Los nervios del último día

El fin del mercado de fichajes revoluciona la tensión de entrenadores, presidentes, directores deportivos, jugadores y representantes

Los equipos apuran hasta el último momento para aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado de fichajes

Bale, presentado junto a Florentino Pérez

Bale, presentado junto a Florentino Pérez / AFP

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

El 13 de agosto de 1997, el Barça recibía al Skonto de Riga en el Camp Nou. Era la ida de la fase previa de la Liga de Campeones que el conjunto azulgrana debía disputar tras haber terminado la liga 96-97 –la de Bobby Robson– en segunda posición, por detrás del Real Madrid. El equipo entrenado por Louis Van Gaal, que acababa de acceder al cargo, disputó un encuentro que dejó muy malas sensaciones. Ganó por la mínima (3-2) en el último minuto, con un penalti transformado por Hristo Stoichkov, y en el Camp Nou se encendieron todas las alarmas. No había equipo para competir. Esa misma noche, en las oficinas de Arístides Maillol, se celebró una cumbre de urgencia. Había que fichar a un delantero y no había tiempo material para iniciar una negociación que hubiera tardado días en fructificar. En 1997, el plazo para inscribir a los jugadores para la Champions se cerraba el 15 de agosto, 15 días antes que la Liga española. Había que correr.

“El día 14 a las nueve de la mañana me llama Joan Gaspart y me pregunta por la situación de Rivaldo”, explica a Sport Dossier Josep Maria Minguella, representante por aquel entonces del delantero brasileño. El internacional jugaba en el Deportivo de La Coruña y Augusto César Lendoiro –su presidente– no era precisamente un tipo con el que fuera fácil cerrar negociaciones. “Tiene una cláusula de 4.000 millones de pesetas y seguro que quiere venir”, respondió Minguella al vicepresidente barcelonista. Quedaban menos de 15 horas para que la UEFA cerrara las inscripciones. “Envié a un emisario para que le pusiera el teléfono en la oreja y habláramos, porque en esa época había pocos móviles y no existían las tecnologías de ahora”, comenta el agente. “No había tiempo para pensar, debía decirme si quería ir al Barça o no en un minuto. Y me dijo que sí”, explica Minguella. Al poco rato, Josep Lluís Núñez levantó el teléfono. “Me ofreció hasta una comisión para cerrar la operación, y eso que Núñez salía corriendo cuando le hablabas de comisiones. Me la ofreció directamente, estaba desesperado”, detalla el agente, que finalmente logró el OK del brasileño. El Barça depositó la cláusula en La Liga y Rivaldo firmó en el último segundo.

No fue un último día de mercado, pero la tensión de esa negociación fue prácticamente la misma que la que se vive en una última jornada de traspasos. El Deadline Day, como lo llaman en el Reino Unido. El día 1 de septiembre –31 de agosto no hace mucho tiempo– es el día más estresante del año en el mundo del fútbol. Todos los protagonistas están en sus puestos desde primera hora de la mañana y nadie se toma un descanso hasta pasada la madrugada. “Son muchas llamadas, intentos de clubes de fichar a algún jugador tuyo, de pensar si te queda a alguien por sacar o cerrar alguna cesión de un joven. Ese día hay nervios”, explica para Sport Dossier el director deportivo del Leeds United, Víctor Orta, quien trata de desmitificar esa jornada: “Pocas veces una operación empieza de cero el último día de mercado. Ya se viene concretando de antes. Puede que pasen cosas y ha habido precedentes, pero en ese último día hay más nervios que realidades. En el fondo, mucho ruido y pocas nueces”. De hecho, Gareth Bale se convirtió en uno de los fichajes históricos del Real Madrid firmando el último día de mercado, tras varios meses de negociaciones. Más de 90 millones pagó el conjunto blanco, en una de las operaciones de traspaso más recordadas. Esas últimas horas de mercato son tensas porque todos tienen prisa. Las plantillas están cerradas, pero una oferta irrechazable por un futbolista considerado imprescindible puede cambiarlo todo. Hay que buscarle sustituto y no queda tiempo para ello. “Se genera un momento de tensión porque tienes que poner de acuerdo al club vendedor, al jugador, a su entorno y a tu mismo club”, dice Orta. “Son cuatro piezas que a veces encajan, pero que pueden tardar en encajar. El club vendedor debe encontrar sustituto rápido y el jugador puede que esté esperando otras opciones. Al final, poner a tanta gente de acuerdo no es fácil. Y no es porque no hayas hecho los deberes”, reivindica el que fuera mano derecha de Monchi en el Sevilla.

El dichoso fax

David de Gea no fue portero del Real Madrid por un fallo tecnológico. Lo recordarán. Fue en 2015, precisamente en el último día del mercado de traspasos veraniego. El documento que daba validez al traspaso se quedó encallado en un fax de Mánchester y no llegó a tiempo, antes de las 00.00 horas, a Madrid para poder inscribir al jugador en La Liga. Han pasado siete años y todo ha cambiado. Todo es más sencillo: una foto del contrato enviada por WhatsApp y el registro del jugador a través de una página web. En un minuto está hecho. Y a correr. Pero no hace mucho tiempo los jugadores, los entrenadores, los directores deportivos, los presidentes y los representantes sudaban la gota gorda hasta que el papel salía por el fax. “Tuvimos que buscar una copistería urgentemente para mandar los documentos al Rayo Vallecano”, recuerda Jofre Mateu. El delantero formado en las categorías inferiores del Barça vestía los colores del Real Murcia. El equipo había cesado a su entrenador, Lucas Alcaraz, pocas semanas antes de terminar la temporada 2006-07. El nuevo técnico era Javier Clemente. “En el Murcia no me quedaba otro año, con Clemente estaba descartado”, dice Jofre. Así que decidió aceptar la propuesta del Rayo Vallecano para jugar en Segunda. “El día anterior al fin de mercado cerramos un precontrato con el Rayo”, cuenta Aitor Montero, fundador de Capital Group Sports Management y representante del catalán. Pero quedaban menos de 24 horas y Jofre debía rescindir con el Murcia. El trámite era sencillo, pero había que mandar los documentos a Madrid para la inscripción. “Hubo una presión tremenda, porque Felipe Miñambres debía mandar el contrato a La Liga y el fax no le llegaba. Fue súper angustioso. En un estanco nos hicieron el favor. Cuando el fax entró serían casi las ocho de la tarde”, explica Montero. “Pasamos bastantes nervios, yo no quería quedarme otro año allí. Acababa de nacer mi hija y teníamos claro que nos íbamos a Madrid”, recuerda Jofre.

El Rayo Vallecano no debía tener el mismo trato en La Liga que otros clubes. En 2015, con Javier Tebas en el cargo, David De Gea no fue jugador del Real Madrid por no cumplir el plazo de inscripción. Pero en los 90 la patronal era otro asunto. Viva la virgen y sálvese quién pueda. Que se lo pregunten al búlgaro Emil Kostadinov, que cambió el Oporto por el Deportivo de La Coruña también en el último segundo de 1994. “Eran más de las 12 de la noche y no habíamos ni firmado. Pero Lendoiro me dijo que no había que preocuparse, que ya se arreglaría”. Y se arregló, rememora Minguella. Eran otros tiempos. Pero el teléfono ardía igual que lo hace hoy. “El último día de mercado puedo llegar a tener 50 o 60 llamadas, es tremendo”, asegura Aitor Montero. “En general, en un día normal de mercado supero las 70 llamadas, entre las que hago y recibo. Y hay días que incluso se superan las 100”, reconoce Víctor Orta, que se marchará de vacaciones el mismo día 2 de septiembre, cuando la persiana de los fichajes se eche abajo.