Muchos no se lo creían para un banquillo tan complicado como el del Pizjuán. No había ni siquiera olido los mejores banquillos ni del fútbol nacional ni internacional. Venía del 'paro'. Pero el Sevilla, uno de los 'grandes', no necesitaba ni fórmulas matemáticas, ni juego barroco, ni 'tiki-taka', ni experimentos extraños.

La metamorfosis del Sevilla de Mendilibar (leer noticia)