Ser del Barça es...

Desgaste físico, virus FIFA, cansancio mental, nuevos fichajes que no han restado minutos a los jugadores titulares, mala suerte, rivales trabajados desde la táctica... argumentos y excusas varias para justificar haber sumado un punto de nueve en las tres últimas jornadas. Dudas. A la vez, sin embargo, calendario favorable, tridente maravilloso, equipo ganador que se ha ganado la confianza a base de rendimiento... 

¿Con qué se queda el aficionado del Barcelona? Su preocupación es, con seguridad, directamente proporcional a su edad. Los más veteranos estarán buscando un lugar insonorizado donde poder leer y aislarse del mundo durante el Atlético-Barça del miércoles. Un adiós a la Champions olería a final de ciclo, pensarán ellos. Los más jóvenes, sin embargo, ya están pidiéndole a sus padres y abuelos que pongan el cava en fresco. No hay miedo porque jamás lo han sentido. Ser del Barça es esto, sufrir y disfrutar, a la carta.

Pero ser del Barça, para sus futbolistas, también es sobreponerse a los malos momentos a base de convicción y radicalidad sobre los principios básicos que han llevado este proyecto al éxito actual. Es decir, fútbol. Balón. Atacar. Tocar y salir. Inteligencia. Pasárselo bien. Sobre la garra, intensidad, fuerza, valentía,  honor, raza, excitación, sobre todas esas cosas que se le suponen a cada jugador, lo justo. Cambiar el plan distrae y lleva al equívoco. Que Messi haga su faena. Y Neymar la suya. Y Suárez. E Iniesta. Y Sergio. Y así, con cada uno en lo suyo pensando en el colectivo, el Barça es difícil de ganar. Pero si lo hace, si pierde, nadie podrá culpar a nadie por nada. Ahora bien, si pierde maltratando su personalidad no será el Barça. Sería, efectivamente, el principio del fin...