Del recital de Romario a la debacle ante el Atlético

Romario, figura del FC Barcelona, anotó un hat-trick en el Calderón en 1993 pero no sirvió de nada...

Romario, figura del FC Barcelona, anotó un hat-trick en el Calderón en 1993 pero no sirvió de nada... / ZOLTÁN CZIBOR

David Salinas

David Salinas

Las visitas ligueras del FC Barcelona a feudo rojiblanco darían para un libro. Allí el mítico Josep Escolà firmó su primer hat-trick en la victoria 0-3 en febrero de 1936, debutó Josep Samitier en el banquillo azulgrana (en un inicio de temporada) en septiembre de 1944 y el Barça dejó escapar el campeonato 1970-71 al no pasar del 1-1.

También se registraron partidos muy locos, como el de 1940, cuando el cuadro catalán hizo la hombrada de pasar del 4-1 al 4-4 en solo siete minutos. Y el sábado 30 de octubre de 1993 el barcelonismo vivió una pesadilla. El equipo de Cruyff se fue con 0-3 al descanso, tras un hat-trick de Romario, y acabó derrotado 4-3 tras una segunda mitad calamitosa.

El Barça se presentó al Calderón como líder, empatado con el Valencia y la Real Sociedad a 12 puntos. El la previa, Cruyff avisó que “este partido deben resolverlo las vacas sagradas. Voy a apretarles los tornillos. Tienen que sacar las castañas del fuego y el que no rinda irá fuera”.

Los discípulos del Flaco se aplicaron y resolvieron: 0-3 tras los primeros 45 minutos, con un Romario estelar que hizo lo que quiso. Marcó en los minutos 17 (tras asistencia de Begiristain), en el 25, después de un antológico sombrero a Solozábal y en el 34, tras un pase de Laudrup.

El recital azulgrana había dejado muda a la afición rojiblanca, que vio en el Barça a un huracán incontenible e imparable. Sin embargo, en la segunda mitad cambió el decorado de una forma extrema. Y llegó la debacle.

Un doblete de Kosecki y un gol de Pedro (de falta) y otro de Caminero, entre el minuto 47 y 88, dieron la vuelta al marcador. El partido que había ganado Romario lo perdió un Barça que afrontó la segunda mitad sin alma. El naufragio fue de los que hicieron época. El Barça, con su indolencia y falta de concentración, resucitó a un Atlético prácticamente muerto.

Sin paños calientes

En la sala de prensa se esperaba que Cruyff despedazara a sus jugadores. Y lo hizo, pero sin señalar a nadie. Acusó sin nombrar a nadie. “Algunos desaparecieron en la segunda parte y pareció que jugamos con uno o dos menos”, dijo, para agregar que “faltó oficio para aguantar el resultado. La desorganización fue total”. El técnico de los Países Bajos no quiso tomar decisiones en caliente y esperó a que se calmara el ambiente.

El presidente del Atlético, Jesús Gil, aseguró en Marca que “se ha escrito una de las páginas más hermosas del club. El Atleti se ha engrandecido. Mis jugadores se merecen un homenaje. Así voy con ellos al fin del mundo. Es el día más feliz que he vivido en esto del fútbol. Al Barcelona no le remonta tres goles nadie”. El representante del Barça ese día, el inolvidable y carismático Nicolau Casaus, no dio crédito a lo sucedido: “Esto solo ocurre cada cien años”.

De todas formas, el domingo volvió a tomar la palabra Cruyff -en tiempos pretéritos las preguntas y respuestas no estaban pautadas al milímetro como ahora- y arremetió con fuerza: “La paciencia tiene un límite y cuando las cosas no funcionan hay que cambiar y hacerlas de otra forma distinta. Aquí hay gente que gana mucho dinero y son muy reconocidos. Por eso deben dar la cara”.

El equipo, por su parte, entonó el mea culpa, pero dejó entrever que los cambios en la pizarra no ayudaron. El Barça salió con su dibujo habitual (3-4-3), cambió a 4-4-2 con la salida de Nadal por Begiristain (29’), volvió a defensa de tres al recibir el primer gol (47’) y con la entrada de Juan Carlos por Guardiola (58’) hubo otra reorganización.

Cruyff alineó a nueve de los titulares ante el Atlético en el siguiente partido, de Champions contra el Austria de Viena. No contó con Guardiola ni Laudrup y repescó a Nadal Stoichkov. Ganó el Barça 1-2 y el equipo regresó a la elite europea. “Se jugó con oficio”, dijo Johan al final, para agregar que “se ha luchado, no nos dejamos comer el terreno y así es difícil perder”.

El ‘chuleo al Barça’ -como tituló Marca- no fue el único esa temporada. El 13 de febrero de 1994 el equipo de Cruyff volvió a ser humillado en La Romareda, donde encajó un severo correctivo: 6-3. Sin embargo, a partir de ahí, el Barça no perdió ninguno de los siguientes 15 partidos (13 victorias y 2 empates) y ganó la Liga.

En la Copa de Europa sumó 4 victorias y un empate. Bajó el telón de la temporada en Atenas, en la final de la máxima competición europea, en la que cosechó otra humillación contra el Milan (4-0). Han pasado 25 años y desde entonces y ningún equipo ha vuelto a perder la última cita por cuatro goles de diferencia.