Happy birthday, Old Trafford

El mítico estadio del Manchester United cumple hoy 112 años en los que ha sido escenario de mil batallas, incluida la guerra

El feudo mancuniano fue bombardeado dos veces durante la Segunda Guerra Mundial

Old Trafford cumple 112 años

Old Trafford cumple 112 años / GETTY IMAGES

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Pocos estadios tienen la capacidad de supervivencia que atesora Old Trafford. El campo del Manchester United conmemora hoy su 112º aniversario, aunque no lo podrá celebrar hasta el próximo domingo 26, cuando el United reciba al Watford en la jornada 27 de la Premier League. Antes, los ‘Red Devils’ visitan Elland Road para enfrentarse al Leeds United y viajarán a Madrid para medirse al Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano, en la ida de los octavos de final de la Champions League. Una eliminatoria que promete y que se decidirá en ‘El Teatro de los Sueños’, tal y como fue bautizado por sir Bobby Charlton, considerado el mejor futbolista de todos los tiempos en el conjunto rojo, en el libro Football, firmado por el escritor John Riley en 1987.

Old Trafford ha sufrido tantas remodelaciones, algunas tras ser prácticamente destruido como consecuencia de varios bombardeos, como goles históricos ha vivido. Quién no recuerda aquella preciosa vaselina de Éric Cantona ante el Sunderland, en 1996, pocos meses antes de anunciar su retirada. O el lanzamiento de falta con el empeine a la escuadra de Cristiano Ronaldo ante el Portsmouth, en 2008. O la chilena de Wayne Rooney faltando 12 minutos para el final en el derbi ante el Manchester City, que dio la victoria por la mínima al conjunto de sir Alex Ferguson, uno de los grandes mitos de un Manchester United que todavía le echa de menos. Sin el mánager escocés, que estuvo 26 años al frente del equipo, en ocho temporadas ya han pasado siete técnicos por el banquillo mancuniano sin que ninguno haya gozado de la paciencia necesaria para construir y hacer crecer a un nuevo grupo de futbolistas.

Por ese estadio han pasado muchos de los mejores. El talentoso aunque desaprovechado George Best, el goleador Mark Hugues –que encandiló a Núñez y que fichó por el Barça–, el reivindicativo Éric Cantona, Denis Law, considerado el mejor futbolista escocés de la historia, la generación del 92 –con David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes o los hermanos Neville–, el extraordinario portero Peter Schmeichel, el propio Cristiano Ronaldo o los históricos ‘Busby Babes’, capitaneados por Bobby Charlton –entre los que destacaban Billy Foulkes, Roger Byrne o Duncan Edwards–. Precisamente, Charlton llegó a decir de Edwards que “era un jugador que me hacía sentir inferior”, por su corpulencia, capacidad física y buena técnica con el balón. Incluso pudo aterrizar allí Ronaldinho Gaúcho, pero el Barça se adelantó al United en la pugna por el brasileño en el verano de 2003, tras la salida de Beckham en dirección al Real Madrid.

UN ESTADIO DE VERDAD

Old Trafford fue el tercer campo oficial del United. De hecho, si nos ajustamos a la máxima literalidad, sería el segundo, pues en 1902 el club se refundó tras caer en bancarrota y se dejó de llamar Newton Heath para pasar a denominarse Manchester United Football Club. En ese momento, el Newton Heath disputaba sus partidos en Bank Street, en la localidad vecina de Clayton, tras marcharse de North Road Monsall por la insalubridad que significaba jugar a fútbol respirando los humos de las fábricas cercanas al campo. El Newton Heath no fue a mejor con el cambio de campo, ya que en Bank Street también llegaban humaredas. Incluso peores, procedentes de las industrias químicas. Ese aire llegó a ser tóxico. Pero no solamente era el ambiente lo que perjudicaba a los jugadores, también el suelo era inestable. En verano, arena y piedra dura. En invierno, hielo y fango. Un desastre. Fue con la refundación, al pasarse a llamar Manchester United, que el presidente John Henry Davies encargó la construcción de un nuevo recinto en el barrio de Trafford.

El nuevo estadio costó al Man Utd unas 60.000 libras, que pagó religiosamente al arquitecto Archibald Leitch, especialista en la construcción de recintos deportivos como Hampden Park o Ibrox Stadium, ambos en Glasgow; también formó parte del equipo que diseñó White Hart Lane, el estadio del Tottenham Hotspur. El refundado Manchester United tenía nueva casa, con una capacidad máxima de 80.000 espectadores, todos de pie excepto los privilegiados de la tribuna principal. El último partido en Bank Street se jugó el 22 de enero de 1910, casi un mes antes de que se inaugurara Old Trafford, en una derrota 3-4 frente al gran rival, el Liverpool.

DESTRUCCIÓN Y MODERNIZACIÓN

El estadio del Manchester United tiene más vidas que un gato. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, el campo fue incautado por los militares británicos, que lo utilizaron como depósito de armas hasta que la aviación alemana lo destruyó. Old Trafford sufrió dos bombardeos que iban destinados a dañar las fábricas del área industrial de Trafford Park. El primero, el 22 de diciembre de 1940. El segundo, el 11 de marzo de 1941, cuatro meses después de sufrir los primeros desperfectos graves. El estadio quedó muy tocado, tanto que el Manchester United tuvo que marcharse durante más de ocho años a Maine Road, el feudo de su gran rival ciudadano, el Manchester City, que lo apretó con el alquiler hasta ahogarlo en deudas. El United llegó a deber más de 15.000 libras, una cifra astronómica para la época.

Pero Old Trafford sobrevivió y se reconstruyó para volver a ser inaugurado el 24 de agosto de 1949 con un aforo de 41.748 espectadores. Había perdido casi 40.000 plazas como consecuencia de la guerra, pero todavía conservaba partes arquitectónicas importantes. Una década después, las gradas ya se habían cubierto por completo. Durante los años 60 y 70, volvió a crecer gracias a la irrupción de George Best. También creció en violencia, como en el resto del país con la aparición de los hooligans, pero la entidad fue la primera en ver el problema y actuar frente a él. En 1976, Old Trafford fue el primer estadio de fútbol en el que se valló la grada.

El recinto fue ampliándose y rápidamente pasó a disponer de más de 56.000 plazas, una progresión ascendente hasta el frenazo que supuso el Taylor Report, un informe que se encargó tras la tragedia de Hillsborough, donde el 15 de abril de 1989 murieron 96 personas en la semifinal de la FA Cup entre el Liverpool y el Nottingham Forest. Provocó que la ley obligase a poner sillas en todos los estadios y a que no hubiera ningún espectador de pie, lo que redujo la capacidad de Old Trafford hasta los 44.000 asientos, algo que afectó también a la final de la Super League de rugby league, que se disputa en Mánchester desde la temporada 1986-87.

Tras varias ampliaciones, sobre todo en la Sir Alex Ferguson Stand –la tribuna norte, que tiene tres pisos–, el estadio pudo volver a disponer de 76.000 localidades en 2006, convirtiéndose en el segundo campo con más capacidad del fútbol inglés, solo por detrás de Wembley. Precisamente, cuando todavía ejercía como máximo responsable del primer equipo masculino, dos años antes de que dejara el cargo, el club quiso homenajear a Ferguson. Llevaba entonces 25 años en el banquillo cuando la familia Glazer –los propietarios– pusieron su nombre a la grada por excelencia de Old Trafford, que lleva el nombre de sir Bobby Charlton en la grada opuesta, la sur.