiré con solo 32 años de una forma bastante prematura. Aún me quedaba cuerda, pero acababa de pasar una lesión importante, tenía un proyecto empresarial y tenía familia con niños pequeños. Me retiré convencido, pero cuando cuelgas los patines siempre tiene ese mono de jugar los primeros años, pero después se te olvida con el tiempo.

¿Cuándo te diste cuenta de que se acercaba le final?

[Se lo piensa]. Tenía una lesión de espalda que me hacía sufrir mucho. Me privaba de muchas cosas, y al final veía que no estaba al mismo nivel ni me sentía con las mismas fuerzas. Es mejor retirarse por tu propia voluntad y que no sea el deporte quien te retire. También hay que decir las cosas por su nombre: había ganado muchas cosas y a veces la motivación por ganar cuesta más de encontrarla cuando has ganado mucho. 

¿Qué echabas de menos, y qué no, los primeros años sin patines?

Lo que echaba de menos eran los compañeros. La rutina de un vestuario, esa familia; eso es lo que más echaba de menos. Y lo que no, la disciplina tan estricta que exige el deporte de élite.

¿La disciplina era algo que venía de fábrica en tu caso o que tuviste que imponerte?

Siempre digo que hay una parte que ya la llevas de fábrica. Si uno ya tiene una disciplina interna es más fácil pero evidentemente, si tienes aspiraciones, tienes que acentuar mucho más esto. Un deportista de élite tiene que tener estos hábitos porque, si no, lo acabas pagando de una forma u otra. Yo ya tenía estos hábitos y no era un sacrificio para mí ir a entrenar un día que a lo mejor algunos amigos iban de fiesta.

Se habla mucho ahora de la salud mental de los futbolistas, en tu caso ¿cómo gestionabas estos momentos de dificultad?

Siempre he sido una persona que ha tenido mucha autosuficiencia. No he tenido un bajón que se haya alargado mucho en el tiempo. Pero sí que recuerdo en algún momento, cuando estaba con un dolor extremo e intentaba hacer lo que hacía antes y no podía, que fueron momentos muy complicados. Hubo seis meses que solo jugaba y casi no entrenaba; tenía que reservarme para los partidos. Y fueron momentos difíciles porque quería hacer más de lo que podía.

¿Se gana bien la vida un jugador de hockey patines?

No. Pero dentro de ese 'no', yo fui un privilegiado porque estuve en un gran equipo y muchos años en la selección. Enganché la temporada gloriosa de Barcelona 92. Podía vivir de esto pero no podía vivir de las rentas de eso. Hoy por hoy todavía por desgracia se ha devaluado muchísimo más. Y en los deportes minoritarios cuesta mucho poder vivir de esto. Tienes que cambiar el chip; a veces solo nos fijamos en un Messi que gana miles de millones.

¿Por qué hockey patines? ¿No era más fácil para un niño fijarse en deportes más mediáticos?

Porque soy de Sant Sadurní d'Anoia y el deporte es el hockey patines. No son otros deportes. Mi entorno familiar estaba metido y estábamos arraigados a este deporte. El hockey sobre patines es un deporte que lo juegas porque tienes un grupo de amigos que lo juegan y después vas evolucionando y vas soñando. Yo soñé algún día llegar a la élite y al primer equipo del Club Esportiu Noia. Pero al fina mi trayectoria me llevó a otros lugares como Italia y o Igualada.

Y no te fue mal...

Hay una parte que se te puede dar mejor o peor, pero hay un factor que es la buena o la mala suerte. Yo siempre he sido una persona inquieta que ha intentado buscar la buena suerte.

¿Qué relación tienes ahora con los patines?

Es un deporte que me gusta y lo sigo, pero lo sigo de lejos. Ahora no me los pongo. Tengo otras prioridades. Hago de entrenador de un equipo de una empresa. Pero sí que he aplicado toda la metodología del deporte a la empresa. Y eso es lo que me ayudado mucho a tirar adelante. La última vez que me puse los patines fue cuando se celebró el 25 aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Un partido que repetimos la final de España-Argentina y me tuve que poner los patines.

¿Tienes algún recuerdo de los Juegos particularmente especial?

Me acuerdo de varias anécdotas. Para mí fue especial llevar la antorcha olímpica. Había unas ganas locas de Juegos Olímpicos que impregnaba toda la sociedad. Sentíamos un orgullo de país, de Catalunya, de Barcelona. Hubo una transformación. Me acuerdo del día del desfile. El 25 de julio todos los deportistas quedamos debajo de una bandera olímpica y tenía al lado un Pep Guardiola más joven que yo. Estábamos ahí y vinieron unas azafatas con sus cámaras de hacer fotos, porque entonces no habían móviles, y Guardiola les dijo: 'a este que acaba de ser campeón de Liga y de Europa'. Me quedé sorprendido: son anécdotas que te quedan. Y sobre todo el ambiente que había en Barcelona 92. Pasear por la Vila Olímpica... ¡ver a Jordán! A deportistas de élite que solo había visto en televisión. Es algo que se te queda en la memoria.

Ahora estás metido en el mundo empresarial, ¿qué cosas te han servido de tu carrera deportiva?

Lo primero es el trabajo en equipo. Una persona no puede hacer las cosas sola. El compañerismo, la superacion, el sacrificio, el liderazgo, el ejemplo. Son valores que dentro de un vestuario son fundamentales. Los títulos van ligados muchas veces a la calidad de un vestuario. En el Igualada teníamos un muy buen vestuario: un vestuario de amigos, un vestuario crítico, exigente y eso nos dio un plus. Habían roles y esos roles se asumían y se aceptaban. Éramos amigos y lo continuamos siendo 20 años y pico años después. Seguimos siendo una familia".