La mano de Xavi

La dolorosa derrota ante el Real Madrid abrió el debate sobre la manera de atacar de un equipo que tiene en su ADN el gusto y la necesidad de hacerlo. Ya sabemos que jugar sin espacios es muy difícil y que obliga a un plan estudiado y trabajado para sacar rendimiento. Tras lo del Bernabéu Xavi reaccionó con dos planteamientos diferentes pero ganadores, ante el Villarreal y el Athletic.

Los extremos del Bernabéu

Que Xavi es un talibán del método cruyffista lo sabe todo el mundo. Gracias a él, un futbolista pequeño, lento, sin regate ni juego aéreo se convirtió en uno de los mejores centrocampistas del mundo optando, incluso, al Balón de Oro. Además, colectivamente, tocó el cielo con un equipo que lo ganó todo jugando un fútbol maravilloso que lo convirtió en la referencia mundial del sector del balón. Replicar aquello es su objetivo aunque, como ya se ha explicado en esta tribuna en multitud de ocasiones, la empresa es muy complicada.

En su idea más pura, a Xavi le encantaría ganar con dos extremos desequilibrantes que fueran capaces de desbordar y generar superioridades a través del regate. De ahí el fichaje de Raphinha y su obstinación por la renovación de Dembélé. Y, también, por insistir una y otra vez en la fórmula de hacerlos jugar a los dos juntos. La última vez, ante el Real Madrid, por ejemplo. No salió bien. Tanto el brasileño como el francés son claros ejemplos de futbolistas que hacen jugadas –algunas, excelentes– pero que no juegan al fútbol porque su nivel de comprensión del juego colectivo es bajo.  

Estos hándicaps alteran cuestiones básicas del equipo. Es cierto que hay que luchar por dar rienda suelta al talento pero también se debe conseguir que éste esté al servicio del equipo. Apelar siempre a la inspiración olvidándose de la táctica y menospreciando las capacidades del rival no acostumbra a ser una buen plan. Atacar desordenado es sinónimo de mala presión y perder el balón más de lo conveniente provoca contras que, en el caso del Barcelona, acostumbran a hacer mucho daño.

Las bajas prestaciones de Raphinha y Dembélé obligaron a Xavi a darle una vuelta de tuerca más a la idea, con alternativas que ya había utilizado antes y otras, en su caso, novedosas.

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Llenar el área

El jueves pasado, ante el Villarreal, Xavi optó por una puesta en escena diferente. Con Lewandowski intocable, el entrenador del Barcelona eligió a Ferran Torres y Ansu Fati para completar su tridente de delanteros. Buscó otra cosa: se trataba de trabajar la amplitud con los laterales –Sergi Roberto y Jordi Alba– y la profundidad, con los citados futbolistas que, además, se sienten muy cómodos jugando cerca de la portería. Ansu, por ejemplo, marcó como ‘9’ clásico en una acción en la que Ferran llegó con el balón controlado hasta el primer palo.

No era la primera vez que el entrenador optaba por este diseño ya que en una plantilla como la del Barcelona el perfil de los laterales acostumbra a ser muy ofensivo. De hecho y gracias a estos planteamientos, Sergi Roberto parece haber alcanzado de nuevo un gran nivel –una pena su nueva lesión– y a Alejandro Balde, algunos ilustres opinadores de fútbol ya le ven el Mundial de Qatar.

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Los cuatro medios

La tercera fórmula usada por Xavi en una semana tiene que ver con el viejo plan de ganar superioridades llenando el centro del campo. De hecho, en esencia, estaríamos hablando de una de las ideas más radicales del cruyffismo y que Guardiola sublimó en la final del Mundial de clubes de 2011, con aquel mítico 4 a 0 al Santos de Neymar que convenció al brasileño de cambiar urgentemente de aires. Aquel 18 de diciembre Pep reunió en el once inicial a Sergio, Xavi, Iniesta, Cesc y Thiago, más Messi. Sin delanteros puros el baño fue histórico a base de una excelente lectura del juego, entre otras cosas, para generar y aprovechar los espacios.

Ante el Athletic Xavi optó por una banda abierta –la diestra, con el mejor partido de Dembélé desde que es azulgrana– y juntó por primera vez a Sergio, Gavi, De Jong y Pedri, que ejercía de falso extremo zurdo. La intención del técnico catalán, como explicó de manera muy pedagógica en la sala de prensa, era superar en número las unidades del equipo vasco en el centro del campo. Y lo logró de manera tan evidente que hasta Ernesto Valverde lo reconoció ante el periodismo. La inteligencia de Pedri es determinante en estas ocasiones ya que entender donde, cuando y hacia donde hay que moverse para generar ventajas es vital. Quizás, con este dibujo, el canario brille menos pero seguramente el equipo sale muy beneficiado.

El modelo

¿Lo sucedido el domingo en el Camp Nou se va a convertir en religión? Rotundamente, no. Xavi Hernández sabe que hay muchas circunstancias que condicionan un partido –lesiones, rivales, estados de forma, semanas con uno o dos partidos, etcétera– pero lo que sí es evidente es que los encuentros ante el Villarreal y el Athletic son un buen ejemplo para los futbolistas en dos sentidos: en el de sentirse útil porque la temporada da para mucho y en el de motivarse para auto exigirse inteligencia en el desempeño de su profesión para entender cualquier planteamiento de su entrenador.

Y, en este punto, una última reflexión: jugar con delanteros abiertos, puntas cerradas o cuatro medios no significa ser fiel a un modelo de juego cualquiera, el cruyffista, por ejemplo. Lo que se valora es la idea, la intención de atacar siempre situándose en campo contrario, de controlar el partido a través de la posesión del balón, de generar y aprovechar los espacios a través de movimientos coordinados, de lucir futbolistas talentosos e inteligentes... Lo sucedido en estos tres últimos partidos tiene que ver con la ocupación racional del terreno de juego y que, como se ha visto, puede exhibirse de muchas maneras.

Este miércoles toca Bayern. ¿Qué tiene en la cabeza Xavi? Quizá éste sea también un buen elemento por jugar: la indecisión de los entrenadores rivales a la hora de plantear un partido contra el Barcelona.