Boateng, un apellido roto desde la infancia

Los hermanos Boateng, de relación fría a inexistente

Los hermanos Boateng, de relación fría a inexistente / efe

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Kevin-Prince Boateng aterrizó en Gran Canaria con la vitola de fichaje mediático pero generando muchas dudas en torno a cuál sería su rendimiento. El ex del Milan, que con cinco goles es el máximo realizador de Las Palmas en Liga, busca en el conjunto insular una estabilidad que no ha tenido nunca, ni en el terreno deportivo ni en una vida privada marcada por la fría –y ahora nula- relación con su hermano Jérôme, jugador del Bayern.

Ambos nacieron en Berlín con solo un año de diferencia. Kevin vino al mundo de la mano de Christina, quien poco después dejaría de ser la pareja de su padre Prince, ghanés. Con otra mujer, Prince tuvo a su segundo hijo, Jérôme. Ni al uno ni al otro dio la atención requerida, ya que a los pocos meses de su nacimiento les abandonó. Ese fue el inicio de la separación entre los dos hermanos.  Jérôme, más afortunado, creció en un barrio berlinés de cierto poder adquisitivo, unas condiciones opuestas a las que vivió Kevin. “En mi barrio, o eras pandillero o eras traficante de drogas o eras futbolista”. Por suerte para él, eligió la tercera opción.

Kevin, que añadió Prince a su nombre en homenaje a su padre, se convirtió según él mismo en un “chico del ghetto”. Dicho en otras palabras, Kevin tuvo que hacerse un hombre antes de tiempo, lo que le llevó a convertirse en un tipo desafiante y en ocasiones, polémico. De hecho, fue un enfrentamiento con el seleccionador de la sub-21 alemana lo que le llevó a querer representar a Ghana. En la otra cara de la moneda estaba Jérôme, un chico prudente y correcto al que todo parecía sonreírle. 

Pese a su opuesto carácter, su relación era ‘solo’ fría. Y digo ‘solo’ porque en los meses previos al Mundial del 2010 ésta quedó totalmente rota. En un Chelsea-Portsmouth, Kevin lesionó a Michael Ballack, apartándole de la cita mundialista. En medio de las críticas, Jérôme metió más leña al fuego. “La entrada merecía la expulsión”, dijo. Tras esas palabras, Kevin le puso la cruz a su hermano. “Me dijo que le había fallado, que no quería saber nada de mí y que cada uno tenía su familia. Eso fue demasiado para mí. No tengo ninguna relación con él“, reconoció el jugador del Bayern.