¿Hay negocio en el baloncesto europeo?

El baloncesto tiene mucho potencial de crecimiento si abraza la cultura urbana como hizo la NBA y logra que Francia e Inglaterra se suban a la rueda

Un Barça negado en ataque se queda sin Final Four

Un Barça negado en ataque se queda sin Final Four

Un Barça negado en ataque se queda sin Final Four / EUROLEAGUE

Marc Menchén

Marc Menchén

Hace meses que asistimos a una partida de ajedrez múltiple entre quienes aspiran a hacer crecer el baloncesto en Europa, quienes quieren controlarlo y quienes no quieren perder su silla. Hoy no sabemos si ese futuro pasa por una Euroliga reforzada con la NBA como comercializadora, si FIBA quiere aprovechar las grietas internas de la primera para recuperar el control de todas las competiciones de clubes -apoyada por la NBA-, o si los astros se alinearán y permitirán un acuerdo a tres bandas que dé un renovado impulso a la disciplina en el Viejo Continente.

Euroliga hace veinte años que sin excesivo ruido mediático sentó las bases de un modelo que entendía que este deporte necesitaba una pirámide competitiva de arriba abajo, es decir, que la sostenibilidad y el crecimiento pasaba por un torneo continental dominante por encima de las ligas nacionales. ¿La razón? A diferencia del fútbol, omnipresente en todos los países, en baloncesto no hay un equilibrio competitivo y mediático entre las distintas ligas nacionales. Y sólo una implantación suficientemente atractiva en toda la región podría alimentar el negocio comercial y audiovisual. Ahí, ACB siempre ha estado ciertamente sola y es la única que podría discutir con argumentos el daño de aplicar este concepto.

El dilema es si la Euroliga de hoy tiene la suficiente fuerza para negociar los términos que definan el futuro del básquet en Europa. La división interna es obvia y el liderazgo más confuso desde la salida de Jordi Bertomeu. Primero entre quienes defienden ir hacia un modelo de sostenibilidad económica y quienes no tienen inconveniente en perder decenas de millones cada año. Segundo, entre quienes para preservar el segundo de estos sistemas aceptarían la rareza de una franquicia en Dubái con el coste logístico y operativo que eso tendría para clubes con ligas domésticas fuertes. Y los que no, pero ven más interesante llevarse la Final Four a Abu Dhabi para no dejar escapar las oportunidades de Emiratos.

El contrato con IMG expira pronto y hay demasiados interrogantes para saber si los 100 millones de negocio actual son un techo de cristal o un nuevo suelo. Si tiene sentido que entre Euroliga y FIBA sumen cuatro competiciones distintas de clubes que hacen que un profano no sepa quién juega qué. El baloncesto tiene mucho potencial de crecimiento si abraza la cultura urbana como hizo la NBA y logra que Francia e Inglaterra se suban a la rueda. Y eso evidentemente exige pactos, harmonización e inversión.