Miguel Baidal ha sido el cuarto hombre en el éxito de España en el Mundial de cross de Belgrado. Un alicantino de la playa de San Juan que ha estudiado ingeniería biomédica, que viene del ciclismo y que, a los 22 años, ya tiene una marca de 28’21” en 10.000.
¿Quién es Miguel Baidal?
Un alicantino de la playa de San Juan.
Vivir en ese clima es jugar con ventaja.
Depende de las circunstancias. Hace buena temperatura todo el año. Eso es verdad. Pero en verano hace calor. Llevo toda la vida aquí. Me he acostumbrado. Haga la temperatura que haga, me apetece entrenar.
Ha sido el cuarto hombre español en el Mundial de cross.
Llegaba bien. Ha sido un resultado esperado. He hecho buena temporada de cross. Sabía que iba a hacer buen papel, y eso que no me salió una gran carrera. Pero tengo que ser justo conmigo. Es un buen resultado. Sobre todo porque tuve una operación de la vista a primeros de marzo que complicó mi preparación. La última vuelta se me hizo larga.
¿De qué le han operado?
Una piel que me crecía en los ojos. Hace dos años me quitaron la de uno y este año tocaba el otro. Pero a los cuatro o cinco días empecé a hacer rodillo en casa con el ojo tapado.
Tiene 22 años. ¿A qué aspira?
Hasta ahora he superado todas las metas que me he puesto. Pero prefiero ir día a día. Desde niño he sido trabajador. No tengo hermano. Mis padres se separaron cuando era pequeño. Desde entonces, he pasado mucho tiempo conmigo mismo. Estoy acostumbrado a la soledad.
¿Y eso no le impide mejorar?
Yo creo que no. Todo tiene su lado positivo y negativo en la vida. Pero a mí no me cuesta y en el otro lado de la balanza tengo a mi familia, tengo a Alicante, que tiene un clima que me encanta, y luego tengo mis estudios que me permiten llevar un a doble vida.
¿Qué estudia?
Acabé este año ingeniería biomédica y ahora estoy estudiando un Master on line desde casa. Siempre hay fechas en las que se acumula trabajo y se nota el estrés. Por eso en los viajes siempre hay momentos en los que me toca sacar el portátil. Pero ya me he acostumbrado. Creo que sé gestionar el tiempo y el estrés.
Además, tiene la playa en la puerta de casa.
Eso también ayuda. Pero, sobre todo, la experiencia es lo que más ayuda. Mire, este fin de semana con los chavales sub 20 en el Mundial de cross me vi reflejado en ellos. En 2019 corrí el Mundial en esa categoría. Recuerdo que era difícil tener referencias porque no hay tanta información. Te plantas en la línea de salida a ciegas. Te preguntas como gestionar una carrera con tanto nivel.
Era triatleta. ¿Qué le sacó del triatlón?
Fue en la época de la pandemia. Nos encerraron en casa. Cerraron las piscinas y luego fui campeón de España de cross en sub-20. Me surgió entonces el dilema. Estaba en primero de carrera. Era incompatible sacar mi carrera con el triatlón. Necesitaba más tiempo. Tiré la moneda al aire. Me ha salido bien.
¿Nunca se irá de Alicante?
No me gusta decir nunca. Me gusta probar nuevas experiencias. Pero estoy bien como estoy. Quien sabe si en el futuro saldré. Pero ahora mismo no.
¿Qué le contaba Aaron de las Heras de EEUU este fin de semana?
Me he fijado mucho en él. Cuando fue campeón de Europa sub 20. Siempre le he visto como un referente y es verdad. Siempre le pregunto cuando coincidimos. Trato de nutrirme de sus conocimientos y él me cuenta. Pero allí tampoco hacen nada que sea muy diferente a lo de aquí más allá de la distancia.
¿Y no le ha tentado aquí ningún entrenador de un centro de alto rendimiento?
A mí no. Nunca me ha llegado ninguna oferta ni posibilidad.
Entonces el primero podría llevarse el gato al agua
Estoy abierto a escuchar cualquier opción. Pero a mi entrenador le valoro mucho. Se llama Adrián Periz. Le conozco de mis tiempos de triatlón cuando se ofreció a entrenarme. Y cuando decidí cambiar a atletismo me apoyó totalmente. Ojala pueda llegar de su mano a los JJOO.
¿Y lo ves mucho porque hay entrenadores que apenas ven a sus atletas?
Le agradezco que me haga esta pregunta porque en esto tengo que agradecer mucho a Adrián. De forma altruista, se ofrece a acompañarme en los días de series. Ha sacrificado horas de trabajo. Ha sacrificado hasta dinero por estar conmigo. Obviamente, no le veo todos los días. Pero es que él no se dedica profesionalmente a esto. No puede estar todo lo posible. Pero como mínimo tres veces a la semana sí le veo. Y, más allá de eso, es la relación que tengo con él.
Es como el hermano que no tiene.
No somos de la misma edad pero se podría decir que sí. Le cuento las cosas con pelos y señales. Si yo me fuese, sería el primero en saberlo. Quiero decir que no es un robot que me lleva a distancia. A veces, hablamos de la vida. Se lleva muy bien con mi padre. Es más, siempre que hay algún logro salimos a comer juntos mi padre, él y yo. Tenemos esta costumbre.
¿Y le machaca mucho?
No. Soy yo el que pide más guerra y él quien me pone el freno. Pero en estos años ha sido más complicado. He llegado a un punto en el que confía en mí. Todas las semanas consensuamos el plan de entrenamiento. Sabe lo que me apetece más y menos. Lo planteamos entre los dos. Le diría que es como un juego o un trabajo en equipo.
¿Y con qué kilometraje se siente cómodo?
Cada año aumentamos un poco más. Cuando pasé de triatlón al atletismo me costó. Pero ahora, con el freno de mano, rondo entre 110 y 120 a pie, un par de sesiones de gimnasia y luego hay semanas que hago siete horas en bicicleta y otros me quedo en dos. Ya le digo: depende.
¿Y la bicicleta porque hay pocos atletas que hagan ciclismo?
Hay muchas teorías. En realidad, hay tantos métodos de entreno como personas. Pero a mí, que vengo del triatlón, mi estructura ósea, muscular esta acostumbrada a eso. Hoy, por ejemplo, he hecho tres horas de bicicleta que son tres horas sin impacto. El ciclismo es mi deporte desde niño. Todos mis ídolos son ciclistas. Mi cabeza no puede prescindir del ciclismo.
