La ley del mínimo esfuerzo bastó
El Real Madrid superó con facilidad al Granada en un partido en el que necesitó poco para ganar
Brahim y Rodrygo fueron los goleadores en un triunfo protocolario ante un rival muy endeble
Fácil y cómodo. Sin demasiado sacrificio y con la ley del mínimo esfuerzo. El Real Madrid no necesitó exprimirse para superar a un Granada que deambuló por el Bernabéu como alma en pena, persiguiendo sombras blancas para hacerse con un balón que, las pocas veces que lo tuvo, despreció. Dos fogonazos de Brahim y Rodrygo fueron suficientes para sumar tres puntos con los que recoger el guante que lanzó el Girona desde Montilivi un par de horas antes. La sensación fue de torneo veraniego más que de un partido de Liga.
Ancelotti apostó por nutrir su ataque con gol, el que tienen Rodrygo, Joselu y Brahim. Básicamente, no tenía mucho más donde elegir, así que lo metió todo. La previsión, como acabó confirmándose, era un partido cerrado, incluso feo, con un Granada juntito, bien protegido y cerrado atrás que, además, tuvo que cambiar a su portero, Raúl Fernández, por lesión a los once minutos. El Real Madrid tenía el balón y, cuando no lo tenía, lo recuperaba rápido y con facilidad.
El 'homenaje' de Bellingham a Vinicius
Pero a los blancos les costaba llegar y su fútbol era plomizo, apático y de digestión pesada. Solo Rodrygo parecía ponerle una marcha más. Cuando Brahim se unió a él empezaron a pasar cosas. Pero antes de eso, Bellingham, desconocido, le hizo su particular y extraño homenaje a Vinicius protestando una falta clara por empujón sobre Ricard. Lo hizo de forma tan airada que, tras repetir gestos poco después pidiendo una falta a su favor, vio la amarilla. También se la llevó Rüdiger por sumarse a las protestas.
Kroos pidió a los suyos silencio y que se centraran en el fútbol. Lo hizo de palabra y de hecho porque el alemán firmó el mejor detalle futbolístico del primer tiempo, un pase afilado desde la frontal a Brahim con el que superó a toda la defensa y le dejó solo ante Ferreira. El delantero, tras marcar con suavidad, se lo agradeció limpiándole las botas. ¡Qué maravilla de balón! Tan delicado como dañino y letal.
Bellingham seguía quejándose y Gumbau pidió la segunda para el inglés tras recibir una plancha. Habría sido una decisión desmedida. Tanto como cuando pidió penalti por una acción en el área en la que Ignasi Miquel contacta levemente con su pie, pero inmediatamente después de despejar el balón. Jude, ausente, tampoco aprovechó una asistencia de espaldas y con el tacón de Brahim cruzando demasiado ante la salida de Ferreira.
Carvajal se queda en el vestuario
La segunda mitad arrancó con noticia: Carvajal se quedó en el vestuario, al parecer por precaución, y entró en su lugar Lucas Vázquez. Y con Ancelotti levantando los brazos en señal de protesta y arqueando hasta límites imposibles la ceja para protestar una carga legal de Ignasi Miquel sobre Bellingham. 'Hey Jude. Don't make it bad'. El inglés pudo meterse en el partido rematando de primeras un pase de la muerte de Brahim, que jugó un partidazo, pero Ferreira lo evitó.
Nada pudo hacer, sin embargo, con el rechace que recogió Rodrygo para fusilar la red con potencia y hacer el segundo, dejando el partido visto para sentencia. El Real Madrid, a falta de más de media hora, había resuelto el trámite que, durante todo el encuentro, supuso medirse al Granada en su estadio. Sin prácticamente despeinarse, sin necesidad de exprimirse, fue infinitamente superior a un rival cuya única oferta sobre el césped fue protegerse y salir con torpeza en lo que, a veces, daba la sensación de ser un contragolpe. Con todo el pescado vendido, Ancelotti empezó a repartir minutos.
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