Caso Tor: el extraño y macabro caso que se cobró tres vidas

Conoce uno de los crímenes más misteriosos de la Cataluña profunda

Vista panorámica de pueblo de Tor

Vista panorámica de pueblo de Tor / SPORT.es

Este caso no es como otros que ya hayamos conocido y es que está producido por una sucesión de cifras y hechos fríos que lo convierten en un caso tan extraño como macabro y disparatado.

Tor es el nombre de un pueblo del Pirineo de Lleida. Está conformado por trece casas, entre habitadas y abandonadas, y posee 19 habitantes censados a fecha de 2010. Los vecinos están acostumbrados a vivir sin luz y sin agua corriente.

La montaña del pueblo, también llamada Tor, está conformada por 2.300 hectáreas de paraje virgen junto a la frontera andorrana. Está pegada a las estaciones de esquí del país vecino y es un lugar clave para la ruta del contrabando entre Andorra y Cataluña.

En el año 1896, 13 familias de Tor se convirtieron en los dueños colectivos de la montaña, pero, en 1976 tres de los clanes, liderados por Josep Montané, alias Sansa; maniobraron para hacerse con la propiedad.

Su intención era vendérsela a un promotor andorrano, Rubén Castañé, y construir una estación de esquí, un hotel y un centro comercial. Esta disputa convirtió a Tor en una olla a presión.

Tanto fue así que los vecinos comenzaron a contratar guardaespaldas, en su mayoría hippies y leñadores de la zona. El 3 de julio de 1980, dos de los guardaespaldas de un vecino, conocido como el Palanca, fueron asesinados por hombres vinculados a Castañé.

En febrero de 1995 el juez otorgó la titularidad única de la montaña a Sansa. Seis meses después Sansa, cuando estaba a punto de cerrar la venta del monte a un grupo inversor europeo, apareció muerto en su casa con un cable enrollado al cuello.

Imagen del podcast sobre Tor en Catalunya Rádio

Imagen del podcast sobre Tor en Catalunya Rádio / SPORT.es

¿Cuál fue la hipótesis?

No es extraño que algunos vecinos tiren de teorías de la conspiración para explicar los asesinatos en el pueblo. “Son obra de terroristas del Gobierno que vienen a robarnos la montaña”, recoge Carles Porta en su libro.

La otra explicación vecinal clásica al asesinato de Sansa es aún más cruda: si se lo han cargado, algo habrá hecho. “A Sansa lo mataron porque era un hijo de puta que creía que era el dueño de todo. ¡Él se lo buscó y tú deberías aprender la lección!”, espetó un vecino a un perplejo Porta cuando empezó a investigar el caso.

Una de las teorías del caso es que Sansa llegó a cobrar el dinero de los promotores, unos 600 millones de pesetas que, según la leyenda, estarían debajo de su domicilio, ya que Sansa odiaba a los bancos.

En los últimos años, el monte volvió a las manos de todas las familias del pueblo por decisión judicial, aunque siguen sin funcionar como colectivo: las discrepancias y los odios están vivos.