Adriana Cerezo: estrella de plata

Dieciocho años recién cumplidos y sabe lo que quiere desde los cuatro. Fue entonces cuando llego el taekwondo a su vida y sabe que va a acompañarla para siempre

Los JJ.OO de Tokio nos regalaron su sonrisa, su medalla y la potente personalidad que la llevó hasta el podio. Ha nacido una estrella y esto no ha hecho más que empezar

Adriana Cerezo

Adriana Cerezo

Carme Barceló

Carme Barceló

Dos días estuve sin dormir, te lo prometo. Antes de competir, descansaba muy bien. Pero fue conseguir la medalla de plata y empezó la locura”. Un sueño que le quitó otro durante 48 horas. Bendito insomnio. Adriana Cerezo llegó a todos los públicos cuando se proclamó subcampeona olímpica en Tokio y arrasó con su actitud y su sonrisa. Hasta entonces, “tenía muy pocos seguidores en Instagram. El ‘fisio’ me decía: “Llegarás a los treinta mil, ya verás”. Me aposté con él una cena y voy a tener que comprarle un piso porque tengo cien mil más”. Agradece “la visibilidad que ello supone para el taekwondo, para las mujeres que lo practicamos y para los deportes minoritarios” y reconoce que “era difícil imaginar que podía llegar hasta ahí porque cinco meses antes ni sabía que iba a ir a los Juegos”. Su abuela la llevaba a todas las extraescolares a las que sus padres la apuntaban. “Pasé por la gimnasia rítmica, el ballet y el tenis pero siempre quería marcharme de las clases, no me gustaba nada. Fue probar el taekwondo y no quería salir de allí. Por eso digo que desde los cuatro años tuve claro que esta disciplina era la mía”. Esa abuela es con la que, a la par, tiene discusiones futbolísticas “porque es una ‘forofa’ del Real Madrid que ni te imaginas. Cuando comemos juntas y vemos ‘Jugones’ es una discusión continua”. Porque Adriana Cerezo, natural de Alcalá de Henares.

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