De Barcelona ’92 a Tokio ’22

Sara Loehr es la guía de una gran deportista, Susana Rodríguez

Una medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de Tokio y mucha complicidad son la tarjeta de presentación de esta triatleta catalana

Sara Loehr en Style Sport

Sara Loehr en Style Sport / SPORT

Carme Barceló

Carme Barceló

La vida de Sara es un cúmulo de paradojas que culminan en su encuentro casual con Susana Rodríguez y una medalla de oro en Tokio. ¿El inicio de esta historia? La colla de los ‘castellers’ de ‘els Falcons’ y los Juegos Paralímpicos de Barcelona’92. Una niña de apenas nueve años coronaba aquel castillo humano en la ceremonia de inauguración en el Estadi Lluís Companys. “Sí, fui la ‘enxaneta’ y mis recuerdos me llevan a aquellos fines de semana ensayando para el gran día y el estadio lleno de gente aplaudiéndonos. ¡Como es la vida!”, rememora la triatleta con emoción.
Ni el mejor guionista de Hollywood hubiera imaginado una historia como ésta. Pero la casualidad quiso que Sara y Susana se encontraran hace dos años y ambas describen aquel momento como “algo único y maravilloso”. Las une la adrenalina que les provoca el deporte, la pasión y la ambición, “aunque ella es mucho más ambiciosa que yo”, reconoce Loehr. Juntas han subido al podio, han logrado una medalla de oro en los JJPP y juntas han estado en lo bueno y lo malo, como un matrimonio al uso.
“Somos muy distintas y muy complementarias. Mi personalidad es más tranquila y ordenada. Susana es pura voluntad, muy ambiciosa, luchadora y no da nada por perdido. Nos complementamos a la perfección y espero que podamos seguir trabajando juntas mucho tiempo. Para mí, es un privilegio estar a su lado”, asegura Sara. Por su compañera y por su implicación llegó a entrenar “con una venda en los ojos para saber lo que sentía. Me subí a la bicicleta con Celso, el entrenador de Susana, antes de ir a los Juegos aquí, en el CAR de Barcelona. Si vas detrás no puedes controlar nada, no tienes frenos, no tienes cambios… Corrí y también nadé sin ver. Desconectas del mundo y te concentras en ti porque la vista no va a ningún lado. Nadando me invadió una sensación de relax total. Lo más difícil es tener el cien por cien de la confianza en el guía y dejarte llevar, sobre todo en la ‘bici’”.
Una vive en Galicia y la otra, en Catalunya. Un ‘Tú a Boston y yo, a California’ casi de manual en la agenda vital de dos personas que no son gemelas pero comparten el hilo umbilical del deporte. Sara se adapta a lo que “Susana necesite. No me importa hacer mil kilómetros para estar dos días juntas. Estoy para ayudarla, para sumar y para seguir acumulando retos”. Si tú me dices ven, lo dejo todo. Esta relación es mucho más que una canción o una medalla.
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