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Farah vence la batalla de África

África debería nacionalizar a Farah

1) No, nadie puede con Mo.

2)  De los 34 atletas que comparecieron hoy había tres Etíopes. Tres kenianos. Tres Ugandeses. Tres Eritreos. Tres americanos. Tres japoneses. 2 Ingleses. 1 Canadiense. 1 Belga. 1 Peruano. 1 Austriaco. 2 Turcos, de los cuales, 6 de ellos abrazan trapos de otros de países occidentales, aunque su procedencia originaria es el continente Africano. Sea cual sea, cuando el grupo desplegó la punta de sus alas, el azul del tartán quedó rápidamente teñido de un bellísimo color negro cien por cien puro.

EFE EPA SRDJAN SUKI

3)  Aquí tampoco había españoles. Pero no porque haya una mano oscura que lo impida (como he oído decir), sino porque la mínima exigida para poder participar en esta prueba es 28′,y en este país nadie baja de esa marca desde los tiempos de Cati Jurado y Manolete.

4)  Sobre el tartán azul había Católicos Apostólicos y Romanos, creyentes de Alá, algún que otro Testigo de Jehobá, y Ateos, los menos.

5)  Solo 6 bajaron este año de 27´. De los 6 nos consta que todos ellos son religiosos. Deben serlo porque está visto que para bajar de 27 hay que encomendarse al altísimo, da igual la marca, el pelaje o de la condición de la que se traten los iluminados. También puede ser que crean en Dios y en las sustancias prohibidas, otro Dios en la sombra, en el caso de Tanui (apegado al sospechoso grupo de Federico Rosa) o el mismísimo Mo Farah y Gulen Rupp, (al de Salazar). Pero hoy por hoy, y esa es la razón de la desgracia, ya nadie tiene claro si Dios es una religión, o una sustancia prohibida que ayuda a entrar en la gloria celestial. En cualquier caso, mientras no se demuestre lo contrario, y la maquinita de no haga “Piiii” todos ayer corrieron con la única ayuda del talento natural y de la mística que empujaba sus piernas.

6) Publicaba el maratoniano Eliud Kipchogue que, en su país, Kenia, una empresa había habilitado internet a 20 milllones de Kenianos para que puedan seguir sus carreras estos días desde su teléfonos móviles como si de la superbowl se tratara. Hay dos tipos de países, los que pasan “olímpicamente” de la carreras y otros, como Kenia, que lo convierte en fiesta nacional y en una cuestión de Estado. Ayer, muchos de ellos, estarían pendientes de esta carrera, con la fe puesta en Kamworor o Tanui,

7) Y ya en la carrera, sucedió lo esperado: Todos contra Mo, y Mo contra todos.  

8) De saque, la carrera, inexplicablemente, era “lenta” y beneficiaba a Mo. El primer mil se corrió  a 2:48 el Km. Pero visto lo de ayer daba igual que la carrera fuera rápida porque solo una fatalidad podía quitarle el oro.

9) Y la fatalidad llamó a la puerta del Inglés. Ding-dong. Corria el minuto 12 de la prueba cuando el americano Gulen Rupp, caballero blanco del fondo mundial, se pegó a su buen amigo Mo, en buena parte porque ambos querían protegerse mutuamente de los posibles golpes de los Kenianos que estaban varias posiciones por delante. Pero he aquí la paradoja del destino, Rupp y Mo, de protegerse juntos pasaron a tropezarse juntos; el americanos le metió el pie a Mo, y este cayó y se dio un buen trompazo llevándose por delante al valioso Ugandés, Chepteguei, que ayer recibió el pobre más palos que una estera. Con Moe por los suelos parecía que paró en seco la samba que sonaba en la esquina y se hizo un silencio en el estadio. Esa caída del inglés podía haber sido un hecho decisivo para cualquier atleta mortal en una carrera de esta magnitud. Pero no significó nada para un astro como él. Se levantó, sacudió su equipación, y soltó un poco de polvo de estrellas. Nada más. Luego miró a Rupp, y le hizo un gesto con la mano: “¡Todo Okey!” Y siguió su camino a por el oro.

En el instante de la caída hubiera sido una buen oportunidad para que los puntales kenianos y etíopes tensaran la cuerda, pero es evidente que no tenían un retrovisor en el cogote, y todavía habría que esperar al minuto 20 cuando la carrera se liberara de ese peso que la arrastraba y que no la dejaba volar como se merecía. Justo ahí fue cuando el trío de mosqueteros keniano empezó a desplegar su caballería perfectamente ordenada por jerarquía de talentos: Kanworor  (General) Tanui ( Sargento) y karoki (el soldadito), acompañados de los dos Etíopes, Demeslah, con mejor marca del año, 26: 51, y Tamirat Tola, atleta de cara triste, pero de piernas muy alegres, que este año lo hemos visto corriendo Croses por los pueblos de España, mundial de Media-Maratón, Diamond league…vamos, un chaval, que se apunta a un bombardeo.

10) La carrera emocionaba, precisamente, por esta lucha de poder entre los tres kenianos, los dos etíopes, y como no, el inglés de chasis y motor Africano: Moe Fara, acompañado de su escudero, la locomotora de Illinois, Gulen Rupp, que seguía ahí, como un titán, a pesar de estar encomendado el domingo que viene a la prueba de maratón.

Así, el grupito empezó a darle al molinillo y a correr en serio, obligando a los atletas que querían seguirlo, a exhalar humo por la cabeza, más que a respirar por la boca. A partir de ese instante la lógica se impuso, y el grupo que iba hasta entonces tan extrañamente compactado, se desintegró como una zapatilla de felpa en el interior de una lavadora, y se quedó en 13 unidades. Entre ellos, felizmente, se veía a Tadesse, el discípulo del español Jerónimo Bravo, que debía estar en Madrid mordiéndose las uñas y los puños. Fue en ese lance de la carrera cuando por fin, Mo, se colocó hasta donde estaba Kanworor y parece que quiso adelantarle y le dijo: “¡Quítate tú que ya me pongo yo!” Pero en otras circunstancias, Kamworor, en su actitud de fondista insolente, le habría dicho una frase del tipo:  “Esto es todo el amor que te puedo dar.” Y luego le habría propinado un codazo. O un empujón. Pero ayer Kamworor no dialogó con Mo, no le planteó batalla, ayer no era el niño prodigio del Ritz que le ganara en Cardif con las rodillas ensangrentadas. No le replicó a Mo ni esa ni ninguna otra acción más. Corría desdibujado, sin la rotundidad ni la pasión que le caracteriza.  Finalmente quedó cortado en le minuto 26 y no formó parte del clan de los 5 que se disputarían las medallas, el Keniano Paul Tanui, Mo Farah, los dos etíopes (Tola, Demeslas) y el propio Rupp, que parecía que iba a vender cara su plata de Londres.

11) Los dos etíopes peleaban por la chapa, sabían que no era el oro, ni la plata, pero sí un bronce valioso, que también sirve para que el gobierno les premie como funcionario y les otorgue uno de esos puestecitos vitalicios en una caótica ventana de correos en su país, o lo mismo de conserje en una escuela sin pizarra. A saber. Así que prefirieron que Tanui y Farah se jugaran el oro o la plata (o, insisto, porque no podían irles detrás). El keniano y Mo llegaron pegados a meta. Apretaban los dientes y cuentan que desde las fabelas se les oía rechinar. Hubo un momento, incluso, que Tanui parecía que iba a vencer y en Kenia entera, imagino, debían estar comiéndose los móviles al ver como su paisano podía ganar. Pero Mo saco el puñal.

Y le hizo a Tanui lo mismo que en la Prefontaine, entró él antes cuando parecía que no iba a poder. Finalmente, Oro. Que es su habitad natural. Lo hizo con la segunda mejor marca en una carrera olímpica, 27. 05.17. El bronce y el puesto vitalicio es para Tola, se la merece por haberse quedado cuarto en Cardiff;  dos medallas de chocolate son demasiadas en un mismo año para un chico que corre todo y no hace ascos a nada.

12- Al terminar su gran azaña, Mo Farah, rezó al cielo, claro, y cuentan que aún le quedaban fuerzas para salir pitando hacia el hotel y que no le robaran su collar con broche de oro y la suculenta billetera que hoy, muy trabajosamente, había engrosado.

Otra vez se volvió a mostrar intratable, los que no pudieron ver la carrera por el horario, no deben de preocuparse, al paso que va puede que sea olímpico hasta los 90 y, como es eterno, lo mismo nos entierra a todos y hasta baila sobre la tumbas de quienes auguraban hoy su derrota.

Ilustración: Pablo Rebaque

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