Ni fue un accidente ni nos vale la derrota del Madrid

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Hacía ya bastantes meses, concretamente desde la derrota de Roma, que no dolía tanto una derrota. La debacle del Barça en Butarque ha iniciado una profunda autocrítica interna, desde el vestuario hasta la cúpula directiva del club, destinada a atajar lo antes posible la hemorragia de puntos, goles, juego e imagen que está sufriendo el equipo.

Y la primera conclusión es que la derrota en Leganés no se procesará como una casualidad o un “accidente”, como dijo Valverde al finalizar el partido: nadie en el club, ni siquiera los jugadores, está dispuesto a aceptar este diagnóstico. Las fuentes consultadas por este periódico aseguran que considerar un simple “accidente” una derrota tan “clara y que podría haber sido más amplia” solo llevaría a autoengañarse y no afrontar las causas de la misma.

Por otra parte, internamente hay un gran consenso en que la derrota del Madrid, que es muy útil de cara a la clasificación, “no sirve para aliviar la derrota contra el Leganés” y que, al revés, puede ser peligrosa si es utilizada para tapar las carencias que se vieron el miércoles por la noche.

Pero como sucede en cualquier tropiezo, el vestuario se aferra a una idea para fortalecer el ánimo: “es una derrota muy dolorosa, pero lo único bueno es que llega en el mejor momento posible, cuando hay tiempo de reacción y margen para actuar y cambiar lo que no funciona.”

En resumen: se hará autocrítica, se analizarán las causas de la debacle y se actuará, pero en ningún caso se permitirá que nadie baje los brazos. Autoengaño no, autodestrucción, tampoco.